Una mirada a Siria

El presidente interino de Siria, Ahmed Al-Sharaa, habla durante una formación ministerial del gobierno de la República Árabe Siria, en Damasco, Siria, el 29 de marzo de 2025 - REUTERS/ KHALLIL ASHAWI 
El 27 de noviembre de 2024, el HTS (Hayat Tahrir Al-Sham), liderado por Ahmed Al-Sharaa, también conocido como Abu Mohammad Al-Jolani, respaldado por las milicias apoyadas por Turquía, lanzó una ofensiva a gran escala que rápidamente arrebató un importante territorio al Gobierno del expresidente sirio Bashar Al-Assad
  1. Pero ¿qué ha sucedido en Siria desde finales del pasado año?

Las fuerzas del HTS avanzaron encontrando muy poca resistencia por parte del Ejército y las fuerzas de seguridad sirias, que se retiraron rápidamente llegando a un abandono generalizados de sus posiciones.

A principios de diciembre, a la acometida dirigida por el HTS se unieron los grupos militantes del sur de Daraa, que capturaron las provincias de Daraa y Al-Suwayda y avanzaron hacia el norte, en dirección a Damasco. El 8 de diciembre de 2024, el grupo de Al-Jolani y sus grupos aliados entraron en Damasco y anunciaron que habían derrocado al Gobierno de Al-Assad, que huyó del país en busca del exilio en Rusia.

Casi cuatro meses después de lo relatado en los párrafos anteriores, la llegada al poder en una pieza tan importante en el panorama geopolítico como es Siria de un grupo afín a Al-Qaeda, y que tanto revuelo y temor despertó en los momentos iniciales, parece que ya ha pasado a ser un tema de tercer o cuarto orden.

Tras la huida de Al-Assad, el HTS se autoproclamó de manera unilateral al mando del país, y su líder, Ahmed Al-Sharaa, suspendió la Constitución y se anunció al mundo como nuevo presidente del país.

Tras el shock inicial, las noticias relativas a Siria desaparecieron de la primera página hasta hace poco más de una semana, cuando comenzaron a llegar informes sobre la represión contra la minoría cristiana del país, algo que, si bien fue uno de los motivos principales de preocupación tras la llegada al poder de un grupo otrora afiliado a Al-Qaeda, una vez materializados los temores no podemos decir que sus acciones hayan causado demasiada consternación.

Pero ¿qué ha sucedido en Siria desde finales del pasado año?

Poco después de capturar Damasco, el HTS comenzó a ampliar su control militar sobre el territorio anteriormente en manos del Gobierno de Al-Assad. Una de las primeras medidas fue la formación de un Gobierno provisional compuesto exclusivamente por el Gobierno de Salvación de HTS, que fue establecido en 2017 como Gobierno de facto en Idlib. También comenzó la sustitución de la mayoría de los funcionarios del poder ejecutivo y judicial a nivel nacional y local, así como del Ejército, la Policía y las fuerzas de seguridad, siendo ocupados todos los puestos exclusivamente por funcionarios, militantes y juristas del HTS. Esta medida, por sí sola, ya debería haber servido de indicador para lo que ha venido después y lo que está por venir, pues nos está señalando la ideología radical islámica que se va a convertir en la base, no sólo del Gobierno, sino de la vida de la sociedad en Siria, con todo lo que ello supone.

Intentando emular el estilo de gobierno implantado previamente en Idlib, los dirigentes del HTS han asignado los cargos gubernamentales a sus miembros en función de los vínculos y lealtad a Al-Sharaa y su círculo más íntimo. De este modo, el HTS ha empezado a sustituir las redes empresariales del antiguo régimen de Al-Assad por las suyas propias. A nadie se le escapa que, entre otras muchas cosas, ahora es el momento de pagar favores y lealtades, con todo lo que ello conlleva.

El presidente interino sirio, Ahmed Al-Sharaa, firma un borrador de constitución, tras ser presentado por un comité sirio de expertos legales, en Damasco, Siria, el 13 de marzo de 2025 - PHOTO/ Presidencia siria vía REUTERS TV

En una entrevista concedida al canal de noticias saudí Al-Arabiya el 30 de diciembre de 2024, Al-Sharaa afirmó que la organización de unas elecciones en Siria podría no ser posible en 2028, mientras que la redacción de una nueva Constitución podría alargarse hasta 2027. En respuesta a las críticas sobre el hecho de que el nuevo Gobierno esté compuesto exclusivamente por miembros del HTS, Al-Sharaa afirmó que la uniformidad en los nombramientos era necesaria para garantizar la coherencia durante esta fase crítica.

El 29 de enero, Al-Sharaa se anunció ante el mundo como el nuevo presidente de la República Siria, informando de la anulación de la Constitución vigente y la disolución de los partidos políticos. Así mismo, afirmó que iba a formar y dirigir un comité constitucional encargado de iniciar la redacción de una nueva Constitución. En una entrevista concedida a Syria TV el 3 de febrero, Al-Sharaa afirmó que era poco probable que se celebraran elecciones populares antes de 2030, dando a entender así su intención de mantener el control de la dirección del Estado durante al menos media década. Esto no hace sino indicar la pretensión de no ceder el poder y de pretender contar con el tiempo suficiente para establecer y asentar un régimen islámico.

El 12 de febrero, Al-Sharaa formó un comité de siete miembros encargado de organizar una conferencia nacional en Damasco. La conferencia se organizó menos de dos semanas después, el 25 de febrero, y acogió a asistentes seleccionados personalmente por el comité del HTS, al tiempo que excluía a numerosos representantes de otras minorías políticas y religiosas, así como a los dirigentes kurdos y del QSD (Syrian Democratic Forces), que no fueron invitados. El verdadero objetivo de la conferencia no era otro que legitimar su presidencia, y durante la misma se nombró un comité constitucional encargado de redactar una Constitución provisional. Al-Sharaa también anunció que nombraría un órgano legislativo de 100 miembros hasta la celebración de nuevas elecciones.

No son pocos los analistas que coinciden en señalar que los factores políticos en Siria contribuyen casi con toda seguridad al riesgo muy elevado de que el Gobierno del HTS se enfrente a una escalada de inestabilidad política que desemboque en un colapso desordenado del Gobierno, la fragmentación del poder estatal y el traspaso forzoso del poder, lo que casi con toda seguridad provocará malestar social y violencia a corto y medio plazo.

Los objetivos a la larga del HTS están centrados en consolidar y monopolizar el dominio del grupo sobre el Gobierno sirio. Para asegurarse el éxito, Al-Sharaa tratará de consolidar su control sobre la dirección del Estado a toda costa, al tiempo que intentará proyectar la apariencia de un proceso político normal y democrático que desemboque en la formación de un nuevo Gobierno y una nueva Constitución de transición. Sin embargo, la forma excluyente y arbitraria en la que el HTS ha estado dirigiendo este proceso político desde diciembre de 2024 hace muy improbable que el proceso pueda ser considerado legítimo o pluralista, especialmente para las comunidades minoritarias de Siria o aquellas más próximas al antiguo régimen de Al-Assad. De hecho, tanto contra unas, como contra las otras, desde febrero se han constatado lo que podemos considerar como operaciones de venganza, cuando no de limpieza étnica o religiosa.

Un hombre camina por una calle, después de que cientos de personas murieran en uno de los episodios de violencia más letales en 13 años de guerra civil - REUTERS/ KARAM AL-MASRI

A principios de ese mes, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) informó ya de diversas acciones contra presuntos leales al antiguo régimen, contabilizando al menos 218 muertes en diversas áreas del país durante el primer mes del año.

Así mismo, a comienzos del mes de marzo también se confirmaron diversas masacres de miembros de la comunidad alauí en Latakia, Tartús, Hama y Homs. Diversas fuentes informaron de una cifra cercana a los 1.700. Aunque el presidente interino Ahmed Al-Sharaa negó la responsabilidad del nuevo Gobierno en estos ataques y prometió exigir cuentas a los responsables del derramamiento de sangre civil, hay pocas dudas sobre la autoría de tales hechos. A lo anterior se ha de sumar el asesinato de un líder religioso, Sheikh Shaaban Mansour y su hijo, el 7 de marzo, en Salhab, provincia de Hama. De nuevo la autoría se atribuye a las fuerzas de seguridad gubernamentales. También se ha tenido conocimientos de múltiples masacres en Baniyas y otras localizaciones, donde el OSDH informó de la muerte de al menos 162 civiles, incluyendo un número no especificado en Baniyas.

Aunque las fuentes disponibles se centran en los ataques contra la comunidad alauí, es un hecho que las comunidades cristianas también están siendo objeto de la represión del nuevo Gobierno de corte yihadista. En Maaloula, una ciudad de mayoría cristiana conocida por preservar el idioma arameo, sus residentes han denunciado acciones de acoso, saqueos y vandalismo. En total, hasta el momento, se cifra en 7.000 alauís y cristianos asesinados en la ola de violencia sectaria desatada entre los meses de febrero y marzo. 

Es importante destacar que la inestabilidad y la sensación de conflicto generalizado crean un ambiente de riesgo para todas las minorías, y la falta de informes específicos no implica necesariamente la ausencia total de incidentes aislados o potenciales amenazas. La situación es realmente grave, y uno de los principales problemas es la dificultad de acceder a información fiable. Sin embargo, la realidad es que parece que lo que muchos temían, que Siria siguiera un camino paralelo al del Afganistán de los talibanes, comienza a ser una realidad. 

Combatientes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) caminan juntos durante lo que dijeron eran controles de seguridad para encontrar restos de la fuerza del derrocado presidente sirio Bashar al-Assad, en el barrio de Wadi al-Dahab en Homs, Siria - REUTERS/ KHALIL ASHAWI

De un modo gradual, silencioso, aprovechando a su vez el contexto geopolítico internacional, donde el foco de atención está puesto en otros escenarios, el HTS está dando pasos en una dirección que no augura nada bueno. Una Siria con un Gobierno cada vez más radicalizado puede derivar en un nuevo Estado fallido que provoque nuevos flujos migratorios masivos que, en una coyuntura como la actual, provoquen una desestabilización muy seria en la Unión Europea, pues ésta sería el destino deseado de todos los que traten de abandonar el país. Por otro lado, potencias como Turquía, con enormes intereses, incluso territoriales en Siria, no dejarán pasar la oportunidad de aprovechar la debilidad del nuevo gobierno, contribuyendo a aumentar la inestabilidad.

Una vez más, lo que sucede en un escenario clave para la UE queda eclipsado por acontecimientos que, a pesar de su relevancia y gravedad, no deberían hacernos desviar la atención del sur del Mediterráneo, donde Europa se jugará de verdad su futuro.