Irán rompe con el OIEA
Irán han suspendido su cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) por lo que las instalaciones nucleares nacionales no podrán ser revisadas por esta agencia dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sin autorización del Gobierno persa.
El Parlamento iraní decretó oficialmente esta ruptura que ha sido ratificada por el presidente iraní, Masoud Pezeshkian. Ahora la ley indica que cualquier inspección futura por parte de la agencia de supervisión requerirá la aprobación del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Teherán.
La decisión viene justificada desde el bando iraní por los ataques de Israel y Estados Unidos contra intereses de la República Islámica. De hecho, el régimen de Teherán acusa al OIEA de haber facilitado los ataques israelíes y estadounidenses contra instalaciones nucleares persas.
“El OIEA y su director general son plenamente responsables de esta sórdida situación”, señaló el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, quien acusó a la agencia atómica de la ONU de haber adoptado “una resolución políticamente motivada contra Irán”.
Esta deriva en la relación entre Irán y el OIEA perjudica seriamente las conversaciones internacionales llevadas a cabo sobre el programa nuclear iraní.
En los últimos meses se ha tratado de reconducir la situación y recuperar el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), del que se salió Estados Unidos en 2019. Un acuerdo que fue sellado en 2015 entre Estados Unidos, Irán, China, Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido y la Unión Europea para supervisar el programa atómico persa de cara a evitar un posible uso militar del mismo, intención negada siempre desde el régimen de los ayatolás, que siempre ha propugnado un uso civil de su programa nuclear.
Tras la ruptura del PAIC, durante el primer Gobierno estadounidense de Donald Trump, llegaron sanciones contra Irán, sobre todo relacionadas con el petróleo, principal fuente de financiación persa, y la respuesta del régimen de los ayatolás con acciones beligerantes en el mar Rojo y el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial. Situación que provocó gran inestabilidad internacional.
El reto siempre ha estado en evitar que Irán, país señalado como desestabilizador en Oriente Medio, obtenga armas nucleares y de ahí la supervisión constante sobre su actividad atómica. Y en los últimos meses se ha tratado de retomar el acuerdo para controlar el programa nuclear iraní a cambio de ciertas contraprestaciones para el país persa. Aunque sigue habiendo sospechas porque Irán ha estado enriqueciendo uranio hasta unos niveles que le sitúan cerca de poder alcanzar niveles propios de fabricación de armas nucleares.
En este escenario, tras la reciente escalada de tensión existente en Oriente Medio respecto a Israel y la guerra de Gaza con la actitud beligerante iraní, llegaron los ataques estadounidenses e israelíes contra las principales instalaciones nucleares de Irán: Natanz, Fordow e Isfahán.
La República Islámica ha insistido durante mucho tiempo en que su programa nuclear tiene fines pacíficos, pero los datos recopilados por el OIEA y las agencias de inteligencia occidentales ofrecen serias dudas sobre las intenciones iraníes.