El primer ministro italiano recibe en Roma a Sarraj mientras los titulares de Exteriores europeos son incapaces de formular un plan de acción unitario

El conflicto libio pone de relieve la incapacidad de la política exterior de la UE

AFP/FRANCISCO SECO - El presidente del Consejo Europeo Charles Michel y el jefe de la política exterior de la Unión Europea Josep Borrell durante su reunión el 8 de enero pasado con el primer ministro libio Sarraj

Como ha ocurrido con otros conflictos bélicos de una naturaleza similar en los últimos años, Libia ha vuelto a poner de relieve la falta de unidad e incapacidad de la política exterior de la UE. El vacío de liderazgo europeo –en la coyuntura estratégica aislacionista de los EEUU de Trump- lo han ocupado dos potencias euroasiáticas como Rusia y Turquía, en bandos enfrentados en el conflicto libio. A pesar de la importancia para la UE de un Magreb y un Sahel estables, los 28 se han mostrado incapaces de presentar una propuesta digna de ser tenida en cuenta por las partes en litigio. 

Este mismo sábado, Fayez Sarraj, líder del Gobierno de Acuerdo Nacional libio (GNA) –apoyado hasta ahora por la ONU- se ha reunido en Roma con el primer ministro italiano Giuseppe Conte después de haber cancelado un primer encuentro, una vez supo que este había recibido al mariscal Jalifa Haftar, jefe del Ejército Nacional Libio. Italia -antigua potencia colonial en Libia- mantiene una división militar en apoyo al Gobierno de Sarraj en Trípoli desde enero de 2018 y el Estado Mayor de la Defensa aseveró esta misma semana que seguirá. El citado encuentro tiene lugar después de que Conte instase el pasado miércoles a Haftar a que renuncie "a la opción militar", como ha recogido la agencia Efe.

Convencida de que es la mejor opción en la lucha contra el yihadismo –y golpeada duramente en casa por el terrorismo-, Francia apoya al mariscal Haftar. Y de fondo, la cuestión de los hidrocarburos: la italiana Eni compite con el galo Total en el escenario magrebí, recordaba en Forbes el analista Alasdair Lane. 

La cumbre extraordinaria de ministros de Exteriores de la UE este viernes fue el reflejo de la falta de iniciativa de los 28. El alto representante de Política Exterior de la UE, el español Josep Borrell, se limitó a hablar en términos genéricos de la necesidad de una "desescalada" entre las partes y a enfrentarse con los periodistas que le recordaban la ausencia de una política exterior coherente. En lo que sí parecen unidos los Estados de la UE a día de hoy es en seguir dando crédito a Irán y en proclamar la validez del Plan de Acción Integral Conjunto, el acuerdo nuclear de 2015 alcanzado con Teherán.

Putin y Erdogan

La extraña pareja formada por Putin y Erdogan, cada vez más fundamental para resolver la situación en Oriente Medio, se hace también imprescindible en el Magreb. Animados por veleidades neoimperialistas, actúan con todo el impulso y la decisión que le falta a la UE. Los intereses de Turquía –que ya ha enviado tropas a Libia- son numerosos en suelo libio. La supervivencia del GNA daría a las firmas turcas la posibilidad de continuar obras de construcción por valor de 20.000 millones de dólares, según The Economist. Además, se situaría en una posición de ventaja en el proceso de recuperación del Ejército libio y otras instituciones del Estado. 

Y, cómo no, los recursos energéticos. El descubrimiento en el Mediterráneo de grandes reservas de gas ha desatado un nuevo conflicto regional.  Los intereses turcos pasan por el acuerdo de fronteras marítimas suscrito con el GNA a cambio de la ayuda militar de Ankara. Por ahora Ankara se ve con ventaja en la carrera por el gas. Grecia, Chipre e Israel, por su parte, promueven el proyecto EastMed. Y Turquía y Rusia acaban de inaugurar TurkStream, como se ha explicado en esta publicación. Ankara lleva a cabo exploraciones ilegales en aguas chipriotas con el deseo de hallar gas como el encontrado frente a las costas del Estado de Israel. 

Todo vuelve a pasar por Moscú y Ankara, Putin y Erdogan. Según el analista libio Emadeddin Badi, del Middle East Institute –citado por The Economist- solo Rusia y Turquía están hoy en situación de poder dar con una solución a la cuestión Libia.

De momento, en cualquier caso, la apelación de las dos cancillerías al alto el fuego –que esperaban entrara en vigor a las doce horas de este domingo- no ha sido acogida por los principales protagonistas de la guerra.  "Espero que Rusia convenza a Haftar y que demos un paso hacia la paz en Libia lo antes posible", declaró este sábado el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, según la agencia de noticias oficialista Anadolu.

Pero no solo la UE está dividida a cuenta del conflicto libio. También la comunidad internacional en su conjunto lo está. Haftar está apoyado por Arabia Saudí, Egipto, Francia, Rusia y Emiratos Árabes Unidos. En el bando contrario, el del primer ministro Sarraj, se encuentran Qatar y Turquía. 

Con todo, la llamada al cese de las hostilidades se generaliza en la comunidad internacional. En el horizonte, la conferencia de Berlín, cuyos promotores esperan que reúna a todas las partes involucradas en la contienda. Tal vez escarmentada por lo ocurrido en Libia a raíz de la acción militar de la OTAN de 2011 que acabó con el régimen del coronel Gaddafi –crisis migratoria, extensión del terrorismo yihadista en el Sahel, etc.- todo apunta a que la UE seguirá viéndolas venir en un conflicto que amenaza con provocar -al margen de dolor y muertes- más inestabilidad en el norte de África. Un caos a sus mismas puertas del que no saldrá indemne.