Hanuká, la fiesta judía con la guerra de Gaza de fondo

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Desde la noche de este jueves 7 de diciembre los hogares de judíos de todo el mundo alumbran la primera vela de un candelabro de nueve brazos. Lo que se conmemora ocurrió hace 23 siglos, en concreto en el año 167 a. C. Fue entonces la matanza de miles de hebreos, que se resistían a la helenización forzada por Antioco IV Epifanos, perteneciente a la dinastía Seleucida, que reinaba entonces sobre Judea.

Símbolo mayor del sometimiento que Antioco pretendía de los judíos fue la prohibición de la celebración de sus actos de culto en el Gran Templo de Jerusalén, profanado en consecuencia al instaurar en su lugar la devoción a los dioses paganos, con Zeus a la cabeza. El pueblo hebreo se revolvió y se propuso la reconquista del templo, que tomó a costa de miles de muertos. Los supervivientes de la masacre lograron instalar un altar provisional para efectuar sus propias celebraciones. A esta “reinauguración” es a la que se denomina en sentido literal “Hanuká”, evocadora a la vez de una reconstrucción nacional y el correspondiente renacimiento espiritual, según lo definen especialistas como Jean-Christophe Attias y Esther Benbassa en su “Dictionnaire des mondes juifs” (Ed. Larousse). 

Según la tradición talmúdica, se produjo un prodigio aún inexplicado: al recuperar el culto judío en el Templo, y encender los siete brazos del candelabro conocido como Menora, los hebreos descubrieron que solo había una sola lamparilla de aceite consagrado, suficiente únicamente para un solo día.  Milagrosamente, la lámpara ardió ininterrumpidamente durante ocho días, el tiempo que se tardaría en poder fabricar aceite nuevo. Es por ello por lo que la fiesta de Hanuká dura ocho días coincidentes con el comienzo del invierno, en concreto a partir del 25 kislev, situado entre noviembre y diciembre. 

Así, para la conmemoración, todos los hogares alumbran una vela del candelabro de nueve brazos (hanukia) utilizado para Hanuká, situado preferentemente junto a una ventana. El noveno brazo del candelabro sirve para situar ahí la vela auxiliar denominada shamash, con la que se van encendiendo las otras ocho del periodo festivo conmemorativo. 

Sobreentendida ya como una Fiesta de las Luces, su tradición ha sido adoptada también por otras religiones, especialmente las cristianas. Así, tal Fiesta de las Luces se conmemora con gran pompa popular en localidades de gran raigambre católica como Lyon, Colonia o Milán, en donde se resalta el sentido ecuménico de la reconciliación y de la propia depuración espiritual personal. 

Cuando los combates se están recrudeciendo en la guerra de Gaza, mientras que en la europea Ucrania cunde el miedo a que la paralización de la ayuda occidental, especialmente de Estados Unidos, facilite los planes expansivos del presidente ruso, Vladímir Putin, cada comunidad tiene, pues, muchas cosas que celebrar o lamentar según sus propias peripecias y circunstancias. Que no decaiga al menos la esperanza en que las luces de Hanuká alumbren, e incluso deslumbren y despierten la piedad de mentes y corazones.