La otra carrera espacial que libran China y Estados Unidos
Estados Unidos y la alianza de intereses entre China y Rusia mantienen entre sí una soterrada carrera de fondo. Es prácticamente desconocida, porque tiene lugar en el discreto escenario diplomático, aunque está directamente relacionada con la hegemonía espacial que uno pretende mantener y los otros dos alcanzar.
Washington por un lado y la coalición formada por Pekín y Moscú por otro intentan por todos los medios a su alcance que los líderes políticos de las naciones sobre las que ejercen influencia o mantienen estrechos lazos se sumen a sus respectivos proyectos lunares y de exploración del espacio.
La búsqueda de socios por parte de la Casa Blanca se desarrolla de acuerdo con las instrucciones que emanan del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, y del administrador de la NASA, Bill Nelson ¿En qué consisten?
Estados Unidos ha concebido, promueve y lidera lo que ha bautizado con el nombre de Acuerdos Artemis. Es una iniciativa no vinculante de carácter multilateral cuya finalidad es asociar en torno a la NASA y a su programa de exploración lunar Artemis a naciones que de manera voluntaria estén dispuestas a asumir la sostenibilidad y seguridad de las actividades en el espacio ultraterrestre.
Los citados Acuerdos se presentaron en sociedad en octubre de 2020 de forma virtual a causa de la COVID-19. Fue durante el 70º Congreso Internacional de Astronáutica y, de manera inmediata, fueron firmaron por representantes plenipotenciarios de siete naciones de la máxima confianza de Estados Unidos: Australia, Canadá, Italia, Japón, Luxemburgo, Unidos de Emiratos Árabes y el Reino Unido. Un mes después, el 12 de noviembre, lo suscribía Ucrania.
La reacción de Xi Jinping y Vladimir Putin
Los Acuerdos Artemis son un conjunto de principios generales que sirven de “normas de conducta para mantener una presencia humana sostenible en la Luna y ejercer futuras actividades en el espacio ultraterrestre” ¿Cuáles son las reglas que propugnan? Se pide a las naciones “transparencia” en sus planes y políticas de exploración espacial; que las tecnologías que desarrollen sean “interoperables; y que se eviten “interferencias dañinas entre países” durante la ejecución de sus actividades.
También se busca “garantizar” que las misiones espaciales se dediquen “a fines pacíficos” de acuerdo con el derecho internacional; se propugna “registrar” los objetos lanzados al espacio; “divulgar” los datos científicos que se obtengan, “evitar conflictos” a través de la creación de “zonas de seguridad” y “proporcionar asistencia” en caso de emergencias en el cosmos.
Pasados seis meses y fruto de la acción diplomática de Washington, en 2021 se sumaron otras tres naciones: Corea y Nueva Zelanda a finales de mayo y, el 15 de junio, el Brasil de Jair Bolsonaro, que se convirtió en la primera nación sudamericana en firmar los Acuerdos. Poco después lo hicieron Polonia y México.
China y Rusia, sorprendidas en un primer momento, apostaron por lanzar un proyecto conjunto, muy diferente al de la NASA, pero también abierto a la cooperación de terceros países. Lo anunciaron el 16 de junio de 2021, durante la Conferencia Mundial de Exploración Espacial (GLEX) que tenía lugar en San Petersburgo. En el palacio Tavrichesky, la agencia espacial de Pekín (CNSA) y la de Moscú (Roscosmos) presentaron la Estación de Investigación Lunar Internacional o ILRS, una muy ambiciosa iniciativa en tres etapas, cuya construcción debe producirse entre 2028 y 2036. La carrera de fondo había comenzado.
Sin embargo, a diferencia de Estados Unidos, el proyecto chino-ruso no estuvo seguido de inmediato por la adhesión de otras naciones. No obstante, Washington aceleró sus contactos y en 2022 se sumaron a los Acuerdos Artemis nueve Estados: Israel, Rumanía, Bahréin, Singapur, una segunda nación iberoamericana, Colombia, Francia, Arabia Saudí y los dos primeros países africanos, Nigeria y Ruanda.
Por un lado 35 naciones, por el otro seis
La invasión ilegal de Ucrania por el Kremlin en febrero de 2022 modificó las prioridades de Moscú y Pekín. El programa de cooperación espacial entre Roscosmos y la CNSA para el período 2023-2027 no pudo ser aprobado hasta finales de 2022. Y, a fecha 31 de diciembre, la apuesta ILRS ruso-china no contaba con ningún socio distinto a sus fundadores.
En cambio, el número de terceras naciones afiliadas a los Acuerdos Artemis crecía a buen ritmo. El año 2023 tuvo a principios de mayo la incorporación de Chequia y luego la de España. La ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, estampó su firma en los Acuerdos el 30 de mayo, con ocasión de una visita de Bill Nelson al palacio de la Moncloa. Siguieron Ecuador, India, Argentina… Y se llegó al punto de inflexión.
Los veteranos diplomáticos que dirigen la política exterior de Pekín, Wang Yi, y de Moscú, Serguei Lavrov, apremiaron a sus respectivos embajadores y la situación comenzó a cambiar a mediados de 2023. El primer Gobierno en acceder al proyecto ILRS fue el de la Venezuela de Nicolás Maduro, seguido de Sudáfrica ‒uno de los Estados BRICS‒, Bielorrusia ‒fiel aliado de Rusia‒, la rica Azerbaiyán y Pakistán, que llevaba tres décadas de cooperación espacial con China y había visto como Nueva Delhi se acababa de asociar con Washington. En diciembre se unió Egipto, nuevo BRICS desde el 1 de enero.
El ritmo de adhesiones a los Acuerdos Artemis no se ha detenido. Tras España se sumaron Alemania, Islandia, Países Bajos, Bulgaria y Angola. Y con el año en curso lo han hecho Bélgica, Grecia y Uruguay, este último en fecha tan reciente como el 15 de febrero. El resultado a fecha de hoy es que del lado de Washington hay 35 adheridos: 15 naciones europeas, 8 asiáticas, 7 americanas, 3 africanas y 2 de Oceanía. El dúo Pekín-Rusia permanece estancado desde diciembre en seis países: 2 asiáticos, 2 africanos, 1 europeo y 1 iberoamericano.
La carrera de fondo va a proseguir a medida que se acerca 2027, año en el que la Casa Blanca confía en que la primera mujer ponga sus pies sobre la Luna. Mientras tanto, las incursiones a Selene continúan por ambas partes. Con el apoyo de la NASA, la compañía norteamericana Intuitive Machines ha conseguido el 22 de febrero alunizar con éxito parcial su módulo de superficie Nova-C Odysseus, que se ha posado a unos 200 kilómetros del Polo Sur lunar. China prepara para mayo el despegue de su sonda lunar Chang’e-6, la primera misión de China en el marco del proyecto ILRS.