Marruecos renueva su flota de satélites espía de la mano de Israel y no de Francia
El silencio más absoluto envuelve la exclusiva noticia difundida en Francia de que la fabricación de los dos nuevos satélites espía de Marruecos ha sido contratada a la industria de Israel lo que, de corroborarse, supone un serio revés para las expectativas del sector espacial galo.
La noticia no ha recibido confirmación ni desmentido oficial por parte del influyente Abdellatif Loudiyi, el hombre designado en diciembre de 2010 por el monarca de Marruecos, Mohamed VI, para regentar las funciones de ministro de Defensa Nacional.
Tampoco la firma del contrato ha sido ratificada ni refutada por ningún alto cargo del Ejecutivo del primer ministro marroquí Aziz Akhannouch ‒en el cargo desde octubre de 2021‒, ni mucho menos por el Gabinete de Benjamín Natanyahu, el jefe de Gobierno de Israel, que ahora está volcado en acabar con la banda terrorista Hamás en la franja de Gaza.
La compra por parte del Gobierno de Rabat de un par de satélites espía es el más reciente y estratégico paso dado por Mohamed VI en su ya largo proceso de grandes inversiones encaminadas a reforzar, mejorar y diversificar las capacidades de defensa aeroterrestre, naval y espacial de las Fuerzas Armadas Reales.
Los nuevos ingenios de reconocimiento serán los encargados de reemplazar a los dos que permanecen en órbita, Mohamed VI-A y Mohamed VI-B, de 1.110 kilos, posicionados a 620 kilómetros y lanzados en noviembre de 2017 y 2018, respectivamente. Con un coste de unos 500 millones de euros, una resolución de 70 centímetros y basados en la plataforma Pleiades, ambos fueron fabricados por el consorcio formado por Airbus Defence and Space France y Thales Alenia Space France.
Israel Aerospace Industries gana la partida
Pero ahora, el colectivo de empresas de Israel que serían las beneficiarias del segundo contrato ‒del que también se desconoce su importe‒ estaría capitaneado por Israel Aerospace Industries (IAI), la corporación industrial más importante del sector aeroespacial y de defensa de Oriente Medio.
La sociedad IAI comercializa a terceros países sus satélites espías electroópticos Ofek bajo el nombre de Shalom, también conocidos como OptSat-3000. De unos 370 kilos y posicionados a una altura de entre 475 y 500 kilómetros, ofrecen una resolución de 40 centímetros, así como geolocalización de posiciones en tierra. Además, tienen la posibilidad de generar sinergias con la constelación radar italiana COSMO-SkyMed de segunda generación, previo acuerdo con el ministerio de Defensa de Italia y la Agencia Espacial Italiana (ASI).
La información relativa a los nuevos ingenios espaciales que Marruecos habría confiado a Israel ha sido difundida hace escasos días por el periódico francés La Tribune, que goza de la confianza de fuentes muy próximas al palacio del Eliseo, al Ministerio de Defensa galo y a su industria aeroespacial y de defensa.
Hay que hacer notar que, según La Tribune, la firma del contrato entre IAI y el Gobierno del primer ministro Aziz Akhannouch tuvo lugar “a finales del verano” y, por tanto, es anterior a los cruentos atentados terroristas de Hamás del 7 de octubre. Sin embargo, la petición de ofertas de Marruecos para dotarse de nuevos satélites espía data de principios del año en curso.
La invitación para tomar parte en la licitación convocada por el Gobierno de Rabat se dirigió al mercado internacional, pero sólo a un reducido grupo de fabricantes de satélites. Fue formulada por la organización marroquí dependiente del Ministerio de Defensa que desde su creación en diciembre de 1989 hace las veces de agencia espacial, el Centro Real de Teledetección Espacial o CRTS, por su acrónimo en francés.
Estados Unidos e Israel, dos grandes valedores de Marruecos
Entre las sociedades que recibieron los pliegos de condiciones y requisitos básicos para acceder a la licitación estaba, por supuesto, IAI, y también Airbus Defence and Space France y Thales Alenia Space France. En los términos del contrato también estaba contemplado el coste de la puesta en órbita de ambos satélites, el equipamiento para su seguimiento y la formación de los técnicos marroquís responsable de su control.
Pero ¿cuál es el sentido de hacer público ahora el resultado de una licitación internacional en la que resultó ganadora hace varios meses la oferta de Israel frente a la de Francia? ¿Desde un medio de comunicación de París y en plena guerra del Gobierno de Netanyahu contra los terroristas de Hamás? Aunque La Tribune afirma que el contrato parece “definitivamente perdido”, los directivos de la industria consultados son unánimes en sus respuestas.
Consideran que se trata de una “filtración interesada”, cuyo objeto sería “no dar por fracasado el contrato” para los intereses de Airbus Defence And Space France y Thales Alenia Space France e intentar “que Marruecos revoque su compromiso con IAI antes de que entre en vigor”. Sería un intento del Elíseo de “recabar apoyos en el país norteafricano”, en paralelo a mostrar la mejor disposición para “reconducir las relaciones con Rabat”, que han sufrido un importante deterioro en los últimos años. En definitiva, hacer lo posible para “hacer valer e incluso mejorar la oferta de la industria francesa”.
Pero no va a ser fácil. Conviene recordar que el 23 de marzo de 2022, el ministro de Industria y Comercio de Marruecos, Ryad Mezzour, y el presidente y el director ejecutivo de IAI, Amir Peretz, y Boaz Levy, respectivamente, firmaron un acuerdo marco que iniciaba una “nueva fase de cooperación estratégica y económica”.
Además, por intercesión de la Administración Trump y el marco de los acuerdos de Abraham, Marruecos e Israel efectuaron el 22 de diciembre de 2020 una declaración conjunta en la que se comprometían a establecer relaciones diplomáticas plenas. Y así lo hicieron muy poco después. Al año siguiente ya firmaron un acuerdo de seguridad y cooperación militar, que ha beneficiado a la industria marroquí y ha llenado sus arsenales de sistemas de armas israelíes.
Así pues, los nuevos satélites espía de Marruecos serían fruto de la nueva era de estrecha colaboración que se abre con Israel, lo que conlleva un reforzamiento de los lazos políticos, económicos y militares entre ambos países. Con Washington por un lado y Jerusalén por otro, el Gobierno de Rabat está en condiciones de dosificar, ampliar y diversificar sus dos grandes fuentes de suministro de armamento y equipamientos, incluido el estratégico sector espacial.