El pulso entre China y Estados Unidos por los metales raros: un nuevo frente en la guerra comercial

- El caso del samario
- Problemas en la cadena de suministro militar
- La guerra comercial afecta a la industria automovilística
- Una guerra comercial renovada
- Dependencia ambiental y económica
Las tierras raras, un conjunto de 17 elementos químicos ubicados en la tabla periódica entre los lantánidos, el escandio y el itrio, se han convertido en las últimas décadas en recursos estratégicos. Su excepcional capacidad magnética, térmica y óptica las hace esenciales para tecnologías avanzadas como motores eléctricos, turbinas eólicas, misiles, sensores, vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos y equipos médicos. Pero lo que ha intensificado el pulso global en torno a estos elementos no es solo su valor industrial, sino quién los domina: China.
Según datos recogidos por Reuters, China produce cerca del 70% del suministro mundial de tierras raras y refina alrededor del 90% del total, ejerciendo una influencia casi monopólica en su procesamiento y comercialización. Este dominio ha sido utilizado como herramienta estratégica en el contexto de la guerra comercial con Estados Unidos, y más recientemente, como palanca geopolítica frente a disputas militares y tecnológicas.
El caso del samario
Un ejemplo particularmente delicado es el del samario, una tierra rara de propiedades únicas. Los imanes fabricados con este metal pueden soportar temperaturas tan elevadas que funden el plomo sin perder su magnetismo. Esto los convierte en piezas clave para sistemas de defensa modernos, como los motores eléctricos compactos que impulsan los conos frontales de misiles, bombas inteligentes o los cazas F-35 de Lockheed Martin —cada uno de los cuales contiene aproximadamente 50 libras (22,7 kg) de imanes de samario.
China es el único proveedor global de samario en cantidades comerciales desde el cierre, en 1994, de la planta francesa de La Rochelle, que procesaba material extraído en Australia. El declive de alternativas occidentales se debió tanto a razones medioambientales como a la incapacidad de competir con los costos más bajos de producción en la ciudad china de Baotou, ubicada en Mongolia Interior.
Esta vulnerabilidad se vio agravada el 4 de abril de 2025, cuando China suspendió las exportaciones de siete minerales de tierras raras, incluido el samario, y los imanes fabricados con ellos. Según el Ministerio de Comercio chino, los materiales tienen usos duales (civiles y militares) y las exportaciones no podrán realizarse sin licencias especiales, justificadas en la necesidad de proteger la seguridad nacional.

Problemas en la cadena de suministro militar
La medida encendió las alarmas en Washington y en Bruselas. Según The New York Times, los arsenales militares de Estados Unidos y sus aliados europeos se han visto seriamente reducidos tras el envío de armas avanzadas a Ucrania, y más recientemente a Israel, tras el estallido del conflicto en Gaza. Sin acceso regular al samario y otros materiales similares, la capacidad de reabastecimiento de estos equipos clave queda comprometida.

El presidente de la Cámara de Comercio Estadounidense en China, Michael Hart, afirmó que es poco probable que el sistema de licencias de exportación se elimine, señalando que "esto no va a desaparecer". A su vez, Lockheed Martin, el mayor contratista militar afectado, aseguró estar evaluando continuamente “la cadena de suministro global de tierras raras para garantizar el acceso a materiales críticos que apoyen las misiones de nuestros clientes».

La guerra comercial afecta a la industria automovilística
Aunque las aplicaciones militares son las más sensibles, la industria automotriz también ha comenzado a resentir el impacto. Según Reuters, China otorgó licencias de exportación temporales -algunas con vigencia de seis meses- a proveedores vinculados con los tres principales fabricantes estadounidenses: General Motors, Ford y Stellantis (fabricante de Jeep). Sin embargo, la incertidumbre persiste.

Ford, por ejemplo, detuvo la producción de su SUV Explorer en Chicago durante una semana en mayo debido a la escasez de tierras raras, mientras que Stellantis confirmó que trabaja con sus proveedores para evitar mayores interrupciones.
La situación ha obligado a las empresas a replantear su dependencia estructural de China. Algunas fuentes anónimas citadas por la agencia de noticias alertan sobre la necesidad de que Pekín "demuestre que no está utilizando esta ventaja como arma comercial".

Una guerra comercial renovada
En este contexto, las recientes conversaciones entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo chino Xi Jinping, reflejan una clara escalada en el conflicto comercial. Tras una larga llamada telefónica el pasado jueves, ambos líderes acordaron reanudar las reuniones de sus equipos técnicos para intentar desbloquear la situación, aunque el nuevo sistema de seguimiento digital de imanes de tierras raras que China ha introducido refuerza su capacidad de control y combate contra el contrabando.
Desde 2023, China también ha restringido la exportación de minerales críticos como el galio, germanio, grafito, tungsteno y antimonio, además de prohibir la exportación de tecnología para el refinado de tierras raras. Esta tendencia ha sido interpretada como un paso más en la voluntad de blindar sus recursos estratégicos frente a tensiones internacionales.

Dependencia ambiental y económica
Paradójicamente, muchos de los productos que requieren tierras raras son fundamentales para la transición energética global, como los vehículos eléctricos o las turbinas eólicas. Pero su extracción y refinado tienen un alto coste medioambiental, motivo por el cual países como Estados Unidos han optado históricamente por subcontratar esta actividad a China.
Hoy en día, esta decisión estratégica se ha convertido en una vulnerabilidad. La falta de producción doméstica y el cierre de fábricas de procesamiento en Occidente ha dejado al mundo industrializado expuesto ante decisiones políticas y comerciales de Pekín.

La situación actual revela cómo los recursos naturales se han convertido en armas geoeconómicas. En el nuevo orden global, el control sobre materiales como el samario, el neodimio o el cerio puede tener tanto peso como el petróleo o el gas en el siglo XX.
Con el suministro de tierras raras convertido en un instrumento de presión diplomática, los gobiernos de Occidente enfrentan un dilema: diversificar rápidamente sus fuentes y reactivar su producción local, o aceptar la dependencia estratégica de una potencia rival.