Al Qaeda busca imponerse en Burkina Faso con el objetivo de expandirse hacia el golfo de Guinea
- Burkina Faso, al borde del colapso y la desintegración social
- El golfo de Guinea: el siguiente objetivo
El último ataque perpetrado por Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), una organización terrorista vinculada a Al Qaeda, en Burkina Faso vuelve a poner de manifiesto la necesidad de adoptar estrategias regionales y globales que pongan fin al aumento del terrorismo en la zona del Sahel.
Este ataque, que dejó más de 200 muertos y más de 300 heridos, se suma a las continuas masacres cometidas por este grupo terrorista mientras las fuerzas de seguridad nacionales, en cooperación con civiles, tratan de impedir el avance del yihadismo. Decenas de civiles, en su mayoría hombres jóvenes, han comenzado a ayudar al Ejército a excavar trincheras destinadas a proteger lugares clave en la región de Barsalogo, a 40 kilómetros al norte de la estratégica ciudad de Kaya, la última zona fortificada que protege la capital, Uagadugú.
Los miembros del ejército civil voluntario, que fue incluido por el Gobierno militar de Burkina Faso para apoyar a las debilitadas fuerzas regulares, han recibido entrenamiento de los soldados y también armas de vez en cuando, lo que los convirtió en el principal objetivo de los terroristas.
La violencia se ha intensificado en Burkina Faso desde que miles de civiles fueron incluidos en las fuerzas de seguridad con el fin de combatir a los grupos terroristas y hacer frente a sus amenazas. Los residentes locales han formado alianzas paramilitares para defender sus ciudades y pueblos de la expansión terrorista, especialmente en las zonas más afectadas por esta lacra, donde se convirtieron en un objetivo clave para los terroristas vinculados a Al-Qaeda.
La rama de Al-Qaeda en Burkina Faso (el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes) revirtió a su favor el plan de reclutar civiles para luchar en su contra, ya que miles de civiles comenzaron a sentirse frustrados y abandonados por la autoridad militar gobernante como resultado de la asesinato de un gran número de personas por la falta de protección en zonas rurales, así como por la poca eficiencia en el combate y la falta de información de inteligencia del ejército. Esta situación brindó a los terroristas oportunidades para atraer a un gran número de civiles y jóvenes que habían perdido la confianza en el ejército y en las instituciones gobernantes.
El plan de reclutar civiles no fue la única razón que abrió una brecha entre el pueblo y la nueva clase dominante, ya que la formación de civiles en grupos militares para proteger pueblos y ciudades de ataques terroristas llevó a la creación de una milicia que cometió crímenes y masacres contra etnias específicas bajo el pretexto de extremistas de algunos de sus miembros. En este sentido destaca por ejemplo la milicia “Musa Kogliojo”, que cometió masacres contra miembros de la etnia Fulani en los últimos años.
Burkina Faso, al borde del colapso y la desintegración social
Toda esta violencia e inestabilidad social está llevando a Burkina Faso a una desintegración social sin precedentes, así como al colapso de las autoridades debido al descontento de la ciudadanía y el fuerte avance de los grupos yihadistas, que ya controlan el 40% del país. A esto hay que sumarle el alto nivel de pobreza, la falta de seguridad y el gran número de desplazados, que también impulsa el crecimiento de los extremistas.
Además de dedicarse activamente al reclutamiento de civiles que han perdido la confianza en el Estado, el grupo el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes también atrae seguidores entre aquellas etnias que sufren persecución e injusticias.
Por otro lado, los continuos ataques terroristas contra el ejército y los servicios de seguridad amenazan con causar descontento dentro las filas de las fuerzas armadas debido a la incapacidad de las autoridades para enfrentar la amenaza terrorista. De hecho, estos fueron los mismos motivos con los que el oficial Ibrahim Traoré justificó su golpe de Estado de hace dos años. Entonces, el actual líder militar aseguró que él y sus seguidores no tenían otra opción ante el deterioro de la situación.
No obstante, a pesar de este cambio en el mando militar del país, el grupo terrorista vinculado a Al Qaeda ha seguido lanzando numerosos ataques contra fuerzas del Ejército. El más reciente se produjo a principios de junio en la ciudad de Mansilla y dejó 100 muertos. Igualmente, algunos edificios gubernamentales de la capital fueron objeto de ataques militares, lo que se llegó a considerar como un fallido intento de golpe de Estado apoyado por movimientos yihadistas.
El golfo de Guinea: el siguiente objetivo
Mediante esta escalada ataques contra militares y civiles, el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes busca crear un amplio vacío para completar el control sobre el territorio de Burkina Faso, estableciendo un corredor hacia los países situados en la costa occidental de África. Este plan forma parte de su estrategia para ampliar la influencia de los grupos terroristas hacia los países del golfo de Guinea.
El control actual y total sobre gran parte del norte de Malí y Burkina Faso propicia el avance de los terroristas hacia esta región con salida al Océano Atlántico. Igualmente, los países del Golfo son ricos en petróleo y minerales, como Costa de Marfil, Benín, Nigeria, Togo y Camerún, además de ser el puente de unión entre África Occidental y Central.
El traslado de las operaciones de los grupos terroristas a la región del Golfo de Guinea, imponiendo un control casi total sobre Burkina Faso, garantiza también la consolidación de sus actividades de contrabando y piratería, que es la base de sus recursos.
Después de que los grupos extremistas controlen grandes áreas del Sahel, los países del Golfo como Benin, Togo o Costa de Marfil se convierten en su siguiente objetivo. Por el momento, ya han logrado introducirse en zonas de estas naciones, así como en Ghana, Guinea y Senegal.
El golfo de Guinea tiene problemas que podrían beneficiar a los terroristas para continuar con su avance, como la escalada de violencia, los conflictos, la marginación social y la adopción de enfoques militares sin abordar las causas subyacentes de la expansión y difusión de ideas extremistas.
El colapso de los países del Sahel permitiría la formación de un eje estable del terrorismo en la región, capaz de extender sus armas al exterior, desplazarse y expandirse hacia las zonas fronterizas. Es por ello que las naciones del Golfo deben abordar la amenaza terrorista de manera realista y proactiva, evitando cometer los mismos errores que se cometieron en el Sahel relacionados con el uso de mercenarios y milicias internacionales que no están sujetos a ningún control y violan el derecho internacional humanitario.