La artista marroquí expone en Rabat sus obras que giran en torno a las fronteras físicas y mentales

Siham Halli: “El arte no tiene fronteras”

Atalayar_Siham Halli

La artista Siham Halli expuso su trabajo titulado “Le poids des frontières” en La Fundación de Promoción Mohammed VI de Obras Sociales de Educación – Formación de Rabat. Del 18 de marzo al 8 de abril de este año se ha podido disfrutar de las obras de la artista rifeña en la capital marroquí.

“Le poids des frontières” es un conjunto de obras de la artista Siham Halli que lleva un largo recorrido tratando el tema de las fronteras. Con un arte abstracto y mixto, en el que introduce objetos reales y en el que sólo utiliza tres colores: negro, blanco y rojo, la artista ha querido reflejar el sentimiento que producen las fronteras. Atiende a Atalayar para hablar sobre su obra.

¿Qué es lo que has querido recoger en esta exposición?

Me ha llevado unos años, referente a las fronteras y de todas sus formas y perspectivas, no sólo como barreras, sino en la mente… La primera exposición que hice de las fronteras fue en Casablanca en Villa des Arts en 2012, vi que las criticas eran buenas y entonces me animé a seguir. Viví un tiempo largo en Tetuán y otro tiempo estuve haciendo cursos en Melilla, yo pasaba la frontera como si nada por ser artista, pero veía a los demás que lo pasaban mal intentando hacer lo mismo. Entonces eso me dolía y decía “¿por qué el mismo camino tiene diferentes formas?”. Paré los cursos porque siempre que pasaba me dolía el corazón, por ello me puse a trabajar a través del arte. 

Llevo un largo camino con esta temática de las fronteras, pero esta vez me he propuesto trabajar con sólo tres colores, el negro, el rojo y el blanco. Fue un reto para mí, el negro es más negativo, el blanco por lo contrario da esperanza y positividad, mientras que el rojo representa tanto el dolor y el amor.

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¿Cómo has hecho la elección de las obras expuestas?

¿Qué es lo que te inspira a la hora de hacer arte? No sólo en esta exposición, sino en todas las temáticas que sueles realizar.

Yo soy hija de dos artistas, sólo que no tienen diplomas, y he crecido rodeada de decoraciones, siempre tenia papel y colores para distraerme. Mi madre cuando se rompía algún plato por ejemplo, lo arreglaba y lo decoraba, entonces yo me he influido por ellos. Sin embargo, nunca había pensado que me iba a convertir en una artista.

La sociedad es la que me inspira para crear arte. Por ejemplo, en Nador no puedes ir a un restaurante o una cafetería tranquilo. Nador está lleno de niños de 12-13 años que no están alimentados, que no están bien vestidos y que están en situación de exclusión social. Estos niños están pendientes de mendigar y de intentar colarse (por la frontera de Nador con Melilla). Ves que no tienen objetivos, sólo colarse y arriesgar su vida, y esto a mi me duele. 

¿Qué otros temas has trabajado en tu arte?

He trabajado el medio ambiente. Hubo una época en la que había muchos incendios en los bosques, podían ser naturales o artificiales, pero me han emocionado por las perdidas de tanta flora y fauna. Por eso hice una exposición entorno a esa temática, para crear conciencia sobre las plantas, los árboles y toda la naturaleza. Ya que son ellos los que nos proporcionan el oxígeno que respiramos.

Además he trabajado las huellas de las mujeres, es decir, lo que las mujeres podemos hacer con sólo los manos. No utilicé utensilios artísticos, usé mis manos. También he trabajado la espiritualidad humana, todo aquello que da paz y alegría a nuestro alma. Puede ser un libro, un poema o el propio Corán. Y ya más tarde empecé a trabajar el tema de las fronteras y llevo con ello desde 2012 hasta el día de hoy. 

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¿Has empezado a pensar en otros trabajos?

Sí, trabajo todos los días decorando mi casa o cualquier otra cosa. Mientras siga viva, estate segura de que trabajaré en arte para dejar huella y que se recuerde mi nombre.

¿Tus trabajos han cruzado las fronteras?

Sí, he hecho exposiciones en Túnez, en Egipto, en Francia y España. Hay sitios a los que voy y otros a los que no. También he hecho talleres y animación de pintura en relación con el medio ambiente. He trabajado en Bélgica haciendo talleres de integración para los adolescentes que tienen problemas porque el arte une entre las razas, el arte no tiene fronteras y puede alegrar a todo el mundo. He hecho exposiciones y animaciones… El último que he hecho ha sido en Bangladesh, pero no he podido ir por la COVID-19.

Tu exposición se ha dado en medio de una pandemia, ¿cómo ha repercutido eso en el arte?

La verdad que ha sido difícil porque no se puede desplazar de un sitio a otro, pero sin embargo Internet nos ha dado las herramientas para trabajar. La COVID ha hecho que nos quedemos en casa y ponerle atención a las cosas que nos gustan, como por ejemplo el arte.

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En tu recorrido artístico, ¿cuál es la experiencia que más te ha sorprendido? 

No hay nada mejor que lo que me ha escrito Allah, no hay nada mejor que haberme convertido en artista. Aunque sea difícil en Marruecos, tú país se merece que sufras. Además, tener todo preparado y listo sin complicaciones tampoco es bueno. Lo complicado te beneficia, tu arte se convierte en algo puro y alegre. No tengo problema en estar en Marruecos, lo que tengo en mi corazón lo sacaré igual. Lo más importante para mí es vivir en mi tierra, he tenido muchas oportunidades para vivir fuera, pero mi deseo es quedarme a vivir aquí.

Cuéntanos, cuándo empezó tu interés por el arte. Mencionaste que tus padres son artistas, pero ¿cómo te diste cuenta de que querías serlo?

Yo hice un concurso cuando era pequeña en el colegio, yo siempre me apuntaba a todos los concursos y solía salir primera siempre. Mi padre – que en paz descanse – me decía de broma “seguro que ha aparecido alguien mejor y se ha llevado el premio”. Pasado un tiempo, me llegó una carta en la que decía que entraba para estudiar artes plásticas en Oujda como interna. Yo al principio no quería, estaba feliz por estudiar en Nador y no me quería ir. Pero los amigos de mi padre le decían que lo que yo había hecho era único y que fuese a probar. Fui a Oujda y cursé el bachillerato de artes plásticas y después de tres años me pregunté “¿voy a dedicarme sólo al arte?”. Decidí entonces probar hacer otra cosa, así que me metí a la universidad y pasaron dos tres semanas y me di cuenta de que eso no era lo mío. La gente, el ambiente y la actitud era diferente, no me gustaba. Se dice que los artistas somos locos, pero su locura es peor que la nuestra.

Entonces hice Bellas Artes en Tetuán, una carrera muy difícil a la que acceder y además era muy raro que una estudiante rifeña entrase a esa facultad. Me enamoré de la ciudad, de sus plantas, de su color y de todo en general. Mis profesores eran mis amigos, íbamos a exposiciones juntos, viví en Tetuán el ambiente artístico y allí me di cuenta de que quería ser artista. Yo no pensaba en sacar notas, disfrutaba trabajando y estudiando arte.

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Desde que empezaste, ¿cuál era tu sueño?

Sinceramente, en aquel momento no tenía ninguna cosa en mente, simplemente vivía el momento. Sólo pensaba en que al acabar el curso iba a ir a ver a mis padres con mención de honor y con una buena nota. Me gusta estudiar la cultura, ir a la biblioteca y todo lo que tenga que ver con aprender. Pero paralelamente estaba con la mente abierta para todo como exposiciones y talleres. Donde conocí a muchos artistas tanto marroquíes como españoles y franceses, un puente cultural. Al acabar la facultad hice eso en Nador, traía exposiciones con Ateneo de Málaga, la Casa de la Cultura hispano-marroquí.

Pasé unos 4 años trabajando en Nador, pero no tuve que parar porque era muy difícil trabajar en Nador y volví a Tetuán. Hice una formación de arte aplicada y me convertí en profesora para la preparación a la universidad. 

Y, por último, ¿cuál es tu sueño actualmente?

Mi sueño ahora es llegar a ser un nombre importante en el arte, que ha dejado una huella buena para el mundo. Soy artista, eso ya lo he conseguido. Pero ahora quiero dejar una huella con mi nombre, no sólo quiero que me conozcan en sólo en Nador y Marruecos, quiero que me conozcan en el mundo. Porque las fronteras no existen sólo en Marruecos, están en Palestina, Yemen y México. Además, todos tenemos fronteras mentales que nos frenan y no nos deja transportarnos por el mundo. 

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