La filosofía de las enseñanzas del Islam (11)
“Y adorad a Al’lah y no asociéis nada a Él, y sed bondadosos con los padres, los parientes, los huérfanos, los necesitados, con el vecino afín a vosotros y con el extraño, con el compañero que está a vuestro lado, con el viajero y con los que poseen vuestras diestras. En verdad, Al’lah no ama a los orgullosos ni a los jactanciosos. Que son avaros e incitan a los demás a ser tacaños, y ocultan lo que Al’lah les ha dado de Su magnanimidad. Y para los incrédulos hemos preparado un castigo humillante”. (4:37-38)
El Verdadero Valor
Entre las condiciones naturales del hombre se encuentra una que se asemeja al valor. Es ésta la condición natural de valentía que conduce al niño a poner la mano en el fuego. En esta condición el hombre se enfrenta intrépidamente a tigres y otras bestias salvajes, y se dispone a combatir en solitario a un gran número de personas. Tal persona es considerada muy valiente. Pero se trata solamente de una condición natural que se encuentra incluso en los animales salvajes y en los perros. El verdadero valor, una de las cualidades morales elevadas, está condicionado por el lugar y la ocasión, como nos enseña la Santa Palabra de Dios en los siguientes versículos:
“Y los pacientes en la pobreza y en las desgracias, y el constante y firme en tiempo de guerra”. (2:178)
“Y los que perseveran buscando el favor de su Señor”. (13:23)
“Esos a los que dijeron los hombres: “La gente se ha reunido contra vosotros, así que temedles”; pero esto solo aumentó su fe, y dijeron: “Nos basta con Al’lah, ¡qué excelente Guardián!”” (3:174).
Su valentía, por lo tanto, no es como la de los perros y los animales salvajes, que proviene de sus instintos naturales y abarca un solo aspecto. Su valentía tiene dos facetas. A veces su valentía personal les permite luchar y vencer a sus propias pasiones; y a veces consideran apropiado luchar contra un enemigo, y acometen contra él, no por el impulso de su pasión excitada, sino para defender la verdad. No confían en sí mismos, sino que confían en Dios y se comportan con valentía.
“No seáis como los que salieron de sus casas para jactarse de sus obras, para hacer alarde ante la gente”. (8:48)
Estos versículos muestran que el verdadero valor deriva de la constancia. Mantenerse firme ante todas las pasiones personales, ante todas las calamidades que atacan como enemigos, y no escapar como un cobarde, es prueba de un verdadero valor. Por lo tanto, existe una gran diferencia entre la valentía humana y la de un animal salvaje. El animal salvaje reacciona de una sola forma, cuando se le provoca, pero el hombre que posee la verdadera valentía puede elegir entre la confrontación y la no resistencia, según lo que requiera la ocasión.
La Veracidad
Una de las cualidades naturales del hombre es la veracidad. Por regla general, el hombre no desea mentir, a no ser que algún motivo egoísta le induzca a hacerlo. Siente repugnancia por la mentira y se resiste a recurrir a ella. Siente desprecio y desagrado hacia aquél que se comprobó que mintió. Pero esta tendencia natural no puede considerarse cualidad moral. Incluso los niños y los dementes la muestran. No se puede llamar veraz a una persona mientras no deseche los motivos que le alejen de la verdad. Quien dice la verdad cuando sus propios intereses no se ven afectados, pero que está dispuesto a mentir cuando se trata de su honor, sus bienes y su vida, huyendo de la verdad, no es superior a un niño o a un demente. ¿Acaso los dementes y los menores no dicen tal verdad? Apenas hay en el mundo quienes dirían una mentira sin tener motivo. La veracidad que se abandona para evitar un daño amenazante no constituye una cualidad moral. La ocasión que más exige que digamos la verdad es aquella en la que tememos perder la vida, los bienes o el honor. En este contexto la enseñanza Divina establece:
“Absteneos, pues, de la inmundicia de los ídolos y evitad la palabra falsa”. (22:31).
Esto nos muestra que la falsedad es también un ídolo, y que aquél que en ella confía deja de confiar en Dios. De ahí que el que mintiese perdería a Dios.
“Y los testigos no deben negarse cuando son llamados”. (2:283)
“Y no ocultéis el testimonio. Quien lo oculte sepa que tiene un corazón pecador”. (2:284)
“Y cuando habléis, observad la justicia, incluso aunque la persona interesada sea un pariente”. (6:153)
“Sed estrictos en la observancia de la justicia, actuando de testigos por la causa de Al’lah, aunque sea contra vosotros mismos o contra vuestros padres y familiares”. (4:136)
“Y que la enemistad de un pueblo no os incite a actuar con injusticia”. (5:9)
“Los hombres veraces y las mujeres veraces … Para todos ellos Al’lah ha preparado el perdón y una magnífica recompensa ”. (33:36)
“Se exhortan unos a otros a aceptar la verdad y se animan mutuamente a ser perseverantes”. (103:4)
“Y aquellos que no dan falsos testimonios”. (25:73)
La Paciencia
Una de las cualidades naturales del hombre es la paciencia ante las enfermedades y las aflicciones, a la que recurre después de muchas quejas y lamentaciones. Es natural que un hombre grite y gima ante las aflicciones, y que al final, tras desahogarse, emprenda la retirada. Ambas condiciones son naturales, pero no son en ningún sentido parte de una cualidad moral. En este contexto, la cualidad moral pertinente consiste en considerar cualquier pérdida sufrida como medio de devolver a Dios lo que Él nos había otorgado, sin quejarse de ello. Debemos afirmar que se trataba de un don de Dios, que Él ha retirado, y que nuestro deber es aceptar la voluntad de Dios. En este contexto el Santo Corán nos advierte:
“Y os pondremos a prueba con algo de temor y hambre, y con la pérdida de riquezas, de vidas y de frutos; pero dad la buena nueva a los pacientes. Aquellos que, cuando les aflige una desgracia, dicen: “En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos”. (2:156-157)
Esta cualidad moral se llama paciencia, o acatamiento ante la voluntad Divina. En un aspecto se podría llamar equidad o justicia. A lo largo de la vida de un hombre, Dios Altísimo dispone miles de asuntos según los deseos de éste, y le otorga infinidad de favores de manera que sería ingrato por parte del hombre alejarse cuando Dios le pida que se someta a Su voluntad, mostrándose crítico, perdiendo su fe y eligiendo el mal camino, mostrándose descontento con los deseos de Dios.
(lpbD) – la paz y las bendiciones de Dios sean con él.
[Continuaremos con la entrega 12, donde expondremos temas tales como “La Simpatía hacia la Humanidad” y “La Búsqueda de un Ser Supremo”].