La Afganistán de los Haqqani: año 2 (1ª parte)
Han pasado dos años desde que las milicias talibanes entraron en Kabul en agosto del año 2021 acabando así con el gobierno del Presidente Ashraf Ghani, ganador de las elecciones presidenciales del año 2014 y desde entonces Presidente de Afganistán hasta agosto del 2021. Tras una primera puesta en escena por parte de las autoridades talibanes de cara a convencer a la opinión pública internacional de que ellos no eran como sus antecesores del primer régimen talibán de 1996, se pudo ver como pasados los primeros meses la mayor parte de las libertades y derechos de los afganos y afganas aprobadas por el gobierno anterior iban a quedar eliminados. El nuevo régimen talibán dejo claro desde el principio que no iba a permitir ninguna medida que supusiera el libre ejercicio de libertades sociales, políticas, religiosas e individuales al margen de la ley sharía, especialmente estas últimas cuando eran ejercidas por las mujeres afganas, sumergiendo a Afganistán de nuevo en la oscuridad.
INTRODUCCIÓN
El segundo año de la Afganistán de los Haqqani al igual que el primero, ha hecho que el país está sumido en una fuerte inestabilidad lo que hace del mismo un Estado fallido. Esta primera parte del artículo hablará de la situación económica por la que pasa actualmente el territorio y de la persecución de los derechos de la mujer afgana, dejando la segunda parte del artículo para el tema de la seguridad.
La situación económica es pésima como hace un año por el bloqueo y sanciones al que está sometido el régimen por organismos y potencias internacionales salvo los fondos de asistencia humanitaria (1). La situación laboral derivada de la situación económica es similar, el empleo es escaso y salvo el personal de hoteles, supermercados, hospitales, transportes, milicias y funcionarios, la mayor parte del tejido laboral en las ciudades está paralizado. La agricultura que era un sector muy importante en el país, se ha visto afectada por la continua sequía y por décadas de guerra. La mayor parte de los trabajadores cualificados han huido del país y aún más teniendo en cuenta que el régimen talibán ha prohibido a las mujeres acceder a la mayor parte de empleos, apartando así del mercado laboral a la mitad de la población con lo cual el desarrollo del país se hace muy difícil.
Las mujeres que luchaban por sus derechos en Afganistán siempre han estado en el objetivo de los radicales y desde el primer régimen talibán hasta ahora han sufrido la ira y violencia de los mismos. Durante el primer régimen sufrieron una represión educativa y laboral sin precedentes, pero con llegada de los gobiernos de Hamid Karzai y Ashraf Ghani (2001-2021), si bien su vida tampoco fue fácil se lograron avances en educación, empleo y en ocupación de cargos públicos.
La Constitución afgana aprobada durante el gobierno de Karzai en el 2004 hacía mención en su artículo 22 a que hombres y mujeres eran iguales ante la ley sin lugar a ningún tipo de discriminación. Muchas mujeres ocupaban trabajos cualificados y no cualificados, principalmente en las grandes ciudades ya que la brecha campo-ciudad era notoria. En cuanto a la visibilidad pública de la mujer afgana durante ese periodo había mujeres periodistas, políticas, jueces o mandos de la policía las cuales corrían el peligro de ser asesinadas por los elementos más radicales de los talibanes o del Daesh afgano seguidores todos ellos de implantar una autentica dictadura misógina contra las afganas.
Son conocidos los casos de mujeres como el de Mina Mangal (2), periodista, asesora política y defensora de los derechos de la mujer, que fue asesinada a tiros en Kabul en mayo del 2019 o el de la activista india Sushmita Banerjee, afincada en Sharan, capital de Patkia (Afganistán) y autora de un libro en el que narraba su huida del primer régimen talibán, que fue secuestrada en el 2013 por varios individuos siendo también asesinada.
Los líderes del segundo régimen talibán durante las primeras semanas desde su entrada en Kabul, repetían que ellos no eran como sus antecesores del primer régimen entre 1996 y el 2001, ya que “cuando se trata de experiencia, madurez y visión, por supuesto que hay una gran diferencia entre nosotros ahora y el de hace veinte años. Hay una diferencia en las acciones que vamos a tomar. Este ha sido un proceso evolutivo"(3) explicaba el portavoz talibán Zabihulá Muhaid a la prensa pasados unos días de la entrada en Kabul.
LA AFGANISTÁN DE LOS HAQQANI: AÑO 2
El régimen talibán a pesar de la frenética labor diplomática con bastantes países sobre todo vecinos, continúa sin estar reconocido internacionalmente y las mínimas condiciones que se tienen que dar en el régimen para que se lleve a cabo el reconocimiento no se dan y no parece que en un futuro se vayan a dar pasos importantes en ningún ámbito del mismo, el cual lo forman miembros que procedían de la insurgencia y que no tienen experiencia política alguna ni de gestionar los recursos económicos de un país.
Desde su comienzo generaron mucha desconfianza porque a pesar de que sus portavoces repetían que habían evolucionado, siempre se pensó que podían cometer los mismos errores y horrores de sus antecesores del primer régimen y han dejado claro con el paso del tiempo que su ideología radical es gran parte de los aspectos la misma, todo ello a pesar de las continuas declaraciones de intenciones de sus dirigentes intentando adoptar formas distintas de sus antecesores del primer régimen, apagándose cualquier luz de esperanza al aplicarse bajo estricta y propia interpretación la ley sharía, todo ello a la vez que pedían a la comunidad internacional apoyo económico y reconocimiento internacional.
SITUACIÓN ECONOMICA Y COMERCIAL
En el año 2020 el PIB por habitante en Afganistán era de 453 euros, pero desatada la ofensiva talibán en el año 2021 para conquistar el país, el PIB bajó a 312 euros (4), todo ello llevó a Afganistán a situarse en el puesto 193 de 196 países en el ranking per cápita, lo que hace del ciudadano de Afganistán uno de los más pobres del mundo.
La situación es caótica estando los fondos de ayuda económica bloqueados excepto los humanitarios, así como los activos del banco central afgano en el extranjero a la espera de una mínima apertura del régimen, siendo urgente la ayuda humanitaria a una población necesitada de productos de primera necesidad. La situación por la que pasa la población afgana es terrible ya que si con el gobierno anterior el país tenía un 47% de población viviendo en la pobreza con el gobierno actual son un 97% según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (5), organización que se replanteó en abril del 2023 continuar con sus actividades en el país dada la prohibición en diciembre del 2022 de la máxima autoridad del régimen de emplear en las ONGs a las mujeres afganas.
El gobierno talibán pese a la parálisis de ingresos internacionales, ha logrado a nivel interno una fuerte recolecta de impuestos que le ha generado según datos del Banco Mundial 1.500 millones de dólares entre diciembre del 2021 y octubre del 2022. Otra fuente importante de ingresos han sido las aduanas sobre todo para las importaciones (6), al controlar el régimen todos los pasos fronterizos establecidos.
Afganistán en lo comercial es un auténtico cruce de caminos por su posición central en Asia y el régimen talibán ha mantenido frecuentes reuniones con los países vecinos de cara a explotar su posición y sus recursos minerales. China ha querido aprovechar su posición fronteriza y ha cerrado contratos millonarios para la explotación de minerales como cobre y litio, abundante este último en territorio afgano. La empresa china CAPEIC (7), firmó a principios de enero de este año un acuerdo con las autoridades afganas para extraer petróleo de una zona de 4.500 kilómetros en la provincia de Sar-e Pul, convirtiéndose China en uno de los principales inversores. Irán de igual manera estaría convirtiéndose en otro de los socios comerciales del régimen talibán al estar necesitado de capital en su país dadas las sanciones económicas de los EE. UU, si bien con este país el régimen talibán ha tenido problemas con el agua del rio Helmand que desemboca en lago Hamún, fronterizo entre los dos países, cuya agua reclaman los dos países para paliar sus problemas de sequía.
Rusia habría entablado reuniones comerciales con el régimen si bien la principal preocupación rusa ahora estaría en Ucrania, por el coste económico que le está causando la guerra por lo que las relaciones comerciales con Afganistán estarían en un segundo término. Pakistán sería uno de los socios preferentes al importar una cantidad importante de productos mineros y agrícolas afganos.
El 21 de agosto de este año, el máximo líder espiritual Hibatulá Akunzada decretó para el desarrollo del comercio y la industria del país que se impulsen las exportaciones teniendo en cuenta los intereses económicos del mismo y las relaciones con los países vecinos (8), pero Akunzada no hacía lo mismo con los derechos de la mujer.
LA PERSECUCIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER
Los dirigentes talibanes sabían que durante las primeras semanas desde su entrada en Kabul en agosto del 2021 el foco internacional iba a estar sobre ellos por lo que cuidaban las formas, ya que de ello dependía en gran parte el reconocimiento internacional y las ayudas económicas de organismos como la ONU o la Unión Europea. Aunque al principio a las afganas se las permitió trabajar en determinados empleos incluso con una acentuada discriminación salarial, como así lo reflejaba el Ranking Global sobre la Brecha de Genero que situaba a Afganistán en el último lugar de 146 países, el régimen acentuó aún más la presión y no permitió que la mujer afgana trabajara en la mayoría de situaciones, lo que significaba un ataque directo a su libertad.
Ello contradecía las palabras del portavoz talibán Zabihullah Mujahid, que en agosto del 2021 dijo que las mujeres afganas “vivirán felices, serán felices” y que “le aseguramos a la comunidad internacional que no habrá discriminación contra las mujeres, pero por supuesto, dentro de nuestros marcos” (9), nada más lejos de la realidad, desde el primer momento el máximo líder espiritual del régimen Hibatulá Akunzada, tuvo presente la rigurosa aplicación de la sharía y bajo rigurosa interpretación talibán.
Los derechos de las mujeres se adentraban en un verdadero “apartheid de género” como así lo llamó meses más tarde, el relator de la ONU para los derechos humanos en Afganistán, Richard Bennett y es que la mujer afgana tras dos años de régimen talibán ha visto como sus libertades prácticamente han desaparecido. El derecho a la educación a partir de los 12 años para las niñas ya no existe y para los niños solo existe bajo un absoluto proselitismo o adoctrinamiento talibán. La mujer no puede viajar sola a más de 70 kilómetros de su casa, teniendo que ir acompañada de un mahram o familiar mayor de edad. Los trabajos que puede desempeñar fuera de casa son escasos y con condiciones, como en hoteles, aeropuerto, hospitales y medios de comunicación. Su presencia en la política, policía, poder judicial etc. ha desaparecido y por supuesto deben de cubrirse la cara en público con el nikab, no pudiendo ir a gimnasios o salones de belleza y desde mayo de este año tampoco puede pasear por jardines y parques porque según las autoridades no se han respetado las reglas de paseo en las que se separaba a mujeres y hombres en diferentes horarios (10).
Como se dijo anteriormente, los hospitales es uno de los pocos lugares donde todavía trabajan mujeres. Malali Faizi es la directora del Hospital de Maternidad Malalai de Kabul desde enero del 2022, siendo el único caso en que una mujer ha sido nombrada por el gobierno talibán para dirigir una institución pública. Además, Malali en las declaraciones que hizo con ocasión de su nombramiento deja ver su total su total apoyo a la mujer afgana “Las mujeres somos una clase desfavorecida de la sociedad, por lo que me siento muy afortunada y felíz de servir a esta clase desfavorecida” (11).
Las mujeres afganas como decía Malali eran las más desfavorecidas de la sociedad y por ello grupos de ellas no iban a seguir las indicaciones del régimen talibán y no fueron pocas las activistas que se mostraron a favor de mostrar públicamente el rechazo a las medidas impuestas de eliminación de derechos, lo que provocó que el ministerio del interior talibán reprimiera a las manifestantes.
Mientras Sirajuddin por un lado reprimía a las afganas por otro concedía entrevistas, recordando la que le hizo en mayo del 2022 la periodista Christiane Amanpour de CNN durante la cual rara vez cruzó la mirada con ella y a la que comentó que había que mantener a las “mujeres traviesas en casa” (12), refiriéndose a las activistas que cuestionaban las medidas de su gobierno.
El 24 de diciembre del 2022 los talibanes subían otro peldaño en su afán totalitario contra la mujer y la prohibían trabajar para ONGs, sabiendo que muchas de ellas eran profesionales de la salud y como ello podía poner en peligro el tratamiento a miles de personas que necesitaban ayuda humanitaria.
Para los talibanes, dijo Asuntha Charles, directora nacional de la ONG World Vision en Afganistán, las mujeres deben estar en sus casas (13), cuidando a sus familias, no en la vida pública y no creen los talibanes que puedan contribuir al desarrollo de este país, en definitiva, las querían fuera de las calles.
Esta decisión totalitaria se vio respaldada entre otros miembros del gobierno talibán interino por el ministro para los refugiados y repatriación, Khalil Haqqani, tío de Sirajuddin y Anas Haqqani. Khalil afirmó en una reunión con el jefe de la agencia noruega para ayuda de los refugiados que tuvo lugar a principios de enero de este año que “La cantidad de ayuda no resolverá nuestros problemas” (14).
Los países de la Unión Europea, Gran Bretaña y EE. UU condenaron la decisión del régimen talibán y evaluaron el impacto que podía tener tal medida sobre el pueblo afgano que podía ser devastadora. La medida también fue criticada por países de diferente órbita a los anteriores como Turquía y Arabia Saudí. Las palabras del ministro turco de exteriores Mevlut Cavusoglu contra la medida que habían tomado los talibanes eran lo suficientemente elocuentes “no es islámica ni humana” (15). En esa línea coincidieron también los ministros de exteriores de China, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Rusia, Pakistán e Irán, quienes reunidos el 13 de abril de este año en Samarcanda (Uzbekistán) hicieron un llamamiento a los talibanes para que construyeran un gobierno inclusivo, “los países vecinos necesitan guiar a los talibanes afganos para que sigan la tendencia de los tiempos, aprendan de las prácticas maduras de otros países musulmanes, y muestren más inclusividad” (16). Todos acordaron promover que el régimen talibán proteja los derechos e intereses de las mujeres.
También se supo de una reunión el 12 de mayo en Kandahar entre el primer ministro de Qatar Mohammed bin Abdulrahman al-Thani con el líder supremo Akunzada para pedirle entre otras cuestiones que terminaran las prohibiciones de los talibanes sobre la educación de las niñas y el empleo de las mujeres. Esta reunión fue la primera que mantuvo Akunzada con un líder extranjero (17).
La activista afgana residente en Los Ángeles (EE.UU) Najia Munira Akunzada e integrante del Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas (CAIR-LA) y que asiste entre otras actividades a ciudadanos afganos que huyen del régimen talibán en busca de seguridad, fue muy crítica con la eliminación de derechos a las mujeres por parte del régimen talibán, “La importancia de la educación tanto para hombres como para mujeres se ha enfatizado desde la época del Profeta Muhammad (la paz sea con él). Al crecer, muchas niñas musulmanas se inspiraron en el hecho de que la esposa del Profeta Muhammad (la paz sea con él) dirigía con éxito su propio negocio y que una mujer musulmana en Marruecos fundó la primera universidad del mundo” (18).
Todas estas críticas a nivel internacional acrecentaban el rechazo al régimen. El ministro de interior Sirajuddin Haqqani junto al ministro de defensa Mohammad Yaqoob posicionados al menos públicamente a favor de buscar la manera de que la sharía permita el acceso a la educación a las niñas mayores de 12 años, hicieron declaraciones que trajeron como consecuencia que subiera la tensión entre facciones dentro del régimen. Yaqoob en un evento celebrado en febrero del 2023 por el 34 aniversario de la retirada soviética de Afganistán, dijo expresamente que “Nunca debemos ser arrogantes y orgullosos. Siempre debemos escuchar las demandas legítimas de la gente” (19), afirmación que muchos interpretaron como un claro mensaje a Akunzada, pero no solo fue Yaqoob el que virtió este tipo de declaraciones, Sirajuddin Haqqani en febrero del mismo año criticó en Khost la monopolización del régimen y que “esta situación ya no se puede tolerar” a la vez que pedía a las Fuerzas de seguridad un trato cauteloso con la gente para que no odien al régimen. Haqqani dejo claro en su discurso que la situación actual no era aceptable y que tenía que haber reformas (20). A pesar de las críticas hoy en día siguen respetando a la máxima autoridad en todas sus decisiones las cuales son de obligado cumplimiento.
CONCLUSIONES
El ejercicio de la libertad individual y colectiva se ha visto perseguido por las autoridades del régimen. La libertad de expresión no existe, salvo riesgo de ser detenido si criticas el totalitarismo del régimen, la libertad de prensa ha sido eliminada porque toda la información pasa por la censura, la libertad a la educación ha sido lapidada sobre todo para las niñas a partir de los 12 años, siendo los niños educados en las estrictas enseñanzas que marca la ley sharía bajo interpretación talibán. La libertad religiosa y política se ha reducido a un solo dogma y a un solo partido por así decirlo, las minorías no tienen derechos. Todo esto es una muestra de una batería de derechos que han sido reducidos o eliminados por los talibanes, que hace imposible cualquier reconocimiento internacional a pesar de las peticiones de algunos países para que el régimen lleve a cabo medidas inclusivas para integrar a las minorías religiosas y mujeres en su gobierno.
El mismo Consejo de Seguridad de la ONU se reunía a finales de abril para condenar las políticas represivas contra la mujer por parte del régimen talibán que la prohibía trabajar en la zona para la ONU y ONGs lo cual iba contra los derechos humanos. Como respuesta, Anas Haqqani, hermano de Sirajuddin y asistente en los acuerdos de Doha como asesor del régimen, dijo que la política de presión del Consejo había fallado y que no debía continuar por ese camino (21).
Ante todo, lo expuesto es difícil de prever que el pueblo afgano a corto plazo se revele contra el régimen dado el miedo que se ha impuesto en la sociedad civil afgana. Se ha dado por hecho en la mayoría de ámbitos internacionales que las autoridades del régimen talibán son los dirigentes interinos del gobierno a falta de reconocimiento internacional, porque no se dan las condiciones básicas para que se lleven a cabo la misma. Por ejemplo, no hay un gobierno inclusivo que permita al mismo el acceso a personas de cualquier género, etnia o creencia y existe una persecución obsesiva de los derechos de la mujer, unido todo ello al factor de la inseguridad a pesar de la seguridad que intenta transmitir el régimen y de lo cual se hablará en la segunda parte. Todo lo anterior hace que el régimen talibán no pueda ser reconocido jurídica e internacionalmente.
Para acabar este artículo se hace mención a una de las pocas presentadoras que quedan en la televisión afgana, Basira Joya del canal Arayan, que criticó las exigencias de los talibanes para poder seguir llevando a cabo su trabajo “El islam es una religión de bondad y nunca impone algo a hombres o mujeres" (22).
Luis Montero Molina es politólogo, analista de Sec2Crime y del observatorio OCATRY.
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