India desvela el camino que ha trazado para que sus astronautas también pisen la Luna
El presidente de la Agencia de Exploración Espacial de India (ISRO), Sreedhara Somanath, ha dado a conocer el camino emprendido para que sus primeros astronautas pongan los pies en la Luna en el horizonte de la década de 2040. Lo ha anunciado en el 75º Congreso Astronáutico Internacional que hoy viernes, 18 de octubre, cierra sus puertas en Milán (Italia).
El hombre que dirige desde enero de 2022 las ambiciones espaciales del país más poblado del mundo ha expuesto a un expectante auditorio repleto de directivos y profesionales del sector las grandes líneas del escenario a corto, medio y largo plazo del programa de exploración espacial robótica y tripulada que contempla su organización, una vez recibido a mediados de septiembre el visto bueno del Gobierno de Nueva Delhi que preside Narendra Modi.
Somanath ha revelado que la ISRO ha comenzado a desarrollar un “cohete reutilizable para tenerlo listo en el plazo de ocho años”. Tal lanzador debe tener capacidad para transportar módulos “de hasta 30 toneladas” con los que dar forma a la futura Estación Espacial India, que “debe comenzar a montarse a mediados de la década de 2030”. El siguiente ambicioso paso es que astronautas indios pongan los pies en la Luna “en el horizonte de la década de 2040”, ha anticipado.
El jefe de la ISRO ha concretado que “para finales del presente año” se llevará a cabo el primer vuelo orbital de la cápsula tripulada Gaganyaan, sin astronautas a bordo, pero con varios robots humanoides repletos de sensores. Y que “otros dos ensayos semejantes están planeados para 2025, con el objetivo de que los primeros astronautas nacionales vuelen al espacio en 2026”.
También ha confirmado que el vehículo robótico Chandrayaan-4 despegará hacia la Luna en 2027 para recoger muestras del suelo y traerlas a la Tierra. Con la citada misión, la ISRO pretende consumar el éxito de Chandrayaan-3 que, en agosto de 2023 logró que India se convirtiera en la cuarta nación en tocar el suelo de la Luna, tras Rusia, Estados Unidos y China.
Todos con los ojos puestos en la Luna
Organizado por Federación Astronáutica Internacional (IAF), en el Congreso de Milán también han estado presentes los jefes de las agencias espaciales de Estados Unidos, China, Japón, Europa y Canadá, que han querido dejar constancia de sus principales aspiraciones, metas y preocupaciones en la exploración ultraterrestre. El gran ausente ha sido Yuri Borisov, el director general de Roscosmos, la agencia espacial de Rusia, por las restricciones a su presencia en suelo de la Unión Europea por la invasión ilegal de Ucrania por el Kremlin.
En representación del máximo responsable de la Administración Nacional Espacial de China (CNSA), Zhang Kejian, en el cargo desde mayo de 2018, su segundo hombre a bordo, el ingeniero jefe Li Guoping, reiteró el objetivo de su país de “llevar una misión tripulada a la superficie lunar para antes de 2030”. También puso énfasis en resaltar el proyecto de Estación Internacional de Investigación Lunar o ILRS, iniciativa chino-rusa en la que “ya están inscritos 15 países y dos organizaciones internacionales”.
En el corto plazo, Li Guoping reiteró que la misión robótica Chang’e 7 despegará en 2026 en busca de hielo de agua en el Polo Sur de la Luna. Será seguida en 2028 por Chang’e 8, también con destino al Polo Sur, pero para probar la utilización de recursos ya existentes sobre la superficie lunar. China ha abierto a la cooperación internacional las misiones Tianwen 2 (2025) y Tianwen 3 (2028), que pretenden recoger muestras de un asteroide cercano a la Tierra y de Marte, respectivamente, y devolverlas a la Tierra.
Por parte de Japón, el presidente de su agencia espacial (JAXA), el profesor Hiroshi Yamakawa, ha puesto de relieve la misión LUPEX en cooperación con la ISRO, para depositar un vehículo en el Polo Sur lunar. Al mando de la JAXA desde abril de 2018, Yamakawa ha desvelado la voluntad de su agencia de participar en los complejos orbitales comerciales que sustituyan a la Estación Espacial Internacional más allá de 2030. También ha destacado la importancia del nuevo cohete nipón H3 desarrollado por Mitsubishi Heavy Industries, que a principios de 2028 enviará una astronave de Emiratos a investigar el cinturón de asteroides.
La atención también ha estado centrada en las palabras del administrador de la NASA, Bill Nelson, nombrado por el presidente Joe Biden en mayo de 2021 y quien ha destacado los 44 países de los cinco continentes que se han adherido a los Acuerdos Artemis patrocinados por Washington, normas de comportamiento de carácter voluntario vinculadas con la seguridad y sostenibilidad de las actividades ultraterrestres. Nelson ha puesto el acento en que Estados Unidos va a regresar a la Luna, pero “a una zona diferente, de una manera diferente y en asociación con otros países”, lo que contempla como un “paso clave para poder enviar y traer seres humanos hasta Marte”.
Seria preocupación por la basura espacial
El patrón de la agencia espacial más poderosa del mundo ha insistido en que la misión tripulada Artemis II “continua programada para septiembre de 2025”, y que Artemis III, que debe llevar a una mujer y a un hombre de color hasta la superficie de la Luna, sigue “prevista para finales de 2026”. Sin embargo, informes de organizaciones independientes supervisoras del trabajo de la NASA ponen serias dudas de que los plazos citados sean realistas y se puedan cumplir.
La Agencia Espacial Europea (ESA) está inmersa en la llamada defensa planetaria. Su director general desde marzo de 2021, el austríaco Josef Aschbacher, ha destacado la importancia de la astronave Hera, que se lanzó la semana pasada y va al encuentro de Dimorphos, asteroide sobre el que la NASA impactó hace dos años la sonda DART. Y recordó que su agencia tiene en desarrollo la “misión Ramsés, que será lanzada en abril de 2028 para estudiar al asteroide 99942 Apofis cuando se acerque sin riesgo a la Tierra a partir de mediados de abril de 2029”.
Pero el mayor reto que se auto asigna la ESA es contribuir de manera significativa a paliar la contaminación del espacio exterior. Ashbacher se ha mostrado en Milán “muy satisfecho” por haber conseguido que “más de un centenar de organizaciones y empresas hayan suscrito la Carta Cero Residuos ‒Zero Debris Charter‒”, que establece los principios que deben regir para mitigar el crecimiento del número y volumen de los desechos posicionados sin control alrededor de la Tierra.
La preocupación de la ESA por los residuos incontrolados en órbita es compartida por la Agencia Espacial de Canadá. Su presidenta, Lisa Campbell, entiende que “nos hemos creado un enorme problema que dificulta la utilización de nuevas infraestructuras espaciales”. Desde septiembre de 2020 al frente de la agencia del país al norte de Estados Unidos, Campbell alerta que la emergencia “es real y encontrar la solución, urgente”.
Nación enorme ‒una veinte veces España‒, con una población relativamente pequeña ‒40 millones‒, Canadá tiene “una impresionante biodiversidad que debemos proteger y los satélites son las mejores herramientas para hacerlo”, afirma Lisa Campbell. Para ella, son “como ojos colocados en el cielo que proporcionan una perspectiva única”. En el plano positivo, se mostró satisfecha de que un canadiense, el coronel Jeremy Hansen, piloto del caza F-18, haya sido elegido por la NASA para volar en la misión Artemis II alrededor de la Luna.