Saharauis radicalizados se integran en Al Qaeda y el Daesh en el Sahel

Campo de refugiados de Boudjdour en Tinduf, sur de Argelia - REUTERS/ ZOHRA BENSEMRA
Un informe de inteligencia española advierte del preocupante ascenso de yihadistas saharauis en la región africana y sus implicaciones directas para la seguridad de Europa y España

Los servicios de inteligencia españoles han emitido una seria advertencia sobre la creciente amenaza yihadista en la franja atlántica del Sahel, donde combatientes saharauis radicalizados se han integrado en las filas de Al Qaeda y el Daesh. Así lo revela un informe confidencial del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según informa La Vanguardia, apenas un día después de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas en Canarias.

El documento subraya la evolución de la crisis en el llamado “triángulo del Sahel” —Mali, Burkina Faso y Níger—, una de las regiones más peligrosas del mundo, donde desde hace más de una década se libran guerras violentas por el control del territorio entre grupos terroristas y gobiernos debilitados. Según el informe, individuos procedentes de los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia), algunos de ellos antiguos beneficiarios del programa humanitario español Vacaciones en Paz, han escalado posiciones hasta ocupar puestos de liderazgo dentro de organizaciones yihadistas.

Estos individuos, familiarizados con el idioma y la cultura española debido a su infancia en hogares de acogida en España, están siendo objeto de especial seguimiento por parte de las unidades de Información. “Domina el castellano un grupo de yihadistas que ha tenido contacto estrecho con familias españolas, y ahora ocupan posiciones operativas en la cúspide del terrorismo internacional”, destacan fuentes del CNI citadas por La Vanguardia. El informe considera “preocupante” su papel como posibles instigadores de atentados en suelo europeo, dada su capacidad para movilizar a actores solitarios y operar bajo el radar.

El informe menciona en particular a dos organizaciones: Jama’at Nusrat al Islam wa al Muslimeen (JNIM), vinculada a Al Qaeda, que intenta expandirse hacia el Magreb con el objetivo de aproximarse a Europa, y el Daesh–Provincia de África Occidental (ISWAP), aún más violento y con una creciente presencia de saharauis radicalizados en su cúpula.

El documento subraya la evolución de la crisis en el llamado “triángulo del Sahel” —Mali, Burkina Faso y Níger—, una de las regiones más peligrosas del mundo - PHOTO/ARCHIVO

La amenaza no es teórica: durante los primeros días de junio, coincidiendo con la celebración musulmana de la Fiesta del Cordero, se registró un repunte de ataques en el sur de Mali y el norte de Burkina Faso. En Mali, las cifras son escalofriantes: más de 400 soldados han muerto recientemente en enfrentamientos con las milicias yihadistas.

El documento también destaca el ascenso de Iyad Ag Ghali, considerado ya el nuevo “señor de la guerra” del Sahel. Con un ejército de más de 6.000 combatientes, Ag Ghali lidera la estrategia de los grupos yihadistas, centrada en consolidar el control total de las zonas rurales antes de avanzar hacia las capitales —Bamako (Mali), Uagadugú (Burkina Faso) y Niamey (Níger)—, tal como ocurrió en su día con Damasco o Kabul.

Soldados hacen guardia en un vehículo blindado en Uagadugú, Burkina Faso - REUTERS/VINCENT BADO

Expertos antiterroristas consultados por La Vanguardia advierten que el Sahel se encuentra en un momento “clave”, ya que un vuelco en la situación podría suponer una grave amenaza para la seguridad internacional. El Departamento de Seguridad Nacional español teme que la región se convierta en un santuario incontrolable del terrorismo, justo en la retaguardia geográfica de Europa.

Esta información pone también de manifiesto una vez más las duras condiciones de vida en los campamentos de refugiados saharauis y la falta de perspectivas y oportunidades para los jóvenes. Numerosas organizaciones de derechos humanos han denunciado durante años el abandono, la precariedad y la frustración que imperan en estos campamentos, situados en pleno desierto argelino y dependientes casi en su totalidad de la ayuda humanitaria internacional. Ese contexto de exclusión y desesperanza se convierte, según advierten los expertos, en un caldo de cultivo ideal para la radicalización.

Este panorama, sumado a la creciente inestabilidad política de los países del Sahel —controlados por juntas militares incapaces de contener la ofensiva yihadista—, dibuja un escenario cada vez más marcado por la incertidumbre y el riesgo. Además, la implicación directa de saharauis radicalizados añade una dimensión nueva y particularmente preocupante a este conflicto de escala global.