Arabia Saudí vuelve al centro del juego libanés

En medio de la presión internacional contra Hezbolá
El presidente libanés Joseph Aoun, en su primer viaje al extranjero desde que asumió el cargo, se reunió con el príncipe heredero Mohamed bin Salman - PHOTO/ @LBpresidency
El presidente libanés Joseph Aoun, en su primer viaje al extranjero desde que asumió el cargo, se reunió con el príncipe heredero Mohamed bin Salman - PHOTO/ @LBpresidency
  1. De la reconstrucción al distanciamiento
  2. Un regreso silencioso pero decidido
  3. La situación sobre el terreno: avances, tensiones y condiciones
  4. El rol de Arabia Saudí: diplomacia activa con condiciones claras

Arabia Saudí está retomando un papel protagonista en el expediente libanés, después de varios años de relativo repliegue. Su renovado interés se produce en un momento crítico para el Líbano: el país enfrenta una crisis económica sin precedentes, una situación política paralizada y una tensión creciente en su frontera sur con Israel.

De la reconstrucción al distanciamiento

Desde el fin de la guerra civil en 1990, Arabia Saudí ha sido un actor clave en el Líbano, invirtiendo miles de millones de dólares en la reconstrucción del país y estableciendo vínculos sólidos con la comunidad suní. El ex primer ministro Rafik Hariri, ciudadano libanés-saudí, fue el rostro de esta alianza. Durante los noventa y principios de los 2000, Riad actuó como mecenas económico y mediador político, ayudando a mantener el frágil equilibrio sectario del país.

Sin embargo, tras la retirada israelí del sur del Líbano en 2000 y la guerra de 2006, Hezbolá consolidó su poder militar y político, reduciendo el margen de maniobra de Arabia Saudí. El asesinato de Hariri en 2005 marcó un punto de quiebre, atribuido por muchos a elementos afines a Siria y Hezbolá. A partir de ese momento, Riad comenzó a distanciarse.

La llegada al poder de Mohamed bin Salman en 2017 redefinió las prioridades saudíes. Con el foco en el plan Visión 2030 y el conflicto en Yemen, el Líbano pasó a un segundo plano. Pero los acontecimientos recientes parecen haber reactivado el interés saudí por el país del Cedro.

Ceremonia fúnebre pública por los difuntos líderes de Hezbolá, Hassan Nasrallah y Hashem Safieddine, quienes murieron en ataques aéreos israelíes el año pasado, en el Estadio de la Ciudad Deportiva Camille Chamoun, en las afueras de Beirut, Líbano, el 23 de febrero de 2025 - REUTERS/ THAIER AL-SUDANI
Ceremonia fúnebre pública por los difuntos líderes de Hezbolá, Hassan Nasrallah y Hashem Safieddine, quienes murieron en ataques aéreos israelíes el año pasado, en el Estadio de la Ciudad Deportiva Camille Chamoun, en las afueras de Beirut, Líbano, el 23 de febrero de 2025 - REUTERS/ THAIER AL-SUDANI

Un regreso silencioso pero decidido

La señal más clara de este acercamiento por parte de Arabia Saudí en términos de actividad diplomática, fue el envío del príncipe Yazid bin Farhan como emisario especial de Riad esta última semana. Su visita no fue anunciada oficialmente, pero incluyó reuniones privadas con las principales figuras del poder libanés: el presidente Joseph Aoun, el primer ministro Nawaf Salam y el presidente del Parlamento, Nabih Berri.

Según fuentes políticas en Beirut, el objetivo principal de esta misión saudí fue preparar el terreno para la llegada del enviado estadounidense Thomas Barrack, embajador en Turquía y negociador especial para Siria. Barrack presentó una ambiciosa propuesta que vincula el desarme de Hezbolá con una hoja de ruta para reformas económicas, enmarcada en un paquete de ayuda internacional para la reconstrucción del país.

En una conferencia de prensa celebrada en Baabda, Barrack calificó como “espectacular” la respuesta del Gobierno libanés: un documento de siete páginas que —según el diplomático— mostraba un “entendimiento profundo y una voluntad de avanzar rápidamente”. Esta iniciativa no solo representa un nuevo intento por contener a Hezbolá, sino que también refleja una creciente sintonía entre Washington y Riad respecto al futuro del Líbano.

Para Arabia Saudí, su renovada presencia en el Líbano también forma parte de una recalibración estratégica regional. El debilitamiento de Hezbolá tras un año de enfrentamientos con Israel ha creado un nuevo equilibrio de fuerzas. Con el grupo chií dañado en términos militares y de apoyo popular, Riad y Washington ven una posibilidad real para reducir la influencia iraní en el país.

Este nuevo enfoque también busca evitar un enfrentamiento directo entre el Ejército libanés y Hezbolá, que podría derivar en un conflicto civil. “El objetivo es que el Estado recupere el monopolio de las armas sin provocar una guerra interna”, señalan fuentes diplomáticas. En este sentido, el proceso debe ser gradual, negociado y respaldado internacionalmente.

<p>El presidente palestino Mahmoud Abbas se reúne con el presidente libanés Joseph Aoun, durante la cumbre árabe de emergencia organizada por Egipto esta semana, en El Cairo, Egipto, el 4 de marzo de 2025 - PHOTO/ Oficina del presidente palestino</p>
El presidente palestino Mahmoud Abbas se reúne con el presidente libanés Joseph Aoun, durante la cumbre árabe de emergencia organizada por Egipto esta semana, en El Cairo, Egipto, el 4 de marzo de 2025 - PHOTO/ Oficina del presidente palestino

La situación sobre el terreno: avances, tensiones y condiciones

La visita de Barrack coincidió con un momento crítico. Aunque desde noviembre de 2024 se mantiene un frágil alto el fuego mediado por Estados Unidos, la tensión con Israel sigue latente. El Ejército israelí continúa bombardeando el sur del Líbano, mantiene cinco posiciones militares dentro del territorio libanés, y ha lanzado ataques esporádicos en los suburbios del sur de Beirut y el valle de Beqaa. Estos episodios han alimentado los temores de una escalada militar que podría echar por tierra cualquier intento de solución política.

A pesar de estas dificultades, el presidente Aoun anunció que el Ejército libanés ha retomado el control del 85 % del sur del país y que el 90 % de la infraestructura militar de Hezbolá al sur del río Litani ha sido desmantelada. Estas medidas buscan dar cumplimiento a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige el monopolio estatal sobre las armas.

No obstante, Hezbolá ha reiterado su negativa a un desarme total. Argumenta que mientras Israel mantenga posiciones militares en suelo libanés y no se acuerde una estrategia nacional de defensa que incluya a todos los actores, su brazo armado seguirá siendo una “necesidad estratégica”. Esta narrativa se refuerza, según analistas como David Wood del International Crisis Group, cada vez que Israel ataca zonas civiles o instalaciones públicas: “Cada bomba que cae debilita la autoridad del Estado y fortalece el argumento de que Hezbolá sigue siendo necesario”.

Miembros del Ejército libanés caminan mientras partidarios de Hezbolá asisten a una protesta organizada por ellos contra lo que dijeron que era una violación de la soberanía nacional, cerca del aeropuerto internacional de Beirut, Líbano, el 15 de febrero de 2025 - REUTERS/EMILIE MADI
Miembros del Ejército libanés caminan mientras partidarios de Hezbolá asisten a una protesta organizada por ellos contra lo que dijeron que era una violación de la soberanía nacional, cerca del aeropuerto internacional de Beirut, Líbano, el 15 de febrero de 2025 - REUTERS/EMILIE MADI

El rol de Arabia Saudí: diplomacia activa con condiciones claras

En este clima de incertidumbre, Arabia Saudí ha optado por una política que combina presión diplomática con disposición a ayudar. La postura de Riad ha sido definida por analistas como una de “condicionalidad comprometida”: voluntad de invertir y respaldar políticamente al Líbano, pero bajo estrictas condiciones. No se trata, según funcionarios del Golfo, de repetir el esquema de "cheques en blanco" del pasado.

El respaldo saudí fue crucial para destrabar el estancamiento presidencial que mantuvo vacante el cargo durante casi dos años. Las negociaciones lideradas por el príncipe Yazid bin Farhan permitieron el consenso necesario para elegir a Joseph Aoun como presidente. En un gesto simbólico, Aoun eligió Arabia Saudí como su primer destino internacional tras asumir el cargo. Allí se reunió con el príncipe heredero Mohamed bin Salman, con quien discutió la reconstrucción del Líbano, la necesidad de reformas y el fortalecimiento del Estado frente a los actores armados no estatales.

Desde Riad, el mensaje ha sido firme: si el Líbano desea asistencia económica y respaldo político regional, deberá comprometerse seriamente con la agenda de reformas y con el restablecimiento del monopolio estatal sobre el uso de la fuerza. Como expresó un alto funcionario del Golfo, “el reino saudí está de vuelta, pero no en los viejos términos”.