Los movimientos políticos de Irán ante sus intereses internacionales
La República Islámica de Irán podría estar llevando a cabo movimientos políticos remarcables de cara a lograr réditos políticos en el ámbito internacional que le otorguen beneficios en cuestiones importantes como la vuelta al Pacto Nuclear o cómo evitar un mayor aislamiento internacional.
Actualmente hay dos cuestiones que se presumen muy relevantes para el régimen de los ayatolás: el regreso al Acuerdo Nuclear tras la ruptura y la salida de este del pasado Gobierno estadounidense de Donald Trump y evitar un mayor aislamiento político en Oriente Medio.
El interés de Irán para que se vuelva a permitir la evolución de su programa atómico, el cual fue controlado en su día de cara a evitar el desarrollo de posible armamento nuclear, y para evitar sufrir un aislamiento perjudicial en lo político y en lo económico ha llevado a movimientos estratégicos orientados a posicionarse mejor en el tablero internacional. Entre estas últimas estrategias están el último acercamiento político realizado hacia uno de sus grandes rivales regionales, Arabia Saudí, y controlar más a organizaciones que actúan bajo sus directrices en puntos calientes de Oriente Medio, como Hamás o la Yihad Islámica, para limitar sus actuaciones y evitar más escaladas de tensión, principalmente con Israel.
Irán se ha caracterizado durante años por la utilización de grupos afines, principalmente de la misma tendencia chií que la nación persa, para entrometerse en asuntos internos de otros países y obtener diversos beneficios, como es el caso de Hamás en Palestina, los rebeldes hutíes en la guerra civil de Yemen, las Fuerzas de Movilización Popular en Irak, Hezbolá en el Líbano o Liwa Fatemiyoun en Afganistán.
Reunión importante en Teherán
Ahora podría estar dándose una regulación por parte de Irán de la actividad de Hamás y la Yihad aminorando la actividad de estos grupos para que este comportamiento sea bien visto en la comunidad internacional, ya que significa un respiro a Israel, gran objetivo de las ofensivas de todo tipo de Hamás y la Yihad, principales brazos armados palestinos en la zona.
Según diversos medios, como Al-Arab, la República Islámica habría dado orden a estos dos grupos político-militares para calmar los ánimos y rebajar su nivel de intervención contra Israel hasta nueva orden. Todo ello después de una fuerte escalada de tensión y enfrentamientos entre palestinos e israelíes en las últimas fechas. Así, hace unos días, Irán podría haber enviado una señal de querer reducir la continua escalada en contra del Estado Israelí persuadiendo a Hamás y la Yihad para que ejerzan moderación y reduzcan los choques militares en los territorios ocupados.
Así, la reciente reunión de los líderes de Hamás, Ismail Haniyeh, y de la Yihad Islámica, Ziyad al-Nakhalah, en Teherán podría no haber estado relacionada esta vez con la escalada de violencia, la cooperación con Palestina o el choque directo con Tel Aviv, varias tendencias apuntan más bien a la pretensión de instaurar una relativa calma propicia para los intereses iraníes en la región, según apuntaron diversos medios como Al-Arab o The Arab Weekly. El presidente iraní, Ebrahim Raisi, recibió al jefe de la Yihad Islámica, Ziyad al-Nakhalah, mientras que el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, sostuvo conversaciones con Ali Akbar Ahmadian, el recién nombrado secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional (SNSC), antes de reunirse con otros altos funcionarios.
Según diversos medios, Haniyeh y Al-Nakhalah habrían recibido directrices relacionadas con dar el mensaje a Hamás y la Yihad Islámica de que hay que tener en cuenta los nuevos compromisos e intereses de Teherán, últimamente más próximo a Arabia Saudí y con la intención de restaurar el Acuerdo Nuclear.
Aunque otras versiones oficiales también quisieron dejar la imagen de que Irán mantiene una cierta línea dura respecto al tema palestino e Israel. Según la oficina del presidente iraní, Raisi le dijo a Al-Nakhalah que Israel buscaba establecer vínculos diplomáticos fuertes con más países árabes y musulmanes “para desalentar a los jóvenes palestinos respecto a la búsqueda de la liberación los territorios ocupados”, mientras apoyaba también la “resistencia” palestina contra Israel.
Irán podría perseguir el hecho de ejercer su influencia en los movimientos de resistencia palestinos para lograr sus propios intereses, sobre todo en lo concerniente a Israel. El Estado israelí tiene mucho peso en el ámbito internacional, por ser socio histórico de Estados Unidos, en primer lugar, y también por ser uno de los protagonistas de uno de los grandes hitos de la diplomacia internacional de estos años como es la firma de los Acuerdos de Abraham, que fueron auspiciados por el pasado Gobierno norteamericano de Donald Trump y que significaron el establecimiento de vínculos diplomáticos entre diversos países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin o Marruecos, e Israel, un hecho histórico por lo que supone el país hebreo en la región de Oriente Medio y por la animadversión que levanta entre diferentes sectores árabes, sobre todo por la cuestión palestina y la anhelada solución del conflicto en zonas como Gaza y Cisjordania, donde los enfrentamientos entre facciones árabes e israelíes han sido la tónica habitual durante años. En este punto, se sigue luchando por una negociación que lleve a un entendimiento satisfactorio tanto para Palestina como para Israel. Muchos hablan de la solución de establecer dos Estados que cohabiten pacíficamente, pero el entendimiento político de momento está lejos.
Los Acuerdos de Abraham significaron un punto de inflexión importante por las relaciones entre países que tienen algo en común: la visión de la República Islámica de Irán como un elemento desestabilizador de Oriente Medio por su injerencia en asuntos de otros países y su hostilidad política. El régimen de los ayatolás ha sido señalado por varios analistas por su intromisión en asuntos internos de diferentes países a través de la actividad de milicias o grupos políticos de tendencia chií, de la que Irán es el gran estandarte, contrapuesta a la suní, cuyo principal símbolo es Arabia Saudí. Ahora al país persa le puede interesar evitar ese aislacionismo al que podría verse abocado por los contactos y la buena relación existente ahora entre Israel, enemigo encarnizado de Irán, e importantes países árabes del entorno regional.
Precisamente, Irán también se abrió a Arabia Saudí a pesar del enfrentamiento histórico entre las dos tendencias contrapuesta del islam. Recientemente, la República Islámica y el reino saudí acordaron restablecer las relaciones diplomáticas, rotas por Riad en 2016 tras los ataques sufridos en sus sedes diplomáticas en el país persa, justo en una dinámica de confrontación por la supremacía y el liderazgo regional entre los dos principales estandartes de las dos principales ramas del islam, la suní y la chií. El acuerdo entre las dos potencias chií y suní de Oriente Medio se cerró en China, donde las dos partes mantenían negociaciones con el apoyo de Pekín, y ambos países decidieron así reanudar sus relaciones diplomáticas y reabrir sus respectivas Embajadas.
Teherán ha tratado de evitar una mayor escalada en los territorios palestinos y ha acercado posturas con Arabia Saudí para evitar situaciones que le supusiesen un mayor inconveniente político. Además, ha retomado el vínculo con el reino saudí para que no pueda afectarle en el panorama internacional y de cara a las negociaciones también del Acuerdo Nuclear.
La vuelta del Acuerdo Nuclear con Irán es una incógnita. El Plan de Acción Integral Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) fue el pacto acordado en 2015 para limitar el desarrollo atómico iraní con el objetivo de evitar una aplicación armamentística de su programa nuclear a cambio de beneficios políticos y económicos. El Gobierno norteamericano de Donald Trump se salió en 2018 del pacto alegando incumplimientos por parte del país persa en cuanto a asuntos como el enriquecimiento de uranio y le impuso duras sanciones económicas, destacando las relativas al petróleo, gran fuente de ingresos del país asiático.
El régimen de los ayatolás respondió duramente mediante incumplimientos más severos de los límites de su programa atómico y con acciones como el bloqueo del estrecho de Ormuz, una de las principales vías mundiales de tránsito comercial de crudo.
Después de estas tensas situaciones se retomaron recientemente las conversaciones para recuperar el acuerdo, con buenas intenciones por parte sobre todo de los países europeos implicados en el JCPOA, aunque Estados Unidos ha seguido manteniendo sus reservas ante las intenciones iraníes, ya incluso con el nuevo Ejecutivo estadounidense de Joe Biden, como manifestaron diversos portavoces como el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. Desde el Gobierno norteamericano hay desconfianza y se sigue con atención las inspecciones de los miembros de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que tratan de revisar las instalaciones nucleares iraníes para asegurarse de que tengan objetivos únicamente civiles.
Mientras, diversas informaciones han apuntado recientemente que los niveles de enriquecimiento de uranio por parte de la República Islámica son altos y que sobrepasan los permitidos, lo que supone un peligro por la posible situación de que el régimen de los ayatolás se haga con armamento nuclear, lo que supondría un duro contratiempo para la seguridad y estabilidad de Oriente Medio. Precisamente, en un momento en el que la llegada de los Acuerdos de Abraham ha propiciado todo lo contrario: el acercamiento entre importantes países árabes e Israel de cara a desarrollar social y económicamente la región y de cara a pacificar una zona muy convulsa.
La República Islámica de Irán ha demostrado durante muchos años ser un fuerte aliado de los palestinos, oponiéndose frontalmente a Israel que, junto a Estados Unidos, considera a Hamas y la Yihad Islámica como grupos terroristas. Ahora, puede que ciertos intereses propicien un giro en acontecimientos clave de la región de Oriente Medio.