Rusia reconfigura el equilibrio internacional a través de su expansión en África

Además de su creciente presencia en el Sahel, Moscú extiende su estrategia hacia la costa atlántica africana, ampliando su influencia en el continente
El presidente ruso, Vladimir Putin, estrecha la mano del presidente maliense, Assimi Goita, durante una reunión tras la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, Rusia, el 29 de julio de 2023 - TASS/MIKHAIL METZEL via REUTERS
El presidente ruso, Vladimir Putin, estrecha la mano del presidente maliense, Assimi Goita, durante una reunión tras la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, Rusia, el 29 de julio de 2023 - TASS/MIKHAIL METZEL via REUTERS

Aprovechando que la atención internacional se centra en Ucrania y en Oriente Medio, Rusia continúa expandiendo su influencia en varias partes de África. Aprovechando el vacío estratégico tras la retirada de países europeos, y a través de alianzas de seguridad y presencia militar, Moscú está redefiniendo el equilibrio regional en el Sahel y África Occidental, convirtiendo el continente en un nuevo escenario donde las potencias globales compiten por poder e influencia.

Dentro de la estrategia rusa para controlar regiones clave como el Sahel, la guerra en Ucrania cumple un papel fundamental al servir como distracción. En este sentido, mientras el presidente estadounidense Donald Trump trataba de alcanzar un acuerdo con su homólogo ruso, Vladimir Putin, respecto al conflicto, Moscú optaba por demorar cualquier resolución, ganando tiempo para consolidar su influencia en otras áreas africanas.

De esta forma, mientras Washington permanece concentrado en Europa del Este, Moscú extiende su alcance hacia la costa atlántica africana con el objetivo de establecer bases militares y firmar acuerdos de defensa, consolidando su presencia en el continente. 

En este sentido, la analista política Zeinab Riboua advierte en un análisis publicado en National Interest que, si la administración Trump no actúa para frenar esta expansión, el Kremlin podría consolidar un nuevo punto de apoyo estratégico en el flanco sur de la OTAN.

Además, Rusia no es la única potencia que trata de expandirse en el continente africano. Otros países como China, Turquía y la República Islámica de Irán también están aprovechando la retirada occidental en el Sahel, especialmente tras la expulsión de las fuerzas francesas de naciones como Mali y Burkina Faso.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente interino de Burkina Faso, Ibrahim Traore, se reúnen después de la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, Rusia, el 29 de julio de 2023 - PHOTO/ Alexander Ryumin/TASS Host Photo Agency vía REUTERS
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente interino de Burkina Faso, Ibrahim Traore, se reúnen después de la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, Rusia, el 29 de julio de 2023 - PHOTO/ Alexander Ryumin/TASS Host Photo Agency vía REUTERS

Estos dos países, al igual que Níger, están actualmente gobernados por juntas militares afines a Moscú. Los nuevos líderes del Sahel llegaron al poder mediante golpes de Estado, en un contexto marcado por el auge del terrorismo yihadista y la incapacidad de las autoridades para frenar esta amenaza.

Aprovechando esta situación, y basándose en la seguridad y lucha antiterrorista, Moscú se consolida en el continente. De hecho, Rusia ya se ha convertido en el principal proveedor de armas de África, representando el 40% de sus importaciones totales de armamento. Además, Durante la Cumbre África-Rusia celebrada en Sochi en noviembre pasado, el presidente Putin reiteró su compromiso de “brindar pleno apoyo a nuestros amigos africanos”.

No obstante, tal y como señala, Riboua, Rusia no está sola en esta estrategia, ya que coordina sus acciones con China e Irán, “formando un eje estratégico que busca desafiar la hegemonía occidental por tierra, mar y aire”.  

Los jefes de estado de Malis Assimi Goita, el general nigerino Abdourahamane Tiani y el capitán de Burkina Faso Ibrahim Traore posan para fotografías durante la primera cumbre ordinaria de jefes de estado y de gobierno de la Alianza de Estados del Sahel (AES) en Niamey, Níger - REUTERS/ MAHAMADOU HAMIDOU
 La primera cumbre ordinaria de jefes de estado y de gobierno de la Alianza de Estados del Sahel (AES) en Niamey, Níger - REUTERS/ MAHAMADOU HAMIDOU

Riboua también destaca que la creciente presencia de Moscú en Burkina Faso, Mali y Níger, así como la creación en 2023 de la Alianza de Estados del Sahel, refleja una estrategia clara por parte del Kremlin. “Entre 2020 y 2023, regímenes militares respaldados por Rusia tomaron el poder mediante golpes de Estado en estos países, cortando vínculos con sus antiguos aliados occidentales, como Francia y Estados Unidos”, explica.

Siguiendo las recomendaciones de Moscú, estos gobiernos han reforzado su cooperación en materia de seguridad mediante la creación de una fuerza conjunta compuesta por 5.000 soldados procedentes de Níger, Burkina Faso y Mali. Este despliegue consolida la influencia rusa en el Sahel mientras debilita la presencia de Occidente en la región.

En este contexto, Moscú ha desempeñado un papel clave al impulsar campañas propagandísticas basadas en el discurso anticolonialista, con el objetivo de fomentar el sentimiento francófobo en toda la región, lo que ha contribuido a la expulsión de las tropas francesas en varios países.

Manifestantes se reúnen en apoyo de los soldados golpistas en la capital Niamey, Níger 30 de julio de 2023. Los carteles dicen: Larga vida a Níger, larga vida a Rusia, Francia debe irse
REUTERS/ BALIMA BOUREIMA
Manifestantes se reúnen en apoyo de los soldados golpistas en Niamey, Níger - REUTERS/ BALIMA BOUREIMA

De este modo, las fuerzas respaldadas por Rusia han sustituido a las tropas francesas en el contexto de la Operación Barkhane, la misión militar de Francia en el Sahel para combatir el terrorismo que concluyó en diciembre de 2022 tras un deterioro progresivo de las relaciones diplomáticas entre París y los nuevos gobiernos surgidos de golpes de Estado.

Paralelamente, mientras las crisis diplomáticas se acentuaban y las tropas francesas abandonaban la región, el Grupo Wagner, pieza clave de la estrategia rusa, se convertía en un actor militar fundamental en el Sahel. Con este respaldo, Moscú transforma el panorama de seguridad africano, brindando protección militar y cobertura diplomática a regímenes aliados y garantizando su lealtad a largo plazo.

No obstante, los mercenarios del grupo Wagner han sido acusados de cometer violaciones de derechos humanos contra la población civil, lo que ha facilitado el aumento del reclutamiento por parte de los grupos yihadistas entre la población local.

Esta fotografía sin fecha distribuida por el ejército francés muestra a tres mercenarios rusos, a la derecha, en el norte de Mali. Rusia ha participado en operaciones militares discretas en al menos media docena de países de África en los últimos cinco años utilizando una fuerza mercenaria - AP/ EJÉRCITO FRANCÉS
Esta fotografía distribuida por el ejército francés muestra a tres mercenarios rusos en el norte de Mali - AP/ EJÉRCITO FRANCÉS

La organización Human Rights Watch (HRW) denunció en verano de 2023 que los mercenarios rusos y las fuerzas armadas de Malí habían "ejecutado sumariamente y hecho desaparecer por la fuerza a varias docenas de civiles" desde diciembre de 2022. HRW también afirma que Wagner ha saqueado bienes civiles y presuntamente ha torturado a detenidos en campamentos militares. 

Además de actor militar, el grupo ruso creado por Yevgeny Prigozhin habría acumulado una enorme fortuna protegiendo a los regímenes de la región a cambio de controlar las minas de oro. De hecho, uno de los principales motivos del gran interés de Rusia y otros países como China en el Sahel son los abundantes recursos naturales, especialmente minerales como el oro, el uranio, el litio, el hierro y otros metales valiosos. 

Mientras Moscú usa el denominado hardpower, Pekín en cambio tiende a usar inversiones y proyectos de infraestructura como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta para asegurar acuerdos de explotación minera y comercio. 

<p>El presidente de China, Xi Jinping, posa para una fotografía grupal con líderes de naciones africanas antes de una cena de recepción durante el Foro de Cooperación China-África (FOCAC) en el Gran Salón del Pueblo en Pekín el 4 de septiembre de 2024 - AFP/KEN ISHILL </p>
El presidente de China, Xi Jinping, con líderes de naciones africanas antes de una cena de recepción durante el Foro de Cooperación China-África (FOCAC) - AFP/KEN ISHILL 

Además del claro interés por el Sahel, Moscú también extiende esta estrategia más allá de la región, llegando incluso a la costa atlántica africana. Sus acciones en África Occidental y subsahariana están directamente conectadas con su objetivo de contrarrestar la presión occidental tras la invasión de Ucrania. Al abrir nuevos frentes de influencia, busca desestabilizar regiones históricamente bajo control europeo y estadounidense.

Dentro de esta táctica, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, visitó Mauritania en febrero de 2023. Riboua observa que, aunque el gobierno mauritano reafirmó entonces su compromiso con el derecho internacional, también expresó su "comprensión" hacia las preocupaciones de seguridad rusas, lo que refleja que la narrativa de Moscú está cobrando fuerza en el continente

Esto se ha demostrado en las numerosas resoluciones de la ONU sobre la guerra en Ucrania, ya que una parte significativa de los países africanos ha adoptado una postura más ambigua o distante de las posiciones occidentales y, en varios casos, más cercana a Rusia, mostrado una mayor afinidad o comprensión hacia Moscú en comparación con Occidente.

<p>El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y su homólogo sudanés, Ali Yousuf Al-Sharif, se dan la mano durante una conferencia de prensa tras sus conversaciones en Moscú, Rusia, el 12 de febrero de 2025 - REUTERS/ MAXIM SHEMETOV</p>
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y su homólogo sudanés, Ali Yousuf Al-Sharif - REUTERS/ MAXIM SHEMETOV

Además de Mauritania, Rusia también mira con interés Guinea Ecuatorial, donde Riboua considera que ha adoptado un enfoque aún más directo. Moscú habría desplegado unos 200 soldados para proteger al régimen del presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, repitiendo su estrategia habitual de ofrecer seguridad a cambio de influencia geopolítica.

Con su riqueza petrolera y su ubicación estratégica en el golfo de Guinea, este país -históricamente dominada por potencias occidentales- representa una plataforma ideal para proyectar poder.

Según indica Riboua, esta expansión beneficia a Rusia en tres frentes. En primer lugar, la zona de influencia rusa, que ahora incluye a Mali, Burkina Faso y Níger, forma una barrera geopolítica que obliga a países como Chad, Benín, Ghana y Costa de Marfil —tradicionales aliados de Occidente— a replantearse sus alianzas.

<p>El presidente Donald Trump  - AP/CHARLIE NEIBERGALL </p>
El presidente Donald Trump  - AP/CHARLIE NEIBERGALL 

En segundo lugar, la exclusión de la Unión Africana y la CEDEAO por parte de la Alianza del Sahel reduce la capacidad de estos bloques para coordinar respuestas regionales, favoreciendo el predominio ruso. “Al erosionar estos marcos, Moscú garantiza que cualquier respuesta a la inestabilidad se ajuste a sus propios términos”, apunta la analista.

Por otro lado, al dificultar la operación de fuerzas de la OTAN y Estados Unidos en el Sahel, Rusia empuja las operaciones antiterroristas hacia los vulnerables estados costeros, dificultando el intercambio de inteligencia y reduciendo la capacidad de acción occidental. De acuerdo con Riboua, “este es el tipo de campo de batalla en el que Rusia prospera, donde las intervenciones occidentales son lentas, mientras que Moscú se presenta como el nuevo garante de la seguridad”.

El objetivo final de Rusia es claro: alcanzar y consolidar su presencia en la costa atlántica africana. Aunque todavía no se ha anunciado oficialmente la construcción de una base naval rusa en la región, los vínculos crecientes con Guinea, Mauritania y Guinea Ecuatorial sugieren que es solo cuestión de tiempo.

Una captura de pantalla de un video distribuido muestra a personas que los rebeldes tuareg dicen que son mercenarios rusos de Wagner con soldados de Mali en el noreste de Mali, cerca de Aguelhok, Mali, julio de 2024 - PHOTO/  Coordinación de Movimientos Azawad vía REUTERS
Mercenarios rusos de Wagner con soldados de Mali en el noreste de Mali, cerca de Aguelhok, Mali, julio de 2024 - PHOTO/  Coordinación de Movimientos Azawad vía REUTERS

El verdadero peligro no reside únicamente en la presencia militar rusa, sino en su capacidad de iniciativa y la pérdida de margen de acción por parte de Occidente, cuyas herramientas tradicionales de influencia parecen cada vez menos eficaces. En cambio, Rusia actúa con rapidez, capitalizando las crisis como oportunidades, y posicionándose para imponer condiciones en lugar de negociarlas.

Por otra parte, Moscú también está apostando por el poder blando, abriendo centros culturales y educativos en África y ofreciendo becas a estudiantes del continente con el objetivo de construir una base de apoyo popular y formar una nueva élite africana leal a sus intereses, emulando la estrategia utilizada previamente por China.

Además, Riboua advierte que este cambio refuerza el bloque estratégico de Rusia: "Irán se aseguró el uranio nigeriano tras un golpe de Estado respaldado por el Kremlin, mientras que China amplía su dominio a medida que Moscú erosiona la influencia occidental”. “Juntos, Moscú, Teherán y Pekín están forjando un eje que desafía directamente los intereses estadounidenses en todo el mundo”, añade. 

África ha sido, desde la era colonial hasta la Guerra Fría, un escenario de las rivalidades entre grandes potencias. Hoy, Rusia regresa al continente con un enfoque menos ideológico y más pragmático, apoyándose en el armamento y en compañías como Wagner, con el objetivo de recuperar y ampliar la influencia que tuvo durante la era soviética, adaptándola a las dinámicas actuales. “Para cuando Occidente reaccione, es posible que el equilibrio de poder ya haya cambiado”, concluye Riboua.