El Sáhara marroquí y el Atlántico africano
Cuando muchos esperaban impacientemente el discurso real del 48º aniversario de la marcha verde para saber cómo iba Mohamed VI a responder a los últimos atentados terroristas del Frente Polisario contra la ciudad de Es-Smara, el discurso de Su Majestad anunció algo mucho más importante que esta desesperada maniobra. Mohamed VI, hijo de Hassan II iniciador de la Marcha Verde que permitió recuperar las provincias del sur del Reino de Marruecos, anuncio la continuidad de las marchas del desarrollo mediante la consolidación del espacio litoral nacional, donde se incluye la fachada atlántica del Sáhara marroquí, junto con la estructuración de este espacio geopolítico, a nivel africano.
A menudo desconocido en su especificidad histórica, el Atlántico Sur, que separa África y Latinoamérica, suele ser incorporado a la geopolítica del Atlántico Norte. Sin embargo, la zona del Atlántico Sur tiene sus propias características históricas, geopolíticas y culturales, resaltadas por parte de un número creciente de investigadores durante las últimas dos décadas. Estos elementos afrolatinos constitutivos del espacio del Sur del Atlántico, que fueron afirmados a lo largo de la historia, ofrecen hoy en día enormes oportunidades de cooperación y desarrollo.
Cabe recordar en este contexto que Marruecos ha hecho de la cooperación Sur-Sur una opción estratégica a través de la consolidación de sus relaciones políticas y la diversificación de sus fructíferas asociaciones con los países del sur, en particular con África, en este sentido la diplomacia marroquí dirigida por SM el Rey Mohamed VI está actualmente desempeñando un papel de vanguardia, contribuyendo positivamente al fortalecimiento de la cooperación dentro del espacio del Atlántico africano.
Hay varios factores que explican esta orientación geopolítica, el cambio climático y la industrialización de alta velocidad de la mayor parte del mundo conducen a una escasez de los recursos de la Tierra, principalmente el agua, los suelos y los hidrocarburos. Esta escasez aumenta el interés por el mar, un territorio aún virgen en explotación industrial que abundaría en recursos naturales inconmensurables.
El mar es por lo tanto un espacio para conquistar, un recurso a explotar y un objeto de rivalidad y del poder disputado, en un mundo donde los océanos desempeñan un papel geoestratégico de máxima importancia, que no sólo se manifiesta en el comercio internacional y en la logística, sino también en el campo de la energía.
Sin embargo, hay que notar que el litoral atlántico africano no es un espacio evocador en las relaciones internacionales o en las relaciones africanas contemporáneas, y eso a pesar de que 23 países africanos tienen una fachada en el Atlántico y representan el 46% de la población africana que por sí sola concentra casi 55% del PIB del continente. Además, estos países enfrentan desafíos comunes que amenazan sus costas, el terrorismo en el Sahel empuja cada vez más hacia la costa y el riesgo de contaminación de esta amenaza de los países sin litoral a los países costeros es real.
El litoral atlántico africano se enfrenta por lo tanto a grandes retos que deben ser abordados aunando esfuerzos; pero es cierto también que este litoral tiene un inmenso potencial que debe ser aprovechado, y, en este sentido, Marruecos está llevando a cabo enormes esfuerzos en la perspectiva de reestructurar este espacio geoestratégico, comenzando por valorar su propio espacio litoral.
Marruecos tiene dos costas que suman una longitud total de 3.500 kilómetros, de los cuales aproximadamente 3.000, sobre el Atlántico, y 500 km, sobre el Mediterráneo. Sin embargo, esta ventaja estratégica, como se deduce del discurso del rey Mohamed VI, no está explotada al máximo.
El mar marroquí representa una importantísima apuesta geoestratégica para el futuro, tanto económica como energética, lo que presupone para el Reino una visión geopolítica renovada para garantizar y explotar, como activo, el horizonte marítimo del país, y así poder aprovechar al máximo esta bendición geográfica, y más particularmente poder promover las oportunidades de inversión en el lado atlántico, estableciendo Marruecos como plataforma portuaria y logística hacia los países africanos. En el marco de esta visión estratégica Marruecos tomo tres importantísimas iniciativas:
- La primera consiste en crear el nuevo puerto industrial de la ciudad de Dajla en el litoral atlántico del Sáhara marroquí, se trata de un nuevo megaproyecto estructurador del nuevo modelo de desarrollo de las provincias del Sáhara marroquí, cuya concepción había sido inscrita por SM en Rey en el marco de la determinación de Marruecos de continuar la labor de promover el desarrollo de las provincias del sur y garantizar la libertad y dignidad de sus poblaciones. Una vez finalizadas las obras del puerto de Dajla Atlántico a finales de 2028, según lo previsto, este gigantesco proyecto desempeñará un papel fundamental como palanca estratégica, para confirmar el anclaje africano del Reino y potenciar mejor su dimensión atlántica.
- La segunda iniciativa que tomó Marruecos en el marco de su visión estratégica para el espacio atlántica consistió en crear en 2009 en Rabat, la Conferencia Ministerial de los Estados Africanos Ribereños del Atlántico que, pretendiendo establecer una zona de paz, seguridad y prosperidad, podrá desarrollar una visión africana común sobre este espacio vital, para promover una identidad atlántica africana y para defender los intereses estratégicos del continente con una sola voz, así como brindar nuevas oportunidades comerciales a las empresas latinoamericanas al permitirles acceder a un mercado más grande en África occidental y, por consiguiente, fortalecer la cooperación Sur-Sur entre África y América Latina y promover la solidaridad entre los países del sur de tal modo que puedan desarrollar soluciones comunes a los desafíos globales como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad.
- La tercera iniciativa concierne el proyecto del Gasoducto Marruecos-Nigeria, un proyecto histórico con enormes dimensiones económicas, políticas y estratégicas, que podría establezca un récord como el gasoducto marítimo más largo del mundo. Recordemos que en el mes de septiembre del año pasado Marruecos, Nigeria y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) firmaron un acuerdo para avanzar en el desarrollo de este megaproyecto, cuyos estudios se encuentran actualmente en una fase avanzada, y que recorrería 7.000 kilómetros por las aguas de trece países del África occidental antes de llegar luego a Europa. No cabe duda de que frente a los momentos de incertidumbre que se viven actualmente con la crisis energética potenciada por la guerra de Rusia en Ucrania, el gasoducto Marruecos-Nigeria constituirá una infraestructura energética clave en el continente africano y a nivel global.
Dentro de este contexto se enmarcan las diferentes acciones estructurantes realizadas por Marruecos en materia de valoración de su litoral atlántico (infraestructura portuaria, proyectos turísticos, construcción de una flota nacional de comercio marítimo fuerte y competitivo, concentración de actividades industriales en la costa atlántica, etc.). La apertura de estas acciones a los Estados de la región parece proporcionar los primeros componentes de una identidad estratégica “afro-atlántica”, todavía en construcción, pero basada ya en una visión común de los riesgos y los retos, así como de la importancia de institucionalización del espacio, a través de estructuras informales como la Conferencia de Estados Africanos Ribereños del Atlántico.