Los bancos islámicos de Marruecos experimentan una evolución rápida pese a los obstáculos estructurales

Dirhams marroquíes - Depositphotos 
La oficialmente llamada banca participativa continúa creciendo y logrando avances significativos mientras hace frente a los desafíos de liquidez 

Los bancos islámicos son aquellos que se basan en la ley islámica que prohíbe la usura y el cobro de tasas de interés por el préstamo o la inversión en negocios ilícitos según las disposiciones religiosas. Además, exigen una mayor implicación de capital en la economía real y no favorecen las transacciones especulativas. 

Estas entidades han alcanzado un rendimiento positivo pese a los desafíos estructurales causados por la dificultad de liquidez y los retrasos en la emisión de seguros islámicos. Todo ello en medio de la búsqueda del fortalecimiento del apoyo político y del desarrollo de nuevos productos financieros.

El economista marroquí Hisham Bellamine ha indicado que las funciones de los bancos islámicos han sido especialmente positivas y que esta evolución se debe a las reformas que se están realizando en el ámbito relativas a la construcción de la infraestructura legislativa y legal y a la entrada de enmiendas de leyes asociadas a los seguros e impuestos takaful, sumado a que también se han modificado ciertos decretos y publicaciones del Banco Central y la Dirección de Impuestos. No obstante, la agencia Anadolu informó que los problemas de liquidez y los retrasos en la emisión de sukuk o bonos islámicos afectan a las finanzas participativas del país norteafricano y que los problemas de liquidez se relacionan con el retraso de la emisión de la ley que regule el sector y el seguro takaful.

Sede central del Bank Al-Maghrib en Rabat, Marruecos - Depositphotos

Los bancos participativos requieren de un mayor apoyo y voluntad política que aumenten la eficiencia de la administración de la liquidez y que permitan establecer un mercado monetario paralelo. Así lo ha resaltado Bellamine que ha añadido que se debe ampliar el apoyo institucional destacando la gobernanza interna y externa y la auditoría. El razonamiento se debe a que, al elevarse el número de operaciones financieras, también aumenta la probabilidad de errores y riesgos y consecuentemente se deben reforzar los mecanismos de supervisión legal y técnica.

Los problemas estructurales que enfrentan las finanzas participativas ya no se limitan al sector técnico, sino que se han tornado en asuntos estructurales apremiantes como el deterioro de la capacidad de movilización del ahorro nacional individual y de las empresas, además de la ausencia de un mercado paralelo para la liquidez mediante el sukuk o bono islámico. 

El sukuk islámico coopera con los bancos participativos en la labor de administrar la liquidez eficazmente y contribuir a la realidad de crear un mercado monetario paralelo en un entorno donde Marruecos solo ha emitido un instrumento soberano en 2018 y cuando se espera que otro lanzamiento sea efectuado este año. Adoptar el sukuk islámico es un importante instrumento de financiación que podría superar a los préstamos tradicionales y ser más útil para reducir la carga de las finanzas públicas marroquíes. De esta manera, el gobernador del Banco Central de Marruecos, Abdellatif Jouahri, comunicó en julio la intención del Ejecutivo de emitir un nuevo sukuk islámico este año para asistir la liquidez en los bancos participativos y colaborar en el progreso de las finanzas islámicas. 

El gobernador del Banco Central de Marruecos, Abdellatif Jouahri - REUTERS/YOUSSEF BOUDIAL

Según los datos del Banco Central de Marruecos, los activos de los bancos participativos representan el 2 % de los activos totales del sector bancario de la nación, estimándose que equivale a 1,9 billones de dirhams o aproximadamente 190.000 millones de dólares. El sistema bancario marroquí está compuesto por 24 bancos de los que 5 son bancos islámicos. Los activos totales de todo el sector concentran alrededor del 130 % del PIB, un porcentaje débil de acuerdo con lo pronosticado previamente. Sin embargo, la financiación islámica en el sector inmobiliario aumentó un 15,4 % interanual en el pasado enero, lo que refleja la demanda existente. 

Por otro lado, hay divergencias en la financiación proporcionada por los bancos participativos, que ascienden a 35.000 millones de dirhams o 3.500 millones de dólares, y el volumen de ahorros en las inversiones y cuentas corrientes, que no superan los 12.000 millones de dirhams o 1.200 millones de dólares, una situación que tiene la posibilidad de transformarse en un riesgo estructural si no se estimula el ahorro público. 

Precisamente, la activación de la nueva gama de herramientas como la participación, la especulación, la industria y el alquiler son medios que se espera que incentiven a las empresas a invertir en el sector y a estimular la economía. Actualmente es necesario integrar sin retraso los nuevos mecanismos en la financiación de proyectos de infraestructura e iniciativas claves para modernizar los instrumentos financieros y potenciar la capacidad de los bancos de movilizar ahorros y financiar grandes proyectos, como los de infraestructuras vinculados a la preparación de Marruecos para acoger la Copa del Mundo de 2030 o las actividades de expansión de carreteras y aeropuertos. Asimismo, se debe invertir en digitalización y tecnología financiera moderna para captar jóvenes e impulsar la inclusión financiera general.