Yihadismo en el marco de las Primaveras Árabes y las transiciones democráticas

Daniel Abascal
 
Pie de foto: Eduardo López Busquets, director general de Casa Árabe, durante su intervención.
Desde que las manifestaciones populares prendieron mecha en Túnez en diciembre de 2010, el mundo árabe no ha vuelto a ser el mismo. Los levantamientos iniciales fueron recibidos con entusiasmo contagioso y, al tiempo que los dictadores caían, las voces de las personas, silenciadas durante décadas, tomaron la esfera pública. 
 
Casa África acogió este jueves una conferencia que bajo el título Primaveras árabes, yihadismo y democracia pronunció el actual director general de Casa Árabe, Eduardo López Busquets. El acto se enmarcaba en la colaboración entre la Red de Casas de diplomacia pública del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, de la que forman parte Casa África y Casa Árabe.
 
El término primavera árabe fue acuñado y abrazado tanto por medios y observadores como por los participantes. La reminiscencia romántica de Praga 1968 parecía estar allí, pero también su desenlace dramático.
 
Cuatro años después, el panorama es totalmente diferente y el espíritu renovador de la primavera árabe parece haberse eclipsado en un largo e incierto invierno, al que contribuye especialmente el yihadismo. Algunos países, como Siria, Libia y Yemen se han visto envueltos en guerras civiles desastrosas. En Egipto, la transición hacia un gobierno democrático se ha visto interrumpida por profundas divisiones políticas, una intervención militar, una economía en crisis y unas instituciones estatales disfuncionales. En Túnez, el atentado de este pasado miércoles, en el que fallecieron 23 personas, ha puesto en jaque una situación socioeconómica todavía frágil y ha amenazado abiertamente el proceso de transición democrática emprendido.
 
En este contexto, el Director General de Casa Árabe reflexionó sobre el hecho de que a pesar de la sensación generalizada de desesperanza, grupos y actores sociales diversos siguen trabajando desde distintos ámbitos en estos países por un cambio significativo en las condiciones de vida y en la oferta de oportunidades para alcanzar los objetivos revolucionarios iniciales de «pan, libertad y justicia social».
 
Y es que existen ejemplos y casos del llamado «emprendimiento social» en estos países que, pese a tener multitud de obstáculos, necesitan ser contados. La oleada de movimientos populares dio pie a iniciativas ciudadanas e incluso a nuevas empresas que han sido el oxígeno de las revoluciones en la región y, aunque desconocido por la mayoría, sigue siendo un fenómeno que tendrá importantes consecuencias en el desarrollo de estas sociedades.

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