Cómo Abdallah Laroui deconstruye la tesis separatista sobre el Sáhara marroquí
Un esfuerzo que no solo implica la búsqueda de respuestas, sino también la creación de nuevas preguntas que desafían nuestra comprensión del mundo. A través de la investigación creativa, la reflexión crítica y el arte de compartir y transmitir, un pensador se convierte en un explorador de ideas, que ilumina como un faro caminos inexplorados y despierta la curiosidad en las mentes contemporáneas.
Sin embargo, un proyecto intelectual no solo es un programa de investigación y reflexión con objetivos claros, que consisten en explorar, desarrollar o profundizar ideas, conceptos o conocimientos en un área particular, sino que es más bien una empresa multidisciplinaria que busca enriquecer las perspectivas de investigación y llegar a resultados más relevantes, y que se distingue al mismo tiempo por su modo de compromiso ético y reflexivo frente a los grandes problemas contemporáneos.
En este sentido, un pensador portador de un proyecto intelectual se diferencia de otros por su enfoque coherente y holístico, que combina diversas disciplinas para desarrollar ideas y conectar teoría y práctica. Además, se caracteriza por su participación activa en el ámbito público, donde comparte sus análisis e ideas, lo que a menudo tiene un impacto notable en el pensamiento colectivo y en la sociedad en general.
Los proyectos intelectuales de las grandes figuras del pensamiento humano suelen ser emprendimientos de toda la vida, ya que requieren un compromiso a largo plazo. Esto implica desarrollar y evolucionar ideas durante un período prolongado, integrando nuevas perspectivas y adaptándose a cambios sociales, políticos o culturales.
Abdallah Laroui, destacado historiador y filósofo marroquí, es un ejemplo distinguido de esta clase de pensadores, ya que lleva desarrollando hace más de medio siglo, una obra impresionante que no cesa de sorprender tanto por su abundancia como por la variedad de temas que aborda, el hilo conductor que traviesa esta obra intelectual es la modernidad y la modernización del pensamiento y de la sociedad en Marruecos, como en el conjunto del mundo árabe.
El proyecto intelectual de Abdallah Laroui, se manifiesta a través de una amplia gama de obras que marcan un verdadero punto de inflexión en el contexto árabe contemporáneo. Sus escritos, que destacan por su amplio alcance, abarcando disciplinas como la filosofía, la historia, la sociología y la política, reflejan una profunda comprensión del legado islámico, así como una perspicaz visión de los cimientos de la modernidad occidental y las filosofías modernas.
A través de su prolífica y continua producción, extendida por más de seis décadas, y caracterizada por la coherencia en su contenido científico y su rigor metodológico, Abdallah Laroui asoció constantemente el logro del Renacimiento árabe con una crítica del pensamiento tradicional y la integración del pensamiento moderno, enfocándose particularmente en el estudio de la historia. Además de contribuir significativamente a enriquecer la biblioteca árabe y francesa con más de 30 libros escritos en árabe y francés, el prestigioso historiador, nunca dejo de tomar posición en los grandes temas y debates que ocupan tanto a la sociedad marroquí como al mundo árabe, tal como él mismo lo reconoce al escribir en su libro “Filosofía e Historia”: “Cuando me ocupo de la situación específica de Marruecos, hago un trabajo de historiador, y cuando me vuelvo hacia la cultura árabo-musulmana, me convierto en sociólogo, pero cuando centro mi atención en los conceptos, utilizo la filosofía”.
En sus obras que cubren una variedad de géneros como la historia, la filosofía, la novela y la autobiografía, el prestigioso historiador dedica una atención muy particular a la cuestión del Sahara marroquí. A través de sus escritos, y muy particularmente de su libro “Argelia y el Sahara marroquí”, así como de su obra “Pensamientos de la mañana. Diarios 1974-1981” o de su más reciente publicación “Cuadernos COVID”, Abdallah Laroui explora profundamente los complejos contextos históricos y políticos en los que se enmarca el conflicto del Sáhara, ofreciendo una visión lucida y reveladora sobre las dinámicas regionales que configuran la identidad y el futuro del Sáhara bajo la soberanía marroquí, una visión perfectamente inscrita en su proyecto intelectual, dedicado especialmente a descolonizar la historia del Magreb, cuestionar la historiografía colonial y fomentar un pensamiento crítico, que permite a los historiadores del Magreb reapropiarse de su historia para evitar que otros lo hagan.
Cabe recordar en este contexto, que el Reino de Marruecos fue objeto de una triple colonización, francesa en su zona central y española en el norte y en el sur del país, a lo que hay que añadir de una triple administración internacional de la ciudad de Tánger ejercida por potencias extranjeras. Por lo tanto, Marruecos tuvo que negociar, por etapas, el retorno de las diferentes partes de su territorio nacional y ello en total conformidad con los principios y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas. El mismo procedimiento ha seguido para la zona sahariana bajo administración española. De este modo es como Marruecos pudo recuperar Tarfaya en 1958 y Sidi Ifni en 1969.
Conviene destacar aquí, que tanto el Sáhara como la zona de Sidi Ifni formaban parte de un mismo “paquete”. Por ende, la resolución 2072 de 1965 de la Asamblea General “instó al Gobierno español, en tanto que potencia administrativa, a tomar inmediatamente las medidas necesarias para la liberación de Ifni y del Sáhara español y, a tal fin, a entablar negociaciones con respecto a los problemas relativos a la soberanía que plantean ambos territorios”. El régimen español de aquella época aceptó la devolución de Sidi Ifni en primer lugar y diferir, por consideraciones político-militares, las negociaciones sobre la región de “Sakiaa Hamra y de Oued Eddahab”.
Lamentablemente, el cambio de contexto, tanto en lo concerniente a España y al Magreb, como en el plano internacional, hizo que la recuperación de la región del Sáhara diera lugar a impugnaciones tras la firma del Acuerdo de Madrid en noviembre de 1975, acuerdo que fue debidamente registrado ante el secretario general de Naciones Unidas.
Durante el período colonial español, el Frente Polisario no existía. La única reivindicación del territorio a escala internacional procedía únicamente de Marruecos. En el plano internacional, el Polisario no está reconocido como “movimiento de liberación” y menos aún como “representante exclusivo y legítimo” de la población saharaui. Por lo tanto, el Polisario no goza de ningún fundamento jurídico, popular o de algún tipo de legitimidad democrática para aspirar a la representatividad de las poblaciones de origen saharaui.
Cuando el Sáhara fue recuperado por Marruecos en 1975 tras la salida del colonialismo español, Argelia se involucró en un conflicto artificial con Marruecos en nombre del apoyo al llamado “pueblo saharaui”, creando una república ficticia, con el objetivo de bloquear a Marruecos por el sur y aislarlo del continente, con el fin de alcanzar el liderazgo en la región gracias a una vasta geografía creada por el colonialismo franceses y una enorme riqueza petrolera.
En los principios de los años 70, Abdallah Laroui ya dedicaba una atención particular a la cuestión del Sáhara marroquí en todas sus dimensiones. Su análisis, que cubre los aspectos históricos, sociopolíticos y económicos, sigue siendo perfectamente relevante hoy en día. Laroui prioriza en este conflicto el legado histórico sobre el Derecho Internacional, que considera inadecuado, sesgado e injusto. Por lo tanto, su obra sigue siendo de gran actualidad.
En este asunto, Argelia no es la única que utiliza el tema del Sáhara como herramienta de presión política. Al igual que otros, se apoya en normas internacionales y una compleja situación geopolítica que afecta a Marruecos. En el corazón del libro se encuentra una pregunta clave, ¿por qué la postura de Marruecos resulta incomprensible para muchos países? Según Abdallah Laroui, aquellos países que desacreditaron sistemáticamente la tesis marroquí apoyando incondicionalmente el proyecto separatista no comparten la misma estructura y experiencia histórica de Marruecos, puesto que surgieron de una tipología de Estados extraída de la historia colonial, de ahí la importancia de la perspectiva crítica desarrollada por el autor de “Argelia y el Sáhara marroquí” sobre los aspectos históricos y jurídicos de la reivindicación marroquí, y más precisamente sobre el derecho internacional, considerándolo como un producto de las relaciones de poder surgidas durante la era colonial.
Laroui sostiene en este libro, que el Derecho Internacional actúa como un “modus vivendi” para las naciones nacidas de la colonización, lo que implica que este derecho refleja y legitima las dinámicas de poder establecidas durante el colonialismo, en lugar de ofrecer una base neutral para resolver conflictos territoriales como el del Sáhara marroquí. Esto sugiere que el Derecho Internacional puede no ser suficiente para superar las realidades históricas y geopolíticas complejas que han configurado las fronteras y las disputas territoriales en la región.
Las observaciones de Abdallah Laroui sobre el tratamiento del asunto del Sáhara marroquí por el derecho internacional coinciden claramente con las teorías críticas del Derecho Internacional, ya que destacada sus limitaciones y sus sesgos, a menudo influenciados por perspectivas occidentales, que pueden pasar por alto la realidad histórica y cultural de las regiones afectadas. Cuando estas teorías críticas consideran que el Derecho Internacional es un derecho colonial, subrayan que, es simplemente una herramienta que ha sido moldeada por dinámicas coloniales y eurocéntricas, sirviendo a menudo para imponer normas y valores occidentales y legitimar la dominación de antiguas potencias coloniales.
Si los defensores del Derecho Internacional argumentan que este último se basa en el Derecho Natural y, por lo tanto, es universalmente aplicable a todos, varios internacionalistas críticos argumentan que el Derecho Internacional no se basa en ningún “derecho natural inherente” y que es esencialmente una creencia socialmente construida y no un dato a priori; por lo tanto, basar el Derecho Internacional en el Derecho Natural es confundir un argumento a posteriori con una verdad a priori.
Las teorías críticas del Derecho Internacional sostienen que, si el Derecho Internacional no es derecho, en el sentido en que cada uno tiene la opción de adherirse a él, no es moralidad internacional, ya que la moralidad es una construcción social. Entonces, el Derecho Internacional es simplemente un aspecto de la política, que puede manipularse en beneficio propio y político.
En este sentido, Abdallah Laroui deja claro que el Derecho Internacional del que hablamos le parece sencillamente inexistente en el momento en que la China popular reivindica el Tíbet y Taiwán, basándose en derechos que son comparables a los de Marruecos sobre el Sáhara, así como cuando los vietnamitas y los norcoreanos justifican su deseo de unificar sus respectivos países por la existencia de una nación unida anteriormente a la ocupación extranjera, pero donde Abdallah Laroui cuestiona más el Derecho Internacional es en el tratamiento que reservó al caso del Sáhara marroquí y muy precisamente cuando “el Tribunal de La Haya ha demostrado la inexistencia de un verdadero Derecho Internacional, al revelar el carácter estrechamente latino-occidental del Derecho que practica, con la bendición, hay que reconocerlo, del locuaz representante de la República argelina”.
Hay que añadir que el enfoque posmoderno del Derecho Internacional insiste esencialmente en el cuestionamiento del universalismo, que consiste en poner en duda la idea de soluciones universales y paradigmas totalizadores en el Derecho Internacional, promoviendo en su lugar una pluralidad de métodos y enfoques, poniendo así el acento en la importancia de reconocer y abordar la complejidad y diversidad de las situaciones internacionales, que escapan a la simplificación de las soluciones jurídicas, de ahí la relevancia de la nueva perspectiva del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reafirmando su “voluntad de ayudar a las partes a alcanzar una solución política justa, sostenible y mutuamente aceptable”
Cuando el eminente historiador Abdallah Laroui invita en el presente libro a una reflexión crítica sobre el Derecho Internacional, cuyos orígenes coloniales aún influyen actualmente en las Relaciones Internacionales, alienta consecuentemente una reevaluación de la relación entre la Historia y el Derecho, en la medida en que el conflicto sobre el Sáhara marroquí se enmarca en un contexto bastante particular, que exige una cierta compatibilidad entre la verdad histórica y la verdad jurídica.
En el fondo de esta verdad histórica se encuentran varios actores principales, entre los cuales destaca Argelia, pero también España. Aunque el título del libro “Argelia y el Sáhara marroquí” sugiere un enfoque en el papel de Argelia en el conflicto del Sáhara, España emerge como un actor crucial debido a su implicación histórica en la región. Laroui analiza cómo las decisiones y acciones de España han influido en el conflicto, especialmente en su configuración territorial y política. A través de su obra, Laroui interpela a España en varias etapas de este conflicto artificial, destacando su legado colonial en la zona, recordando cómo responsabilizaba durante tanto tiempo al Soberano marroquí de la vida de sus nacionales en la costa atlántica al sur del Oued Noun, cuando colaboró con Francia en 1934 con el fin de poner fin a la última resistencia de los combatientes marroquíes en el Sáhara, cuando en 1964 estaba dispuesta a devolver a Marruecos el Sáhara a cambio de una renuncia formal a los Presidios, y cómo la tesis argelina, en un momento dado, coincidió con la suya.
Con argumentos históricos y políticos inequívocos, Abdallah Laroui deconstruye el relato separatista sobre el Sáhara Marroquí, denuncia la impostura de juzgar a Argelia por sus intenciones y a Marruecos por sus acciones, restableciendo al mismo tiempo verdades históricas sobre la autenticidad de las reivindicaciones de Marruecos respecto a la culminación de su integridad territorial.