Argelia apuesta por el sufismo como diplomacia blanda para calmar tensiones en el Sahel

Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia, y Ahmed Fattah, ministro de Asuntos Exteriores de Argelia durante la 38 cumbre del Consejo Africano de Paz y Seguridad de la región MENA - PHOTO/ MINISTERIO DE COMUNICACIÓN DE ARGELIA
La visita del líder de la orden Tijaniyya a Burkina Faso evidencia un giro estratégico de Argel hacia canales espirituales para frenar la escalada en la región

Argelia ha recurrido al poder blando de las órdenes sufíes para aliviar la creciente tensión diplomática con los países del Sahel, apostando por su influencia espiritual y social en un contexto de crisis política. En una visita de alto perfil, el califa general de la orden Tijaniyya, Ali Belarabi, viajó a Burkina Faso a bordo de un avión presidencial y acompañado por una delegación oficial, lo que sugiere una coordinación directa con las autoridades argelinas.

Durante una semana, Belarabi supervisó actividades religiosas en Uagadugú, pero su agenda incluyó también reuniones con altos cargos del gobierno burkinés, revelando el trasfondo político de su presencia. Todo indica que la visita se enmarca en un intento por desactivar la crisis diplomática que se agravó tras el derribo de un dron maliense por parte del ejército argelino a principios de abril, hecho que precipitó una ola de medidas como la retirada de embajadores y el cierre del espacio aéreo entre Argelia y Malí, Níger y Burkina Faso.

En declaraciones públicas, Belarabi enfatizó la necesidad de reforzar los lazos espirituales y sociales entre los pueblos como antídoto ante el extremismo y la fragmentación política. “Esta es una prueba que atraviesan las naciones, y la única solución es la unidad de opinión y anteponer el interés nacional a cualquier otra consideración”, afirmó tras reunirse con el asesor presidencial burkinés, Boubacar Doukouré, según recoge Al-Arab. 

La orden Tijaniyya, con una presencia histórica y profunda en el Sahel y África Occidental, parece posicionarse como canal alternativo de mediación en una región cada vez más convulsionada por la competencia geopolítica y la actividad de grupos armados yihadistas. Analistas interpretan la visita como una maniobra cuidadosamente orquestada por Argel para restaurar puentes diplomáticos que los canales oficiales no han logrado reconstruir.

El uso de un avión presidencial y el despliegue de medidas de seguridad refuerzan la percepción de que la iniciativa contó con respaldo estatal. Es la primera vez que un líder religioso sufí argelino realiza un desplazamiento de este tipo con semejante aparato logístico, lo que convierte al viaje en un gesto político.

Una manifestación de partidarios de la junta de Burkina Faso para conmemorar el primer aniversario del golpe de Estado que llevó a Traore al poder en Uagadugú, Burkina Faso - REUTERS/YEMPABOU OUOBA

La acogida que recibió el jeque Belarabi en Burkina Faso fue tanto oficial como popular. Mantuvo encuentros con líderes gubernamentales, dignatarios y numerosos seguidores de la orden, consolidando su imagen como figura de consenso y mediador creíble. Su discurso alertó sobre el peligro de la polarización ideológica en el Sahel, el avance de movimientos extremistas y el riesgo de que la región se convierta en un foco permanente de inseguridad.

Pese al auge de nuevas corrientes religiosas, las escuelas sufíes continúan teniendo un peso significativo en la sociedad argelina. Ciudades como Ain Madhi y Ouargla siguen siendo epicentros del sufismo, atrayendo a miles de seguidores del continente africano, lo que refuerza el rol de Argelia como nodo espiritual con capacidad de influencia regional.

La visita a Burkina Faso no sería un hecho aislado, sino parte de una serie de desplazamientos planificados que incluirían a otros países del Sahel, como Chad y Libia, con el fin de tejer una red de diplomacia espiritual paralela. De este modo, Argelia busca reconectar con sus vecinos a través de los vínculos históricos y religiosos que comparten, más allá de las tensiones políticas coyunturales.

El presidente argelino Abdelmadjid Tebboune asiste a una sesión del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) - RIA NOVOSTI/ PAVEL BEDNYAKOV vía REUTERS

La figura del califa Tijaniyya podría ser más efectiva para llegar a la base social que el discurso de los líderes políticos, ya que la espiritualidad compartida se presenta como una vía alternativa y complementaria para frenar la escalada y abrir un espacio para la reconciliación.

Las autoridades argelinas confían en que este tipo de iniciativas, en combinación con esfuerzos para contrarrestar la desinformación en redes y medios, contribuyan a rebajar las tensiones. De hecho, en un reciente foro africano sobre ciberseguridad organizado en Argel, se subrayó el papel de las órdenes sufíes como agentes de paz frente a las campañas de odio y polarización digital que circulan en el continente.