Crece la islamofobia en Europa del Este

Paco Soto

Pie de foto : dos militantes ultras polacos despliegan una pancarta contra el islam.

La islamofobia también se extiende a la antigua Europa del socialismo real. Los países que hicieron parte de este sistema y se integraron en la Unión Europea (UE), no se han quedado atrás en el terreno de la intolerancia, la xenofobia y el racismo. Aunque existen pocos musulmanes en estos países, los grupos ultraderechistas, algunas corrientes cristianas fundamentalistas y sectores muy conservadores de la sociedad han convertido a los pequeños colectivos de cultura y religión islámicas en un objetivo a derribar. Hace ya unos años, la asociación polaca contra la discriminación ‘Never Again’ dio la voz de alarma: la islamofobia es un problema que va en aumento en Polonia. Según esta ONG, la extrema derecha polaca, siguiendo la estrategia de otros grupos ultras europeos, centra parte de su estrategia política en el rechazo a los musulmanes, que en el país centroeuropeo son unos 40.000. ‘Never Again’ denunció el incremento de la propaganda racista contra los musulmanes y anunció que la islamofobia está penetrando en sectores cada vez más amplios de la población. La decisión de un grupo de musulmanes de construir una gran mezquita en Varsovia fue la excusa para que diversos colectivos ultras polacos iniciaran una campaña de propaganda contra el islam. ‘Never Again’ también denunció la  visión hostil del islam y los musulmanes que difunde una parte de la Iglesia católica polaca, especialmente los sectores vinculados a la emisora de radio de extrema derecha Radio Maria, que cuenta con el beneplácito de amplios sectores de la jerarquía eclesiástica. 

Paralelamente a esta triste realidad, unos 5.000 musulmanes han sobrevivido al paso del tiempo en el noreste de Polonia y conservan su religión y tradiciones. Son los tártaros, que se implantaron en el siglo XIV en el gran ducado de Lituania. En 1679, el rey Juan III Sobieski les entregó tierras, y desde entonces estos polacos musulmanes viven perfectamente integrados en la sociedad. Según Dzemil Gembilcki, guía de la mezquita del pueblo de Kruszyniany, “los musulmanes llevan viviendo muchos siglos en esta región de Polonia y conviven perfectamente con los católicos y los ortodoxos. Esta convivencia demuestra que no estamos condenados al enfrentamiento”.

Musulmanes checos

Los musulmanes checos, que son unos 20.000 –de los que apenas unos 2.000 son practicantes-, también tienen la vida difícil, sobre todo los que son de origen árabe. Se quejan del aumento de la hostilidad contra ellos por parte de la extrema derecha pero también de la propia sociedad civil. La ONG ‘Libertas Independent Agency’ califica de “problemática” la coexistencia de los checos con la minoría musulmana. Según el activista Lukás Lhot´an, “el recrudecimiento de la hostilidad hacia los musulmanes es tan inquietante que es necesario impulsar un debate público”, porque está siendo “tan grave como el antisemitismo”. En Chequia han ocurrido actos violentos contra musulmanes, protagonizados mayoritariamente por grupos neonazis. Ciudades donde viven comunidades musulmanas de cierta importancia como Praga, Pilsen, Prerov, Litvinov, Usti, Slany y Krupka han sido escenario de manifestaciones contra el islam. Jarmila Balazova, de la asociación ‘Musulmanea‘, se queja de que “el Gobierno no hace nada para frenar la islamofobia y la violencia”, y la Federación de Comunidades Musulmanas señala que “hoy son los musulmanes las víctimas, pero mañana podrá ser cualquiera de vosotros”. Según un estudio, el 70% de los checos reconoce que tiene una mala opinión de los musulmanes.

Rechazo creciente

Tras el brutal atentado contra Charlie Hebdo, el pasado mes de enero en París, un sondeo indicó que el 87% de los checos expresa su hostilidad a aceptar inmigrantes musulmanes en su país. El debate sobre la manera de acoger en la UE a los miles de refugiados que huyen de conflictos como el de Siria ha desatado una ola de islamofobia sin precedentes en Chequia. Las redes sociales, y Facebook en particular, se han convertido en el principal soporte de esta ola de prejuicios hostil al islam. Sus protagonistas expanden mitos y falsedades de todo tipo sobre los musulmanes. Según denuncia la emisora Radio Praga, una internauta del municipio de Dadicek publicó en Facebook la noticia de que en Liderovice, una localidad cercana a la frontera checa con Austria, un grupo de musulmanes degolló a varios animales sin ningún motivo aparente. La mujer aseguró que el único animal que sobrevivió a esa matanza fue un caballo que se encontraba encerrado en el establo. La noticia difundida por esta usuaria de Facebook, que provocó alarma social en la citada localidad, resultó ser falsa. La Policía abrió una investigación sobre este hecho y pidió a la población que no suscriba informaciones que no pueden ser contrastadas en un momento tan delicado para miles de refugiados sirios y de otros países de Oriente Próximo y del norte de África que intentan establecerse en el Viejo Continente.

Muchos otros bulos de la misma naturaleza han sido recogidos por las redes sociales. Los expertos alertan sobre el mal uso de Internet por parte de ciudadanos irresponsables y miembros de grupos de ultraderecha que utilizan de forma tendenciosa y sensacionalista hechos relacionados con el islam para defender sus postulados racistas. El arabista e islamólogo Bronislav Ostransky señala en Radio Praga: “Si aparece algo absurdo en Internet, por ejemplo sobre los vietnamitas, diciendo que son rubios de ojos azules a los que les encanta pelearse, el que lo lee ve enseguida que no tiene sentido, porque lo puede confrontar con su propia realidad, con los vendedores de la tienda de abajo.

Mientras que cuando en Internet aparecen claros disparates sobre los musulmanes, es difícil confrontarlo con la realidad, lo confrontará con otras fuentes de información”. El Gobierno del socialdemócrata Bohuslav Sobotka prepara una campaña de información sobre los refugiados musulmanes que podría acoger Chequia para calmar los ánimos de la población y frenar el avance de la xenofobia. De cara a 2017 Chequia prevé recibir a unos 1.500 refugiados, que habrán sido seleccionados antes con ayuda de instituciones religiosas.

Violencia en Bulgaria 

En Bulgaria, donde viven un millón de musulmanes de origen turco (12% de la población), la islamofobia también ha extendido sus tentáculos y el partido ultraderechista Ataka, liderado por el periodista Volen Siderov, ha lanzado varias campañas de acoso contra esta comunidad. Ataka sostiene que Bulgaria es un país “amenazado por el imperialismo turco” y acusa a Ankara de promover el “proselitismo musulmán” en el Estado balcánico a través de grupos políticos como el Movimiento de Derechos y de Libertades (MDL) de Ahmed Dogan, un partido que representa a los búlgaros de origen turco. Hace unos años, Ataka organizó una manifestación frente a la mezquita Banya Bashi de Sofía, la más importante de la capital búlgara, que acabó en batalla campal entre musulmanes y extremistas. El MDL y grupos pro-derechos humanos acusaron a Ataka de promover acciones agresivas contra la minoría musulmana para conseguir apoyo popular de cara a futuras elecciones. La islamofobia viene de lejos en Bulgaria.

En 1984, el dictador comunista Todor Zhivkov puso en marcha una brutal campaña de asimilación de los musulmanes. Los obligó a cambiar sus nombres por otros eslavos y prohibió la utilización del idioma turco. La campaña de “bulgarización” de la minoría turca duró unos cuatro meses, un centenar de musulmanes fueron asesinados y 300.000 abandonaron el país en 1989, cuando Bulgaria abrió sus fronteras con Turquía. Rumanía, donde también vive una pequeña comunidad musulmana, no ha quedado al margen de la islamofobia. Así lo denuncian colectivos como la Fundación del Centro Cultural Islámico Islamul Azi y la Liga Islámica Cultural de Rumanía. Estos grupos aseguran que en Rumanía ha aumentado el rechazo y el racismo contra los musulmanes, que tienen dificultades para encontrar trabajo y tener una vida social estable, y son acusados continuamente de terroristas. Estos colectivos denuncian “el acoso” de la Policía contra sus militantes y aseguran que los medios de comunicación dan una visión de la realidad musulmana en Rumanía “distorsionada”.

En Hungría, donde la extrema derecha tiene una gran fuerza social y una importante representación parlamentaria a través del partido racista y antisemita Jobbik, los musulmanes, junto con los judíos y los gitanos, son el blanco preferido de los ultras.