El conflicto armado en Sudán: ante una nueva guerra civil

El conflicto armado de Sudán estalló en abril de 2023. El país se asoma al abismo de la mano del enfrentamiento entre el general Abdel Fattah al-Burhan y Mohamed Hamdan "Hemedti" Dagalo.
La situación en Sudán continúa siendo grave - PHOTO/AFP
La situación en Sudán continúa siendo grave - PHOTO/AFP
  1. Introducción
  2. Importancia geoestratégica de Sudán
  3. Situación política y económica
  4. Demografía
  5. Recursos naturales
  6. Historia
  7. Antecedentes del conflicto
  8. Situación actual del conflicto
  9. Papel de los actores externos
  10. Consecuencias del conflicto
  11. Conclusiones

Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.

El temido escenario de una guerra civil es ya una realidad. La siguiente amenaza posible es que la llama de la violencia prenda en la inestable región. Como consecuencia de este enfrentamiento, Sudán vive una situación de emergencia humanitaria de grandes proporciones.

Introducción

El conflicto armado de Sudán estalló en abril de 2023 con el enfrentamiento directo entre el general Abdel Fattah al-Burhan, al frente del ejército del país, y Mohamed Hamdan "Hemedti"1 Dagalo, líder del grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF por sus siglas en inglés: Rapid Support Forces).

Como consecuencia de la violencia, se ha desatado una situación de emergencia humanitaria de grandes proporciones. Los combates no cesan y se han extendido por el país, lo que ha convertido esta lucha por el poder en una guerra civil, con el consiguiente peligro de que la llama de la violencia prenda en toda la región.
Sin lugar a dudas, la participación de fuerzas internacionales ayuda a la prolongación del conflicto y retrasa las posibilidades de llegar a un acuerdo de alto el fuego.

La crisis de Sudán tiene una resolución difícil por la convergencia de factores de gran calado que se tratarán con detalle en este capítulo.

Importancia geoestratégica de Sudán

Sudán tiene un área total de 1861,484 km² con casi cincuenta millones de habitantes, casi el mismo número que tiene España en menos de un tercio de su superficie (Cia World Factbook, 2023). El 70 % de la población de Sudán es árabe, aunque también tiene habitantes de hasta otros quinientos grupos étnicos. Por lo tanto, se considera un país africano y árabe.

Las lenguas oficiales son el árabe y el inglés. La adscripción religiosa mayoritaria es la musulmana suní y cuenta con una pequeña minoría cristiana.

Era el país más grande del continente hasta su partición. Comparte frontera con la República Centroafricana, Chad, Egipto, Eritrea, Etiopía, Libia y Sudán del Sur. Esta última frontera es temporal y se utiliza el alineamiento que existía en 1956, ya que la demarcación final está pendiente de negociaciones.

Conviene destacar la importancia geoestratégica de Sudán, esencial para los intereses de terceros países como Rusia o China, ya que cuenta con una posición geográfica privilegiada en la cuenca del mar Rojo que tiene relevancia en el comercio mundial.

Situación política y económica

Desde la independencia de Sudán a mediados del siglo XX, los regímenes militares islamistas han dominado la política nacional. En las últimas décadas de su historia, se han alternado los sistemas parlamentarios multipartidistas y las dictaduras, y entre unos y otras ha sufrido numerosos conflictos armados. Estos han tenido lugar entre el norte y el sur del país y entre regiones del norte a causa de los recursos y de las divisiones étnicas, socioculturales y religiosas (Tønnessen, 2023).

Hasta el año 2019, Sudán se presentaba como una república federal democrática representativa y presidencialista. Internacionalmente, la percepción era bien distinta, al ser vista su situación como un sistema autoritario con el control de los tres poderes por parte del Partido del Congreso Nacional.

En ese año, el 11 de abril, el presidente al-Bashir fue derrocado por el ejército, lo que dio lugar a una dictadura militar que suspendió la Constitución bajo la promesa de elecciones libres pasados dos años. El país estaba, al inicio del conflicto actual, en una etapa de transición hasta las elecciones de 2024.

Ya antes de esa fecha, gran parte del país se encontraba asolado por la pobreza y las constantes hambrunas. Actualmente, se calcula que más de siete millones de personas en Sudán viven con grave inseguridad alimentaria2, situación que no hace más que empeorar.

Demografía

La tasa de fertilidad es alta, a pesar de haber sufrido un notable descenso cuya tendencia se mantiene de manera sutil, y se estima en 4,5 hijos por mujer. Encontramos también un descenso en la tasa de mortalidad que, acompañada de un aumento de la esperanza de vida, propicia una pirámide de población en la que el 55 % de la misma se encuentra en edad laboral. Se trata de un país joven con una edad media de 18 años.

Recursos naturales

Las reservas de petróleo que tiene Sudán le convierten en el quincuagésimo cuarto mayor exportador mundial de este combustible fósil3 que constituye el cuarto producto más exportado del país. Los principales países destinatarios son Italia, la India, Malasia, Emiratos Árabes Unidos y Malta.

Sudán de Sur depende de Sudán para sus exportaciones de crudo, ya que se transportan al mar Rojo pasando por Jartum, que podrían estar siendo afectadas por el conflicto armado.

Además del petróleo, Sudán alberga en su suelo hierro, cobre, cromo, zinc, tungsteno, mica, plata y oro. Es el tercer extractor de oro del continente. También produce energía hidroeléctrica. Por otro lado, hay que destacar que este país produce el 70 % de las exportaciones mundiales de goma arábiga, esencial para la producción de refrescos, vino o golosinas (Español, 2023b).

El uso de la tierra se dedica en un 80 % al pasto y el resto a la agricultura de consumo humano. La fuente principal de recursos hídricos es el río Nilo.

Historia

Es obligado referirse a Nubia para entender los orígenes del actual Sudán y su estrecha relación con su vecino Egipto. Nubia era un reino de la Edad Antigua situado en el sur del país de los faraones y en el norte de Sudán, en la parte central del río Nilo.

La historia de ambos países se entrecruza una y otra vez. El actual Sudán fue el Reino de Kerma hasta que fue absorbido por el Reino Nuevo de Egipto. Ya en el siglo XI a. C., el Reino de Kush se independizó de Egipto hasta su caída a mediados del siglo IV d. C.

Fue entonces cuando los nubios se organizaron en tres reinos: Nobatia, Makuria y Alodia, de advocación cristiana (Cia World Factbook, 2023).

La explicación a la arabización de Sudán la encontramos entre los siglos XIV y XV con los asentamientos nómadas árabes en la región y la extensa islamización de la región en los siglos posteriores. A principios del XIX tuvo lugar la ocupación egipcia, que fue seguida del establecimiento de un condominio británico conformando de este modo un Sudán anglo-egipcio.

Sudán se independizó en 1956 y, a partir de esta fecha, padeció una larga lista de conflictos. La primera guerra civil tuvo lugar de 1955 hasta 1972, pero su fin no supuso el restablecimiento de la paz porque la permanencia de conflictos étnicos, religiosos y económicos llevaron a una segunda guerra civil entre 1983 y 2005. Durante esos años de inestabilidad, el entonces general Omar Hassan Ahmad al-Bashir encabezó un golpe de Estado en 1989 y se autoproclamó presidente del país en 1993. La guerra civil terminó en 2005 con unos acuerdos de paz que supusieron la redacción de una nueva Constitución y la autonomía de Sudán del Sur, que se independizó en 2011.

Antecedentes del conflicto

Como ha quedado patente, la segunda mitad del siglo XX estuvo teñida de guerras civiles para Sudán. En el trasfondo de estas, como en el conflicto actual que vive el país, encontramos la desigualdad económica, política y social entre el norte y el sur de Sudán. Sin embargo, y pese a las dos guerras civiles y a la escisión de Sudán, la violencia en el país no ha cesado.

A comienzos del siglo XXI, el pueblo sudanés se vio azotado de nuevo por el conflicto armado. En esta ocasión, en Darfur, en Kordofán del Sur y en el Nilo Azul. Ya entonces gobernaba al-Bashir, cuyo mandato, si se tienen en cuenta sus primeros años como presidente de la junta militar (1989-1993), se extendió tres décadas. Este terminó con un golpe de Estado militar ocurrido en abril de 2019. Unos meses después, en julio, el Consejo Militar de Transición firmó un acuerdo con las Fuerzas de la Libertad y el Cambio (FFC por sus siglas en inglés: Forces for Freedom and Change) para formar un Gobierno de transición, que quedó en manos Abdalla Hamdok como primer ministro, con el objetivo de convocar elecciones democráticas a finales de 2022.

Este acuerdo no llegó a materializarse porque, en octubre de 2021, el Ejército del país tomó el poder al derrotar a Hamdok y reemplazó a los miembros civiles del Consejo Soberano. No obstante, Hamdok fue reincorporado al Gobierno en noviembre de 2021, aunque renunció dos meses más tarde porque las reformas que pretendía implementar fueron bloqueadas por al-Burhan y por Hemedti, los dos generales que lideran la
contienda actual. Es en esta fecha cuando la ilusión de un Gobierno civil se ve nublada a pesar de la promesa de los militares de devolver el poder a manos civiles (Lynch, 2023).

Algunos autores comparten la opinión de que los esfuerzos de Estados Unidos y de Naciones Unidas por revitalizar un plan de reforma del sector de seguridad en un momento político tan delicado pudo impulsar las dinámicas de conflicto ya conocidas en Sudán (Lynch, 2023 y Srinivasan, 2021).

El general al-Burhan ocupa la jefatura del Consejo Soberano y de las Fuerzas Armadas de Sudán. Ostenta, además, la jefatura del Estado y de Gobierno. La lucha de poder actual enfrenta a al-Burhan, apoyado por el ejército, y a Mohammed Hamdan Dagalo (conocido como Hemedti), jefe de Estado adjunto que cuenta con el grupo paramilitar creado por al-Bashir, las Fuerzas de Apoyo Rápido. Esta lucha de poder, que frustra la transición acordada, tomó la forma de lucha armada en abril de 2023. En un principio se centraba en la capital, pero se fue extendiendo por el país con el transcurso de los meses.

Situación actual del conflicto

Situación política y militar

Para algunos medios e instituciones, el conflicto en Sudán se encuentra, a fecha de redacción de este trabajo4, muy cerca de tomar la deriva de la guerra civil (ONU, 2023). Para otros (Ayferam, 2023 y CNN, 2023), este camino ya está tomado.

Según Marc Lavergne5, especialista en el Cuerno de África, se trata de una batalla entre dos élites: por un lado, la político-militar establecida en el centro del país y, por otro, la élite militarizada emergente de Darfur. El objeto del conflicto es el control del Estado (Corbetta, 2023). Ambas se encarnan en sus líderes: de una parte el general al-Burhan, un militar de carrera nacido al norte de Jartum, y, de otra, su oponente, el general Mohammed Hamdan Dagalo, pastor de camellos en Darfur.

Guerra civil o no, queda claro que nos encontramos ante una nueva fase en la lucha entre el centro, que monopoliza la riqueza y el poder, y la periferia del país, rural y marginada. Existen diferentes líneas de fractura que se sustentan en una larga historia de desigualdades entre el valle del Nilo, el «Sudán útil» que llamaban los ingleses, y el resto del país, que hoy día concentra un gran potencial cuyo ejemplo lo encontramos con los grandes yacimientos de oro de Darfur (Agence France Presse, 2023a). Apoyando las desigualdades encontramos una lucha étnica que corre el peligro de agudizarse con un conflicto en el que las intervenciones extranjeras para lograr la paz van fracasando una tras otra. La guerra se agrava sin remisión (Diallo, 2023).
El punto de partida de la lucha armada se sitúa el 15 de abril después de que las RSF tomasen posiciones en Jartum y tratasen de ocupar la estratégica ciudad de Merowe que, además de tener una posición central en el país, cuenta con un aeropuerto y está muy cerca de una presa eléctrica en el Nilo.

Desde aquella fecha, a pesar de que se han pactado varias treguas, la tensión ha ido escalando y se ha ido extendiendo a otras zonas del país. También lo ha hecho la violencia sexual contra mujeres y niñas de una manera destacada (Agence France Presse, 2023b).

Aunque los enfrentamientos se suceden ya en todo el territorio, la lucha armada se localiza principalmente, a fecha de redacción de este capítulo, en Jartum, Gedaref y el Nilo Azul (cerca ya de la frontera con Etiopía y Eritrea), en Darfur (próxima a la frontera de Chad, de la República Centroafricana y de Sudán del Sur) y en Kordofan. La mayor amenaza es la extensión del conflicto tanto dentro como fuera de las fronteras de Sudán.

Darfur

Esta región merece una mención aparte por su importancia geoestratégica e histórica. Darfur se puede traducir del árabe como hogar de los fur, el grupo étnico nómada que habita en el oeste de Sudán, y limita con la República Centroafricana, Chad, Sudán del Sur y Libia. Se considera que pertenece al espacio del Sahel (Ucelay, 2023).

De 2003 a 2020, esta área vivió un conflicto que Naciones Unidas calificó de genocidio. El enfrentamiento entre las milicias yanjauid de al-Bashir (de las que nacen las RSF) y los africanos negros de esta zona derivó en una limpieza étnica de estos últimos y en el desplazamiento forzoso de varios millones de personas.

Actualmente, el temor a que se repita la historia en Darfur es elevado. Esto se debe a que, a medida que el conflicto se intensifica, la violencia y los abusos teñidos de división étnica aumentan, alcanzando dimensiones comparables a las de principios del milenio (Al Jazeera, 2023). Ante esta deriva, la Corte Penal Internacional ha abierto una investigación sobre posibles crímenes de guerra en esta región (France24, 2023).

Las limpiezas étnicas encuentran sus raíces décadas atrás. Las élites políticas que dominaron el Sudán después de la independencia no consideraron que la diversidad étnica fuera una fortaleza. Las élites musulmanas, mayoritariamente árabes, institucionalizaron jerarquías raciales donde los individuos de ascendencia africana se ubicaban en lo más bajo de la escala social. Existe una fuerte preferencia social por la piel clara en lugar de la piel oscura porque esta última está asociada con el legado de la esclavitud y la africanidad (Tønnessen, 2023).

Desplazados y refugiados

Antes de que estallara el conflicto armado, Sudán acogía a una de las mayores poblaciones de refugiados del continente. Por este motivo, la escalada de violencia en este país ha desembocado en una crisis humanitaria de altas proporciones. Las cifras oscilan mucho según informa una organización u otra. ACNUR calcula que más de dos millones de personas han huido en busca de refugio seguro, de las cuales tres cuartas partes son desplazados internos y el resto son refugiados y retornados (Acnur, 2023).

La mayoría de las personas refugiadas, en gran parte mujeres y niños, buscan ayuda en Egipto, Chad, Sudán del Sur, República Centroafricana y Etiopía. Alguno de estos los países receptores se encuentra completamente desbordado, como es el caso de Chad, que pide la ayuda de la comunidad internacional para ser capaz de gestionar esta crisis (Infobae, 2023).

Emergencia humanitaria

No solamente en Chad la situación humanitaria es incontrolable. El propio Sudán es actualmente un país devastado. La escasez de artículos de primera necesidad, como alimentos y medicinas, está poniendo en riesgo la vida de millones de sudaneses. Martin Griffiths, coordinador de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, exponía a mediados del mes de agosto que la guerra «está alimentando una emergencia humanitaria de proporciones épicas» y, en el mismo comunicado, añadía que «la guerra y el hambre amenazan con arrasar todo Sudán» (ONU, 2023).

Llegan ecos de organizaciones informales que tratan de paliar las necesidades que no cubren ni el Estado ni las agencias humanitarias. Hay rastro de comités vecinales que organizan el reparto de bienes de distinto tipo o planifican evacuaciones. En plataformas de redes sociales también hay quien se ofrece para compartir trayectos, pide ayuda o pregunta sobre el paradero de allegados (Español, 2023a). Es la cara más positiva de una historia con tantos conflictos.

Las mujeres de Sudán

Como viene siendo tristemente habitual en todo conflicto armado, el impacto de la violencia en las mujeres y en las niñas está siendo devastador. Los informes apuntan a que la mayor parte de esta violencia es responsabilidad de las RSF (Abbas, 2023). Estas sufren la violencia en sus casas y, sobre todo, en los desplazamientos en busca de refugio. El hecho de que la mayoría de los hospitales estén desabastecidos o seriamente dañados empeora considerablemente las consecuencias de esta violencia.

La sudanesa es una de las civilizaciones más antiguas del planeta que mantiene el orgullo de las kandakas, las reinas mesolíticas, lo que se traduce en un matriarcado parcial y en un estatus de la mujer más elevado que en otras culturas (Ucelay, 2023). Parcial porque no tiene reflejo en las esferas de poder político o económico, aunque sí se deja vislumbrar en la lucha de la mujer sudanesa por la paz y la libertad. En este sentido, existen intentos de movilización por el cese del conflicto actual de la mano de iniciativas sobre el terreno o en la diáspora6.

Papel de los actores externos

Rusia

Rusia tiene un papel oficial en el conflicto armado de Sudán porque es el principal proveedor de armas para este país (Elbagir et al., 2023)7 y porque, a su vez, manifiesta su deseo de contribuir a la «normalización» de la situación de conflicto (Infobae, 2023b).

Asimismo, tiene acuerdos e intereses en el país, como el que supone el desarrollo de una base logística naval soviética en territorio sudanés que permitirá a Rusia controlar el acceso al canal de Suez y al océano Índico.

Ambos contendientes parecen tener vínculos con Rusia (Lewis y Barrington, 2023). Además, se teme que el grupo Wagner, posiblemente actuando bajo las instrucciones del Kremlin, esté alimentando el conflicto entre el Ejército regular y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido.

En África, la estrategia de este grupo paramilitar ruso ha sido el fomento de una inestabilidad que redunda en el incremento de sus beneficios. Para muchos gobernantes africanos, el grupo mercenario aporta muchas ventajas que no tienen otras fuerzas como las de Naciones Unidas, de la Unión Africana, de la Unión Europea o de Estados Unidos, ya que pueden desplegarse con rapidez, tienen armamento sofisticado y no tienen restricciones por mandatos internacionales (Clark, 2023).

Ante la inestabilidad, el grupo ruso ofrece seguridad contundente a cambio de recursos: "siendo a la vez germen y cura de la enfermedad para los países africanos. Putin, usando como punta de lanza al grupo Wagner, ha logrado acuerdos lucrativos para las empresas rusas, alimentado los intereses del Kremlin en sectores estratégicos como la energía y los recursos minerales. Una técnica con la que, de paso, contrarresta el golpe de las sanciones y pone en peligro la seguridad de Europa". (Columba, 2023).

El pasado mes de julio de 2023, tras la rebelión del grupo Wagner en Rusia, aún había medios de información que afirmaban que los paramilitares rusos seguían presentes en Sudán (Aftandilian, 2023) e, incluso, que era una de las vías de acceso a recursos que ayudan a la financiación de la guerra en Ucrania. En el mes de mayo, Prigozhin, director y dueño del Grupo Wagner, había afirmado lo contrario (Reuters, 2023).

Ante estas informaciones contradictorias, de lo que no cabe duda es de que, después del conflicto del grupo con las Fuerzas Armadas rusas en el verano de 2023 y de la muerte de su líder, el futuro de los paramilitares y de sus operaciones internacionales es incierto. No ha trascendido el acuerdo con el que terminó aquella rebelión, pero sí se conoce la oferta del Kremlin para aquellos miembros de Wagner que no participaron en ella, a los que se les ha ofrecido integrarse en el Ejército regular ruso. Esta acción podría desmantelar esta agencia de seguridad privada y sus acciones, contraviniendo los intereses geoestratégicos y económicos rusos.

Figura 1: imagen tomada de un video de X que muestra a las fuerzas de Wagner bailando al ritmo de la música folclórica sudanesa con la leyenda «el janjaweed ruso», lo que permite establecer un vínculo entre los mercenarios y el grupo de milicias del que se formaron las RSF
Figura 1: imagen tomada de un video de X que muestra a las fuerzas de Wagner bailando al ritmo de la música folclórica sudanesa con la leyenda «el janjaweed ruso», lo que permite establecer un vínculo entre los mercenarios y el grupo de milicias del que se formaron las RSF

China

Las relaciones entre Sudán y China comenzaron a volverse significativas en 1959, cuando Jartum fue uno de los primeros países árabes en reconocer a la República Popular China.

Los intereses de China en el país africano, similares a los que tiene Rusia, se basan en la agricultura, la minería, el petróleo, las armas y la construcción de infraestructuras (Yerenian, 2023). No obstante, o quizá precisamente por estos intercambios, China no ha tomado partido de manera pública en el conflicto sudanés, ya que la inestabilidad en el país africano no favorece sus intereses económicos.

Estados Unidos

Los países occidentales, y de manera especial Estados Unidos, han sido apoyos importantes en el intento de transición democrática tras la caída de Al-Bashir (Al Jazeera, 2023b).

Con el inicio del conflicto armado actual, Washington ha retirado su apoyo financiero al Gobierno y se ha posicionado del lado de un plan para una nueva transición y un Gobierno civil. No obstante, a comienzos de septiembre de 2023, el Gobierno de Biden ha anunciado duras sanciones contra las  RSF que, a su vez, las han  tildado de "arbitrarias" (Europa Press, 2023). Estas acciones podrían dar a entender una toma de posición por parte de Estados Unidos en el conflicto sudanés (Pecquet, 2023). No hay que olvidar que los intereses de China y de Rusia en una región de tanta importancia geoestratégica pueden ser considerados como amenazas por el Gobierno norteamericano.

Las opciones de Estados Unidos para mitigar la crisis armada son limitadas más allá de procurar aliviar la crisis humanitaria (Gavin, 2023).

Egipto

Como en otros conflictos armados de la región, actores como Egipto, Libia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes e Israel están jugado un papel destacado al apoyar a las partes enfrentadas (Al-Anani, 2023).

De esta manera, diversos actores, especialmente Libia y Egipto, están muy implicados en la guerra y se enfrentan de manera indirecta (Faucon, Said y Malsin, 2023). Andreas Krieg, profesor asociado en el Departamento de Estudios de la Defensa del King’s College de Londres, afirma que Egipto se está oponiendo activamente a Hemedti, de las RSF. De este modo, se repite su posicionamiento opuesto a la UAE, que apoya a los paramilitares tal y como se pudo ver recientemente en el conflicto libio y en el etíope (Cafiero, 2023a).

Egipto y Sudán han estado unidos durante décadas, ya que el segundo fue un condominio colonial anglo-egipcio y la manera en la que se forman sus identidades es colonial. Egipto, además, tiene un especial interés en Sudán que se materializa en su deseo de paliar una de sus mayores vulnerabilidades: la falta de agua (Atwood, 2023).

La estabilidad de ambos países está estrechamente relacionada, lo que explica su posicionamiento en el conflicto. Egipto desea un vecino fuerte y estable aunque sea por la vía del autoritarismo (Atwood, 2023). Por ese motivo, no apoya la transición civil sudanesa y se posiciona del lado del Ejército de Burhan. No le interesa la mera existencia de un conflicto tan cerca, pero, una vez iniciado, considera que no le conviene que el Ejército pierda. Las RSF son vistas como una milicia separada del Estado central y, por tanto, como el bando que, de ganar la contienda, generaría dinámicas de inestabilidad en Sudán. Por este motivo, aunque Hemedti ha intentado acercarse a Egipto, El Cairo tan solo concibe la presencia de vecinos fuertes, y el líder de las RSF no parece garantizar esa salida (Atwood, 2023).

Libia

Khalifa Haftar, general del autoproclamado Ejército Nacional Libio, apoya desde los inicios del conflicto a las RSF (Elsaidi, 2023). De este modo, se enfrenta, como ha quedado expuesto anteriormente, de manera indirecta a Egipto.

Haftar, que se encuentra respaldado por Rusia y EAU (Faucon, Said, y Malsin, 2023), le devuelve de este modo el favor a Hemedti, que le apoyó en su intento de tomar Trípoli en 2019.
Sin embargo, las inundaciones que asolaron el noreste de Libia a mediados de septiembre de 2023 y que han dejado más de once mil víctimas mortales podrían dificultar este apoyo a los paramilitares sudaneses.

Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí

Los dos países del Golfo que tienen mayor influencia en Sudán son Emiratos Árabes y Arabia Saudí, que ven en el conflicto armado actual una oportunidad para sustentar su posición predominante en Oriente Medio. Arabia Saudí se ha posicionado del lado de Burhan mientras que EAU apoya a Hemedti (Mohammed, 2023).
Emiratos Árabes, además de estar enfrentándose de manera indirecta con Egipto, se opone también a Arabia Saudí al apoyar a una parte distinta implicada en el conflicto.

Una explicación para esta participación indirecta pero activa de estos dos países del golfo Pérsico es la excelente ubicación geográfica de Sudán. Su localización en el mar Rojo hace del país sudanés una puerta valiosa a la región subsahariana, pero también a las rutas de comercio y a las cadenas de suministro que atraviesan el estrecho de Bab el Mandeb. Además de estas posibilidades comerciales, Sudán ofrece codiciosas oportunidades relacionadas con la inversión y la seguridad alimentaria (Cafiero, 2023a).

Emiratos Árabes, de manera predominante, tiene intereses en el control de los puertos del mar Rojo así como ambiciones políticas y económicas en la región que se extienden a África central y occidental (Cafiero, 2023a).

Ya antes del estallido del conflicto, Emiratos Árabes era el aliado regional más importante de Hemedti, ya que había procurado hacer retroceder la influencia islamista en toda la región. En este sentido, Hemedti es la ficha en la que apostar, puesto que se ha presentado como un baluarte contra las facciones de tendencia islamista que echaron profundas raíces en el Ejército y en otras instituciones bajo el mandato de al-Bashir (Lewis y Barrington, 2023).

Israel

Las relaciones entre Sudán e Israel en la segunda mitad del siglo XX han sido tensas. Sirvan como ejemplos ilustrativos la entrada del país africano en guerra con Israel en el conflicto árabe-israelí de 1948 o en la guerra de los Seis Días de 1967.

En el año 2020, ambos países firmaron un acuerdo para la normalización de las relaciones. Una de sus primeras consecuencias fue la revocación de una ley sudanesa que, desde 1958, prohibía el establecimiento de relaciones con Israel, con oriundos del mismo e incluso con compañías con intereses en ese país.

En lo relativo al conflicto que nos ocupa,  Nader Hashemi8 afirma que Israel está posicionado del lado militar, es decir, con Hemedti o Burhan, ya que confía en que cualquiera o una combinación de ambos le beneficia más que un sistema democrático que, presumiblemente, le exigiría concesiones a Palestina para establecer relaciones diplomáticas, tal y como hacen otras democracias árabes (Cafiero, 2023b).

No parece ser este un futuro plausible puesto que ambos generales tienen apoyos que se posicionan en contra de las relaciones pacíficas con Israel. Además, no se trata de una estrategia compartida de manera uniforme en Israel, ya que el sector de seguridad apoya una vía diferente. El ministro de Asuntos Exteriores israelí se postula en favor de Burhan mientras que el Mossad mantiene lazos de apoyo con Hemedti (Cafiero, 2023b).
No obstante, como Egipto y EAU han tomado posiciones opuestas en el conflicto sudanés, la opción más favorable para Israel es apoyar a los dos bandos y presentarse como potencial mediador entre ambos (Mutasim y Diamond, 2023).

Chad

La propia inestabilidad de Chad puede verse incrementada con la de su vecino. El Gobierno de Chad se encuentra en manos militares a la espera de la celebración de elecciones que den paso a un Gobierno civil. Es posible esperar que estas se retrasen debido a la situación actual.

Chad comparte por el oeste una frontera terrestre con Sudán de más de 1300 km. Las grandes minas de oro en la región fronteriza son un centro de contrabando de armas y drogas operado, en parte, por grupos rebeldes en el que las fuerzas armadas nacionales han estado durante mucho tiempo escasamente presentes (Economist Intelligence, 2023).

La situación en la zona de delimitación es harto compleja, pues las cifras de personas, refugiados y nacionales chadianos que la cruzan para huir del conflicto, de las cuales el 90 % son mujeres y niños, son más altas cada mes que pasa. Aumenta, de este modo, la población de refugiados más grande de África occidental y central en un país con una situación humanitaria y de seguridad preexistente crítica.

"En todos mis años con el WFP, nunca había visto una crisis de este nivel con tan poca financiación" (Bryant, 2023), aseguró el director del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) en Chad, Pierre Honnorat, a finales del mes de julio.

República Centroafricana

La situación que vive Sudán preocupa del mismo modo a este otro vecino que, al igual que Chad, también se vio severamente afectado por el impacto de los conflictos sudaneses anteriores.

La RCA vive su propia situación de inestabilidad, en la actualidad marcada por un intento de golpe de Estado con la ayuda de Ruanda y del grupo Wagner.

La situación de la RCA con relación al conflicto sudanés se parece a la de Chad, aunque con cifras considerablemente menores. Las mareas de refugiados sudaneses y retornados nacionales que buscan alivio en un país que parece ser el mal menor, pero que no tiene recursos ni está en posición de atenderles, siguen sucediéndose sin visos de remitir.

Unión Africana

La Unión Africana ha condenado el conflicto armado en Sudán de manera rotunda en su discurso (African Union, 2023a). Pero, más allá de eso, ha estado lejos de coordinar y liderar una intervención o un proceso encaminado a la paz. Tampoco ha emprendido plan alguno para aliviar las terribles condiciones de los miles de refugiados que siguen huyendo del conflicto.

Tras la formación de la UA, en julio de 2002, los líderes africanos resolvieron evitar las intervenciones externas de países como Estados Unidos e implementar, en su lugar, soluciones africanas a los problemas africanos. La inacción en el conflicto de Sudán pone de manifiesto la posible incapacidad de la UA para liderar los asuntos del continente manteniendo la unidad y la colaboración en tiempos de crisis (Mhaka, 2023).

No obstante, el pasado 31 de mayo de 2023 tuvo lugar la Tercera Reunión del Mecanismo Ampliado sobre la Crisis de Sudán para discutir la implementación de una hoja de ruta de la Unión Africana para la resolución del conflicto en Sudán (African Union, 2023b). Es de desear que se actúe rápido para conseguir una ayuda humanitaria eficaz y para poner los esfuerzos encaminados a la consecución de la paz por encima de los intereses particulares nacionales.

Unión Europea

Como era de esperar, la Unión Europea también ha condenado enérgicamente los combates que tienen lugar en Sudán y ha hecho llamamientos a las partes enfrentadas para que faciliten la entrega de ayuda humanitaria.

La UE, a través de su Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas9, ha implementado varias vías de asistencia a la población más vulnerable de Sudán desde el inicio del conflicto. Su trabajo se ha centrado en abrir caminos para proporcionar suministros esenciales, asignar fondos, desplegar expertos, facilitar evacuaciones y abogar por el acceso humanitario (ONU, 2023c).

Conviene que Europa continúe fortaleciendo la respuesta humanitaria para que el conflicto en Sudán no desestabilice a sus países vecinos y, en última instancia, al sur del Mediterráneo. No en vano, del mismo modo que la guerra ha demostrado lo cerca que está Kiev de Bruselas, también acorta distancias entre Europa y Jartum (Hammond, 2023).

Naciones Unidas

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desplegó, a través de la Resolución 2524 de 202010, la misión integrada de asistencia a la transición en Sudán (UNITAMS). Se trata de una misión política de apoyo para la transición hacia la democracia. Su mandato, inicialmente de doce meses, ha sido extendido en tres ocasiones. La última de ellas a través de la Resolución 2685, que lo ha ampliado hasta el 3 de diciembre de 2023.

Voces críticas demandan acciones más contundentes de la ONU, como una resolución que promueva la justicia para las víctimas de la violencia y la rendición de cuentas, y que se garantice el acceso seguro de la ayuda humanitaria (Stroehlein, 2023). Dentro de la propia organización, hay quienes abogan por una misión de mantenimiento de la paz en conjunción con la Unión Africana como la vía ideal, para lo que invocan la responsabilidad de proteger11. La reciente extensión de la presencia de UNITAMS en Sudán parecía ser el momento propicio para modificar su mandato, pero, una vez más, los desacuerdos en el seno del Consejo de Seguridad han imposibilitado esta acción.

Al poco alcance del restringido mandato de UNITAMS hay que sumarle el hecho de que el enviado especial de la ONU en Sudán, Volker Perthes, presentó su dimisión unos meses después de ser declarado persona non grata por las autoridades sudanesas. Dicha renuncia no fue aceptada por el secretario general de Naciones Unidas, que, de este modo, deja en el puesto a una figura diplomática que no cuenta con la credibilidad de las partes en conflicto (International Crisis Group, 2023).

Consecuencias del conflicto

Las cifras relacionadas con el conflicto son abrumadoras. Más de cinco millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares y cientos de miles más podrían verse pronto forzadas a unirse a ellas. Clínicas y médicos han sido atacados en todo Sudán, dejando fuera de servicio al 80 % de los principales hospitales del país.

La violencia, incluida la violencia sexual y por origen étnico, y el racismo se están exacerbando, especialmente en la región de Darfur.

Las ciudades, los hogares, las infraestructuras y el patrimonio cultural tampoco están a salvo de la guerra.

Más de veinte millones de personas, casi la mitad de la población de Sudán, se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria y seis millones están a un paso de la hambruna. Unos quinientos niños ya han muerto de hambre (Stroehlein, 2023).

Conclusiones

En cualquier caso, la situación no puede calificarse de empate puesto que Burhan cuenta con claras ventajas de la mano de una mayor legitimidad internacional, lo que disminuye las posibilidades de una victoria de las RSF. Existe el riesgo de que ambos contendientes acaben controlando partes del territorio y se emule una situación similar a la que se vive en Libia con un Estado fragmentado.

En una futura transición sudanesa no cabe duda de que resultará indispensable tanto abordar las relaciones entre el centro y la periferia como la raíz profunda detrás de la desigualdad: las diferencias étnicas y la inclusión en las esferas política, económica y social.

En lo tocante a Europa, urge un replanteamiento general de su pérdida de presencia en el continente africano, cada vez más cercano y a la vez más alejado, en favor del mayor protagonismo ruso y chino. La sucesión de golpes de Estado y de estallidos de conflictos armados no es una cuestión que deba tomarse a la ligera y debería constituir un motivo de seria alarma.

Blanca Palacián de Inza

Analista del IEEE

Referencias:

1 En este capítulo utilizaremos Hemedti, pero también se traduce del árabe a caracteres latinos como Hemetti, Hemeti o Hemitte.

2 Estos datos se han tomado de The Integrated Food Security Phase Classification (IPC) y están disponibles en: https://www.ipcinfo.org/ipc-country-analysis/en/?country=SDN#:~:text=Sudan,- Acute%20Food%20Insecurity&text=Latest%20data%20shows%20that%20an,period)%20and%20require%20urgent%20action.

3 Estos datos se han tomado de The Observatory of Economic Complexity y están disponibles en: https://oec.world/en/profile/bilateral-product/crude-petroleum/reporter/sdn

4 Septiembre de 2023.

5 Prof. Marc Lavergne, Emeritus Head Researcher, National Center for Scientific Research, Arab and Mediterranean Studies Dept, University of Tours (France).

6 Para más información sobre este tema, consultar: Palacián de Inza, Blanca (2023). La guerra contra las mujeres en Sudán. Documento de Análisis IEEE 48/2023. Disponible en: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2023/DIEEEA48_2023_BLAPAL_Sudan.pdf

7 Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, Rusia es el principal proveedor de armas de Sudán. Citado en: Euronews. (2023). ¿Por qué está el Grupo Wagner de Rusia en Sudán y qué tiene que ver con la guerra en Ucrania? Disponible en: https://es.euronews.com/2023/04/27/por-que-esta-el-grupo-wagner- rusia-en-sudan-y-que-tiene-que-ver-guerra-en- ucrania#:~:text=Seg%C3%BAn%20el%20Instituto%20Internacional%20de,proveedor%20de%20armas%20de%20S ud%C3%A1n.

8 Director del Centro de Estudios de Oriente Medio de la Universidad Josef Korbel de Denver.

9 Disponible en: https://commission.europa.eu/about-european-commission/departments-and-executive- agencies/european-civil-protection-and-humanitarian-aid-operations_es

10 que se encuentra disponible en: https://unitams.unmissions.org/sites/default/files/resolution_2524_2020.pdf

11 Para más información, consultar: https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2012/DIEEEA09- 2012_ResponsabilidadProtegerDchoVeto_BPI.pdf