El secreto más oculto de la ministra Margarita Robles: los satélites espía CSO

La situación geoestratégica aconseja apostar por nuevos satélites de observación. En imagen, la ministra Margarita Robles durante la visita que cursó el mes de enero a las fuerzas españolas en el Líbano - PHOTO/María José Muñoz Estévez-MMDE 
Un tercer ojo electro-óptico CSO va a proporcionar imágenes diurnas y nocturnas a los militares de Francia, España y otras cinco naciones europeas  
  1. A la espera de un programa nacional de satélites electroópticos 
  2. La situación geoestratégica urge programas satelitales  

Desde hace más de un quinquenio, la ministra de Defensa, la magistrada Margarita Robles, mantiene un tupido velo y el más estricto secreto en torno a la participación de España en el denominado Componente Espacial Óptico o CSO ‒Composante Spatial Optique‒, eufemismo que encierra el programa de satélites espía de mayor precisión y resolución de Francia. 

A lo largo de los seis años y nueve meses de ocupar el cargo que ostenta, Margarita Robles no ha mencionado en ninguna de sus comparecencias ante la Comisión de Defensa del Congreso o del Senado ni una sola palabra sobre la vinculación de su departamento con el programa francés CSO, ni mucho menos sobre las consecuencias económicas y operativas de no haberse adherido a la iniciativa gala en el momento oportuno.  

El satélite espía CSO-3 está previsto que el lunes, 3 de marzo, sea posicionado en el espacio a una altura de unos 800 kilómetros, a semejanza de su gemelo CSO-1, en órbita desde diciembre de 2018 - PHOTO/Dicod-Defense 

Tampoco han abierto la boca al respecto las tres personas que de manera secuencial han ocupado los altos puestos de secretario de Estado de Defensa a las órdenes de Robles: Ángel Olivares, entre junio de 2018 y junio de 2020; Esperanza Casteleiro, que relevó al anterior hasta mayo de 2022; y mucho menos Amparo Valcarce, que ahora dirige la política de armamento y material. 

En su comparecencia del 20 de febrero ante los escasos diputados presentes en la Comisión de Defensa de la Carrera de San Jerónimo, Valcarce fue prolija en explicar la importancia del lanzamiento y futura puesta en servicio del satélite español de comunicaciones seguras Spainsat NG-1 del operador Hisdesat. Pero no hizo ni siquiera una escueta alusión a la constelación orbital CSO, que proporciona imágenes al Estado Mayor de la Defensa del almirante Teodoro López Calderón, que ahora cuenta con dos plataformas posicionadas en el espacio y que de forma inminente será completada con la puesta en órbita de un tercer ingenio. 

La secretaria de Estado Amparo Valcarce jamás se ha expresado sobre la importancia de las imágenes de la constelación CSO para la seguridad de las tropas españolas en el exterior. En consonancia, tampoco sus directores generales - PHOTO/MDE 

Fabricado por Airbus Space Systems France y Thales Alenia Space, ese tercer potente ojo electrónico es el CSO-3, último eslabón de la triada de satélites espía franceses de tercera generación, enmarcado en el también francés Sistema Multinacional de Imágenes por Satélite o MUSIS, acrónimo de MUltinational Space-based Imaging Systems. De 3,6 toneladas, su posicionamiento a 800 kilómetros de altura ‒desde donde observará cuanto ocurre de día y de noche‒ está a cargo del nuevo lanzador europeo Ariane 6, en el que va a ser su segundo disparo y su primer vuelo comercial, que va a tener lugar desde la Guayana francesa, tal día como hoy lunes, 3 de marzo, a partir de las 17:24, hora de Madrid. 

A la espera de un programa nacional de satélites electroópticos 

Se trata de una misión crítica por una doble razón. Porque el Ariane 6 es el cohete pesado en el que Bruselas y la Agencia Espacial Europea (ESA) han depositado su confianza para que Europa disponga de capacidad estratégica con la que tener acceso independiente al espacio ultraterrestre. El Ariane 6 debe refrendar que es fiable. Su despegue inaugural del 9 de julio de 2024 no fue un fracaso, pero tampoco un completo éxito. Los ingenieros de su contratista principal, ArianeGroup, han tenido que identificar todas las deficiencias técnicas y subsanarlas en los últimos ocho meses. Así es que el próximo despegue, codificado VA263 ‒Vuelo Ariane número 263‒ debe ser un éxito sí o sí… o el futuro del nuevo cohete quedará seriamente en entredicho. 

Pero es que, en segundo lugar, el CSO-3 lleva un retraso de más de tres años para sumarse en el espacio a sus dos hermanos. Uno es su gemelo CSO-1, que fue lanzado en diciembre de 2018 en un cohete ruso Soyuz. Los datos oficiales son que está colocado a unos 800 kilómetros de altura, se dedica a labores de reconocimiento y su alta resolución es del orden de los 30 centímetros. El otro es el CSO-2, que alcanzó la órbita en diciembre de 2020 también en un lanzador Soyuz. Su altura de trabajo está comprendida entre los 400-480 kilómetros y es de muy alta resolución ‒unos 20 centímetros‒ porque su función es la identificación de objetivos. 

Parte alta del lanzador Ariane 6 con el CSO-3 a bordo. Se aprecian los anagramas del CNES, del Mando del Espacio, del EMAD y la Dirección General de Armamento (DGA) de Francia - PHOTO/ESA/CNES-Arianespace-ArianeGroup-CGS-SMartin 

Si tenemos en cuenta que la vida estimada de los dos espías electroópticos que ya están en el cosmos es de alrededor de 10 años, resulta urgente dar por cerrado cuanto antes el sistema de reconocimiento espacial militar de las Fuerzas Armadas francesas, que también brinda servicios semejantes a las españolas y a las de Alemania, Bélgica, Italia, Suecia y Suiza. Lo expuesto con anterioridad hace que el segundo vuelo del Ariane 6 sea de muy alto riesgo. 

¿Cuáles pueden ser los motivos por los que la titular de la cartera de Defensa mantiene en silencio la participación española en el sistema francés de satélites espía CSO? En pocas palabras, la absoluta reserva dictada desde Castellana 109 apunta a que obedece a la incomodidad derivada de la inexistencia de un programa nacional de satélites de alta resolución en los espectros visible e infrarrojo. También al sobrecoste que ha originado la tardía adhesión de España al CSO, cuya cuantía se desconoce. 

Los datos oficiales son que el CSO-1 y el CSO-3 ofrecen una resolución de unos 30 centímetros, mientras que la del CSO-2, situado a menor altitud, es de alrededor de 20 centímetros - PHOTO/Armée de l’Air et Espace-Defense - 

Tampoco es de descartar que las altas autoridades políticas de Defensa sean reacias a reconocer, pese a quien pese, que el trabajo de interpretación de los analistas del Centro de Sistemas Aeroespaciales de Observación (CESAEROB) y del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS) al mando del teniente general Antonio Romero depende de las imágenes ópticas proporcionadas por los satélites galos. Sin duda, tras su recepción en tierra, algunas de ellas se fusionarán con las de tecnología radar aportadas por el satélite español Paz. 

La situación geoestratégica urge programas satelitales  

El acceso español al programa CSO desarrollado y liderado por la Dirección General de Armamento de Francia, en coordinación con el Centro Nacional de Estudios Espaciales francés está contemplado en el Plan Director de Sistemas Espaciales. Es un documento publicado por la Dirección General de Armamento y Material cuando era su director el teniente general Juan Manuel García Montaño, y su primera edición lleva fecha tan lejana como marzo de 2016.  

El estudio plantea “mantener las capacidades espaciales ya existentes y conseguir las necesarias en el futuro”. Ante la posibilidad de que por cualquier circunstancia no se pudiera poner en marcha a corto plazo una capacidad óptica nacional de alta resolución, para sustituir a los satélites espías Helios 2, como fue lo que ocurrió, el Plan Director ya contemplaba como alternativa “la participación de España en CSO”. 

La misión VA263 del Ariane 6 es de alto riesgo. En su segundo vuelo debe acreditar que es fiable y que las deficiencias técnicas del despegue inaugural han sido resueltas. En caso contrario, su futuro quedará en entredicho - PHOTO/CNES-Frederic Lancelot 

Y es lo que se ha hecho, pero en fechas tardías. España estaba adherida al era un programa francés Helios 2 basado en dos satélites espía. El sistema entró en servicio en diciembre de 2001, de tal modo que en 2016 ya estaba en sus últimos años de vida. Cuando Emmanuel Macron eligió a Florence Parly para ocupar la cartera de Defensa (2017-2022) tras una brillante carrera empresarial y en la administración pública, la ministra gala reiteró en persona a Margarita Robles por activa y por pasiva que los sensores de Helios 2 se apagarían el 31 de diciembre de 2021, como así fue. 

Salvo fuertes vientos, climatología adversa o problemas técnicos, el Ariane 6 partirá el 3 de marzo desde su rampa de despegue en la Guayana francesa, en la costa atlántica de Sudamérica - PHOTO/ESA-Arianespace-CSG 

Defensa reaccionó, y el Consejo de Ministros del 9 de diciembre de 2020 autorizó una aportación del Ministerio de Hacienda de 61,6 millones de euros entre 2021 y 2027 por los derechos de programación de imágenes del sistema CSO y la adquisición del software y hardware del segmento terreno del CESAEROB para “paliar la brecha temporal entre el fin de vida del Helios 2 y la entrada en servicio en España del CSO”. Así es que sin imágenes Helios 2 y tampoco CSO, hubo que acudir al mercado comercial internacional de compra-venta de imágenes, principalmente al mayorista norteamericano Maxar, para seguir alimentando a los analistas del CESAEROB y al CIFAS y, en última instancia, al Mando de Operaciones. 

En definitiva, a tenor de la situación geoestratégica que atraviesa Europa, el despegue previsto para la tarde del 3 de marzo del cohete Ariane 6 con el CSO-3 a bordo puede ser una inmejorable ocasión para que el Ministerio de Defensa explique a la sociedad española y a los diputados de la Comisión de Defensa de Congreso y Senado la importancia para el Mando de Operaciones (MOPS) de los datos y la inteligencia que se extraen del análisis de las imágenes ópticas CSO. Al frente del MOPS está el teniente general José Antonio Agüero, responsable de velar por la vida y proporcionar la cobertura de seguridad estratégica a los militares españoles desplegados en 14 diferentes misiones fuera de nuestras fronteras.