Israel se prepara para una aliá masiva ante la explosión del antisemitismo

Sinagoga en República Checa - Depositphotos
Las instituciones europeas lo niegan o, cuando menos, lo suavizan; las comunidades judías instaladas en Europa dan cuenta en cambio del fortísimo auge del antisemitismo, acentuado a raíz de la masacre del 7 de octubre de 2023 de Hamás contra los asistentes judíos a un festival de música y los residentes en los kibutzim adyacentes. Aquella razzia se saldó con 1.200 muertos, 3.300 heridos y 251 rehenes llevados a Gaza, y de los que aún quedan un centenar -vivos o muertos- en manos de la organización terrorista.  

La emoción y solidaridad con Israel que suscitó aquella matanza apenas duró un suspiro. La inmediata respuesta de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), bajo la consigna de erradicar y destruir a Hamás, trocó aquella inicial y supuesta simpatía hacia Israel en una creciente condena de sus ataques masivos a los centros en los que se refugiaban los terroristas. De nada parecían valer las múltiples evidencias recopiladas por los soldados israelíes, que mostraban cómo los terroristas de Hamás no tenían empacho alguno en utilizar escuelas, hospitales y otros centros públicos para instalar bases y rampas móviles para el lanzamiento de misiles y drones, previamente suministrados por sus mentores iraníes. Al mismo tiempo, el conteo diario de víctimas palestinas realizado por el propio Hamás (más de 45.000 muertos y casi 110.000 heridos al terminar el año 2024), tendían a opacar y hacer olvidar la responsabilidad en el desencadenamiento de esta guerra, a la que pronto se unirían otras organizaciones terroristas sostenidas y teledirigidas por Irán como la Yihad Islámica, Hezbolá y los hutíes de Yemen.  

La consiguiente explosión de antisemitismo no se hizo esperar. Yossi Lempkowicz, redactor jefe de European Jewish Press, con base en Bruselas, da cuenta de que cada quince minutos se produce un incidente antisemita en Europa, componiendo “una oscura cortina de niveles récord de odio contra los judíos”. Tanto es así que “si los gobiernos de toda Europa no se enfrentan al problema vamos a empezar a ver un éxodo masivo de los judíos”. La gota que de momento ha colmado el vaso es el reciente pogromo de Amsterdam, en el que los aficionados israelíes que fueron a ver un partido de fútbol fueron perseguidos y atacados por las calles de la ciudad holandesa.  

El citado Yossi Lempkowicz sostiene que la explosión del antisemitismo no ha surgido de la nada sino de “la normalización del odio a los judíos”. Apoya su afirmación en que ha sido un proceso gradual, primero con la aparición de esvásticas cada vez más numerosas en las manifestaciones, luego con acusaciones difamatorias de genocidio, más tarde con la negación del derecho a existir del único Estado judío en el mundo, salpicado de lemas amplificados incluso por gobernantes (la vicepresidente española Yolanda Díaz, por ejemplo), como “Palestina desde el río hasta el mar” y grafitis nada inocentes como “Mata a un judío”. Todo ello, con el creciente hostigamiento a los judíos en los campus universitarios, en los que han crecido exponencialmente los llamamientos a una “intifada global”.  

Para la Asociación Judía Europea “el antisemitismo en Europa es el peor desde la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de instar a la UE en su conjunto y a sus Estados miembros a 'declarar un período de emergencia de seis meses'” para combatir el antisemitismo.  

La AJE exige medidas especiales para garantizar la protección de las comunidades judías de toda Europa, una vez comprobado que “valores fundamentales -la tolerancia, el respeto mutuo, la libertad de identificarse, de ser y de vivir- ya no pueden ser dados por sentados por los judíos de Europa.  

La percepción de la gravedad del problema ha llevado al ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, que también es el líder del Partido Nueva Esperanza, a instar al primer ministro, Benjamin Netanyahu, a que Israel se prepare para un aumento considerable de la inmigración masiva de judíos, lo que se conoce como aliya.    

Para Saar, “la ola de antisemitismo mundial requiere un plan nacional amplio que incluya la absorción en las mejores condiciones de tan masiva ola inmigratoria”. El ministro señaló especialmente al Reino Unido y a Francia como los principales países de los que se están marchando ciudadanos judíos, pero advierte de que el fenómeno se está extendiendo también a otros países de la UE. En Londres se registró en noviembre pasado la mayor manifestación de protesta desde 1936 contra el creciente odio a los judíos. Y en Francia, numerosos funcionarios instaron a una respuesta colectiva de la UE a lo que describieron como “una de las peores explosiones de antisemitismo de la historia reciente”.  

En el mismo mes de noviembre, un informe del Ministerio de la Diáspora de Israel concluyó que, desde la masacre del 7 de noviembre de 2023, más del 98% de los judíos residentes en Europa informaron de haber sufrido incidentes antisemitas en su vida diaria.  

Caso de confirmarse y producirse esta aliá masiva, el Gobierno de Israel deberá proceder a numerosas actuaciones, la más importante proveer de alojamiento a esa inmigración, lo que puede desencadenar nuevas controversias a propósito de tales asentamientos.