El otro enemigo mortal de Gaza del que casi no se habla: la sed

Resultado de un ataque israelí contra un edificio en Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza, el 18 de marzo de 2025 - REUTERS/ MAHMOUD ISSA
El acceso a agua potable es casi imposible por culpa de la guerra

La alarmante falta de agua potable en la Franja de Gaza supone una crisis humanitaria igual de peligrosa que la falta de acceso a la comida. Miles de palestinos se enfrentan al calor abrasante y a los peligros de la guerra para volver a sus familias con algo de agua, la cual suele ser salada o contaminada. 

Moaz Mukhaimar, un joven de 23 años, camina cada día un kilómetro y espera en una fila dos horas para buscar agua, repitiendo el proceso hasta tres veces al día para abastecer una pequeña zona con 20 refugiados.

En la guerra, más del 80 % de la infraestructura de distribución de agua ha sido destruida por las incursiones israelíes. El portavoz del municipio de Gaza, Asem Al-Nabih, alegó que la red que trae agua desde Mekorot lleva dos semanas sin funcionar. 

Los puntos de acceso a agua potable, como los pozos, fueron destruidos o se contaminaron con aguas residuales. Y los que puede que aún sigan intactos, se encuentran en zonas peligrosas de combate, cerca de instalaciones israelíes o en zonas que fueron evacuadas. 

Hay unos pocos que sí son accesibles, pero se necesita electricidad para sacar el agua, fuente de energía que fue cortada completamente por Israel durante su campaña militar. Y los generadores ya están ocupados suministrando energía a los hospitales. 

En teoría, las tuberías israelíes que dan agua a la Franja que una vez fueron cerradas por motivo de la guerra han vuelto a funcionar. Pero los responsables del agua han afirmado que ninguna gota ha entrado.

Al-Nabih ha alertado que más del 75 % de los pozos centrales han sido destruidos al igual que el 85 % de la infraestructura pública. Las calles y las redes de alcantarillado han sufrido daños tan profundos que en la Franja se han acumulado millones de toneladas de residuos. 

Y al igual que ocurre en los puntos de recogida de alimentos, según la Defensa Civil de Gaza, han muerto ocho personas el 13 de julio por un ataque israelí mientras esperaban a que se les diera agua potable en el campo de refugiados de Nuiserat.

La escasez de agua es tan alarmante que los palestinos se han visto obligados a consumir el agua contaminada o el agua salada del acuífero subterráneo de Gaza que es demasiado salubre para su consumo.

Mohamed Deeb, un desplazado del oeste de Gaza dijo, “sabemos que está contaminada, pero ¿qué podemos hacer? La sed está afectando a mis hijos e incluso a los adultos”. 

Una estación de desalinización ha vuelto a funcionar la semana pasada, al contrario de las demás, que siguen apagadas. Y los Emiratos Árabes Unidos han comenzado el proyecto de construcción de un acueducto que abastezca a 600.000 personas en la Franja de Gaza con agua potable desde una planta desalinizadora en Egipto hasta la zona de Al-Mawasi.

Pero a pesar de los esfuerzos, no llegan ni al mínimo necesario para la salud. Según la agencia de ayuda Oxfam, los palestinos están consumiendo como máximo 5 litros al día, lo que equivale a un tercio de los 15 litros que recomienda Naciones Unidas. 

Y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ya iba alertando de la falta de suministro de agua desde junio. “Si no llega combustible, los niños y niñas empezarán a morir de sed pronto”, condenó el portavoz de UNICEF, James Elder. 

“Gaza se enfrenta a una sequía provocada. Los sistemas de agua están colapsando. Como es provocada, se puede parar. No hay problemas logísticos o técnicos. Es un problema político y si hay voluntad se soluciona de la noche a la mañana”, dijo Elder en su momento.

Y es que la falta de agua potable fomenta los brotes de hepatitis A y B, es decir, con la crisis del agua, se agrava la crisis sanitaria en cuanto a brotes de enfermedades. 

Lo dijo la portavoz de UNICEF, Rosalia Poulin, ni el alimento ni el agua se deben politizar. Son componentes básicos de la supervivencia humana y ahora son más necesarios que nunca dentro de la Franja de Gaza.