Terrorismo en el Sahel

El tema del terrorismo en la región del Sahel africano vuelve a ser relevante, pero esta vez a través de una acusación explícita y directa del Gobierno interino de Mali contra el régimen militar de Argelia.
La acusación surgió después de que se derribara un avión no tripulado de las Fuerzas Armadas malienses en la zona de Tinzouatine, cerca de la frontera con Argelia.
Las investigaciones demostraron que el avión no abandonó el espacio aéreo de Mali, lo que confirma que su destrucción fue el resultado de un ataque hostil por parte de Argelia, lo que Mali consideró como una agresión flagrante, una violación de su soberanía y un obstáculo deliberado a sus esfuerzos militares contra los grupos terroristas.

Bamako, que adoptó una serie de medidas contundentes contra Argelia, incluyó la convocatoria de su embajador para protestar, el anuncio de su retirada inmediata de la Comisión Conjunta de jefes de Estado Mayor (CEMOC), así como la presentación de una queja ante los organismos internacionales contra el régimen argelino por agresión.
Además, el consenso del G5 Sahel, compuesto por Mali, Níger y Burkina Faso, expresó en un comunicado oficial su condena a la operación de derribo del dron maliense, considerando que Argelia se ha convertido en un soporte para el terrorismo en la región, actuando como un brazo oculto para alimentarlo y estructurarlo.
La acusación de Mali no es nueva en su esencia, sino que es una consecuencia lógica de una realidad geopolítica que ha existido durante años. Desde el comienzo del siglo XXI, el régimen militar argelino ha jugado un papel principal en financiar, entrenar y armar a los grupos terroristas y separatistas, en beneficio de su agenda expansionista a expensas de su vecindad regional.

El apoyo de Argelia a los grupos extremistas en el norte de Mali, Níger y Burkina Faso está documentado por pruebas sobre el terreno y datos de inteligencia de fuentes abiertas (OSINT), que indican la existencia de cuatro corredores seguros en la frontera entre Argelia, Mali y Níger, a través de los cuales las fuerzas de seguridad y militares argelinos brindan cobertura y apoyo logístico a los elementos terroristas activos en la región, bajo la supervisión directa de generales como Abdelaziz El-Houam, Abdel Nour Laachab y Mohamed Ageroud, con la participación de unidades múltiples del Ejército argelino.
También se coordinan operaciones complejas que incluyen apoyo aéreo y movimientos terrestres de los elementos terroristas, a través de centros de mando y vigilancia avanzados como los situados en Tamanrasset y Bordj Badji Mokhtar.
Los aviones no tripulados argelinos lanzados desde sus bases en Hassi Terrerin proporcionan apoyo aéreo a estos grupos, mientras utilizan satélites y datos de inteligencia para acompañar sus movimientos a lo largo del triángulo fronterizo entre Mali, Níger y Argelia.
En cuanto a los líderes de estos grupos terroristas, el líder de la organización “Nusrat al-Islam wal Muslimeen”, Iyad Ag Ghali, vive bajo protección directa de la seguridad militar argelina en la localidad de Tinzouatine, mientras que el fundador de la rama de “Estado Islámico – Wilayat al-Sahel” proviene de los campos de refugiados de Tinduf, que son gestionados por Argelia.

Además, Abdel Razak Al-Bara, un líder destacado del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, fue un antiguo oficial de las fuerzas especiales de Argelia, y estuvo a cargo de ejecutar secuestros y atentados a favor de los servicios de inteligencia argelinos en el Sahel y el Sáhara, sin contar su papel en la coordinación con los grupos separatistas y terroristas, lo que demuestra que el terrorismo en el norte y el oeste de África ha sido y sigue siendo una creación del régimen militar argelino.
También, entre los principales brazos terroristas, cabe mencionar a Abdelmalek Droukdal, líder anterior de Al-Qaeda en el Magreb Islámico, y su sucesor Abu Ubaidah Al-Anabi, así como Mokhtar Belmokhtar, conocido como “El Ojo”, quien lideró la organización “Los Firmantes con Sangre”, entre otros líderes argelinos que dirigieron los grupos terroristas más mortales de la región.
Además, no se puede pasar por alto la responsabilidad de Argelia en el apoyo a las milicias del Frente Polisario, que se han visto involucradas en un ataque sangriento que acabó con la vida de un conductor de camión marroquí en Mali, además de su implicación en una serie de operaciones terroristas en Libia y Mauritania.
Un historial negro de Argelia que confirma al mundo que no es más que un miembro subordinado en un eje regional más amplio liderado por Irán, e integrado por Hamás, Hezbolá, los hutíes y las milicias iraquíes y sirias.

Finalmente, el continuo juego con fuego del régimen militar argelino, mediante la creación de un entorno de seguridad inestable en sus fronteras, no pasará sin coste.
El expediente para clasificar a las milicias del Polisario como una organización terrorista está siendo tratado de manera seria en las mesas de decisión internacional, y se acerca el día en que Argelia será reconocida como un país patrocinador del terrorismo que amenaza la paz regional e internacional.
En ese momento, se trazará un nuevo mapa para la región, que hará caer las justificaciones para la existencia de un régimen frágil que ha engañado al mundo durante décadas, haciéndole creer que era una fortaleza contra el terrorismo, mientras que en realidad era el que sembraba sus semillas y las regaba con la sangre de los inocentes.
Lahoucine Bekkar Sbaai, abogado en el Colegio de Abogados ante los Tribunales de Apelación de Agadir y El Aaiún e investigador en migración y derechos humanos
Traducción del árabe por: Abdessamad Benyaich