El rol global de España en 2019

Alex Erquicia

Las fuerzas políticas rupturistas, las cuestiones sociales y medioambientales, los desafíos tecnológicos y el impacto económico de todo ello han establecido un panorama mundial complejo e incierto en el que España tiene un perfil internacional relevante como potencia media con presencia global. El contexto lleva a la importancia de España intensifique una renovación estratégica de la política exterior que se viene produciendo gradualmente desde hace un tiempo. El cambio de modelo de la gobernanza económica internacional basado en el orden liberal que se impuso tras la Segunda Guerra Mundial y la nueva Guerra Fría que hoy en día sucede en múltiples planos (la guerra comercial entre China y Estados Unidos, los alineamientos internacionales alrededor de Venezuela o la carrera tecnológica y espacial son algunos ejemplos) obligan a España a reforzar el multilateralismo, a hacer valer su posición en la Unión Europea y a profundizar su protagonismo en el escenario global.   

Con este escenario se presentó en Madrid el informe anual España en el mundo en 2019: perspectivas y desafíos, realizado por el Real Instituto Elcano. En él se analiza la posición internacional actual del país y se hace balance a lo ocurrido en 2018. La séptima edición del policy paper plantea que frente al avance del desorden nacionalista y populista España debe seguir apostando por la apertura, la cooperación internacional y por "un proyecto europeo que resista el empuje del revisionismo antiliberal y de la intolerancia identitaria". En Europa "hay gran demanda de más España", declararon los investigadores del think tankdurante la presentación del informe en Madrid. El evento coincidió con la primera visita de Estado de los Reyes a Marruecos, país vecino, aliado estratégico y un actor clave en uno de los temas que impondrán la agenda internacional: la gestión de los flujos migratorios y manejo de las llegadas irregulares. 

Indudablemente, la coyuntura de la posición de España en el mundo está ligada a la UE. Aún así España tiene que decidir cuáles son sus ejes de acción. Las prioridades estratégicas en la política exterior que ayudarán a forjar España como potencia media europeísta con proyección global son el multilateralismo y la Agenda 2030; la gestión migratoria que conforme pase los meses ocupará mayor peso; el cometido de impulsar la imagen exterior de España en el contexto del conflicto catalán ("a pesar de que hoy haya más información"); y por último la interacción con Europa especialmente dado que en el contexto del Brexit, España gana peso y presencia en la Unión. Específicamente en su relación con Europa, y como parte fundamental de la acción exterior nacional, hay dos asuntos que serán importantes para España este 2019: por un lado las negociaciones de los presupuestos europeos durante un periodo de siete años (el Marco Financiero Plurianual 2021- 2027) porque "no puede olvidarse que España sigue siendo receptor neto de fondos europeos y, aunque es muy posible que eso cambie en el período posterior a 2020, el Gobierno negocia pensando también en la política agrícola común y en la de cohesión", lee le informe. Por otro, el nombramiento de puestos de alto y medio nivel en las instituciones financieras a partir de mayo. En esa línea durante la presentación del informe el panel reconoció que el ministro Josep Borrell podría ser un excelente Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, el jefe de exteriores de la Unión, y dando eco a los rumores que existen acerca de este posible nombramiento. Serviría para ganar peso en Bruselas, crear nuevas alianzas y mostrar el compromiso y responsabilidad española con el proyecto europeo, en un momento en que Francia y Alemania, líderes tradicionales de la política comunitaria, muestran signos de debilidad. Mientras, España aspira a un posible G3 que de lograrse marcaría un nuevo tiempo político en Europa.

En cuanto al rol que España tiene respecto a los desafíos globales, el objetivo a seguir es el de la apuesta renovada por la gobernanza global y multilateral, según el informe. El mejor ejemplo de ello es continuar con un papel activo en la acción coordinada que está dando la comunidad internacional (salvo excepciones como la de Estados Unidos bajo Donald Trump) en relación al clima y el avance del Acuerdo de París, el pacto mundial que establece un plan de acción mundial que pone el límite del calentamiento global muy por debajo de 2 ºC. "Los fundamentos de la acción climática internacional avanzan pero no al ritmo que necesitamos", dijo el panel, que recordaba como los riesgos medioambientales están de manera sistemática en los primeros puestos del Informe Global de Riesgosdel Foro Económico Mundial desde 2011. El papel de España es primordial en esta área dado que "la tendencia hacia el unilateralismo de naciones y estados podría hacer más difícil que se sostengan las respuestas multilaterales a largo plazo que se requieren para contrarrestar el calentamiento global y los efectos negativos sobre el medio ambiente global", según el propio Foro

Esta área de prioridad de la política exterior española concuerda con el sentir de los ciudadanos españoles. El más reciente Barómetro del Real Instituto Elcano coloca por segundo año consecutivo la lucha contra el cambio climático en primera posición entre las prioridades de los españoles en materia de política exterior (ver gráfico). La buena noticia en este respecto "es la continuada bajada del coste de las renovables", según el panel. La prioridad para quién gobierne en España en este sentido será presentar el Plan Nacional Integrado Energía y Clima (PNIEC) definitivo antes de fin de año. "En España se espera que el PNIEC incluya avances importantes en lo relativo a la descarbonización del sector eléctrico (ente otros), aumentando significativamente la penetración de las renovables a 2030. En este sentido, el Gobierno ha expresado su intención de añadir 60.000MW adicionales de potencia renovable en 2030", lee el informe. Estos objetivos se aúnan con el impulso que se ha dado de Bruselas que aumentó su ambición sobre energías renovables el año pasado. En el avance de esta prioridad de la política exterior, y con el fin de cumplir con el Acuerdo de Paris, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética también será un pilar de acción. Ambas iniciativas tendrán que esperar a que se aclare el panorama político pero deberá ser una prioridad para cualquier ejecutivo si España quiere ser un país líder en la lucha contra el cambio climático y el calentamiento del planeta. "No hay ningún país en el mundo más preparado para hacer esta transición energética", según dijo Juan Lasala, CEO de Red Eléctrica España sobre España en un encuentro sobre energía celebrado también en Madrid esta semana. 

El análisis del papel de España en los asuntos globales puso especial atención al compromiso del país con la Agenda 2030, el plan global para la erradicación de la pobreza, la lucha contra el cambio climático y la reducción de las desigualdades, que comprende 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDGs, en sus siglas en inglés) y 169 metas asociadas a ellos impulsado por la ONU. El informe señala el avance que ha dado España al haber subido el rango y los recursos y creado una nueva estructura para la Agenda 2030 que es visto una herramienta más para la acción exterior. Para ello tanto el gobierno, sociedad civil  y sector privado deberán exigir más acción y asumir que las responsabilidades son compartidas. Además España seguirá jugando un papel importante como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el segundo año del mandato otorgado entre 2018-2020.

En un ejercicio de balance de lo ocurrido durante el año anterior, el informe analiza dos elementos internos que han condicionado la política exterior española el año pasado: la fragmentación del sistema de partidos que ha creado una debilidad parlamentaria y "una tensión territorial que consume energías y afecta a la imagen externa del país". Pese a ello los analistas de Elcano presentaron un panorama razonablemente optimista de las repercusiones que ha tenido el independentismo de Cataluña en relación  a la imagen del país y la política exterior. Según el Instituto el impacto económico de la crisis catalana que arranca el 1 de octubre fue reducido. Se produjo lo conocido como efecto Quebec en términos de que empresas han salido de Cataluña y todas las inversiones que podían ir a la región no se han materializado o se han dirigido a otras partes de España. Además los mercados financieros no han mostrado gran preocupación por la situación que se está produciendo lo cual hace que el riesgo país español no sea muy alto para los inversores. 

Los tres riesgos que se vislumbran en el plano internacional son, en primer lugar, la guerra comercial entre China y Estados Unidos que, aunque no sea total, representa la rivalidad geo estratégica y tecnológica entre las dos potencias. En segundo lugar, el Brexit que aunque salga con o sin acuerdo, antes o después, el impacto para la Unión Europea, el Reino Unido y para España, por los altos niveles de turismo británico, será notorio. De todas maneras, la salida del Reino Unido del bloque comunitario es una oportunidad para que España asuma más responsabilidades en la UE. El tercer riesgo es el de la ola populista representada por los partidos antieuropeos y euroescépticos que aunque "no esperamos que se hagan con más de un tercio de los escaños en el Parlamento Europeo. Este panorama permitiría al Parlamento, organismo que vota las leyes europeas, seguir desarrollando sus actividades aunque presentará riesgos a la hora de regular asuntos importantes para la Unión Europea como la reforma de la gobernanza del euro. Esto es especialmente relevante para España porque en la composición del nuevo Parlamento (tras la salida del Reino Unido) pasa de tener 54 a 59 escaños donde sigue siendo el cuarto país con mayor número de euro parlamentarios (después de Alemania, Francia e Italia). 

En un entorno general caracterizado por la erosión del multilateralismo la incertidumbre que define la situación política y económica internacional  ha tenido un impacto en España que, hasta cierto punto, ha sabido navegar, asegura el informe. La responsabilidad es para que España asuma las certezas que la caracterizan para que su acción diplomática, tanto propia como parte de la UE, impulse a España como potencia media europeísta con proyección global y a afirmarse como actor de peso en las relaciones internacionales. Como bien resumía Ignacio Molina, coordinador del informe, "España es un estado que tiene que asumir que es más grande que lo que muchas veces piensa la opinión pública". Por ello el rol global de España sobre unas líneas estratégicas en un año de elecciones europeas y de Brexit será fundamental