Felipe VI, un nuevo rey para las relaciones hispanomarroquíes

Por Rachid Elalamy
El príncipe Felipe de Borbón será rey de España este mes de junio, y se verá confrontado a una nueva realidad. La España de 2014 es muy diferente a la España de hace 39 años, cuando el padre del heredero, el rey Juan Carlos I, llegó al trono. Pero esto no significa que España no tenga problemas. La crisis económica, social, política e institucional y las tensiones territoriales, sobre todo en Cataluña, marcarán la agenda del nuevo monarca. La política exterior la dirige el Gobierno en España, pero el rey contribuye también a defender los intereses económicos y geoestratégico y la imagen del país en el concierto mundial. Así lo ha hecho Juan Carlos durante casi cuatro décadas, y el Felipe VI seguirá el mismo camino que su padre. No es un secreto decir que Marruecos es para España un país clave y estratégico en su política exterior. Lo es por razones económicas, geopolíticas y de seguridad, institucionales, sociales y culturales. España es el primer socio comercial de Marruecos y el segundo inversor. Las relaciones diplomática entre ambos Estados atraviesan una etapa de estabilidad, después de años convulsos y complicados. Ni siquiera los conflictos enquistados como el del Sáhara occidental o las viejas polémicas marroquíes sobre la españolidad de Ceuta y Melilla alteran la buena marcha de las relaciones entre Madrid y Rabat. El rey Juan Carlos I ha jugado un papel decisivo en el acercamiento entre España y Marruecos. Ahora, en el país norteafricano, algunos observadores y responsables políticos, institucionales y económicos se preguntan sobre el futuro de las relaciones bilaterales en el reinado de Felipe VI. En principio, nada tendría que cambiar, salvo quizá en las formas, porque la personalidad del nuevo jefe del Estado es distinta de la del padre. Pero don Felipe es una persona bien formada y preparada y sabe cuáles son los intereses de su país en Marruecos. Por tanto, hará todo lo posible por seguir cultivando las estrechas relaciones que unen a las monarquías española y marroquí, y su estrategia respecto al vecino del sur coincidirá con los objetivos del poder ejecutivo, que no son otros que reforzar los lazos bilaterales en todos los ámbitos.
Mensaje de apoyo de Mohamed VI
El rey de Marruecos, Mohamed VI, transmitió un mensaje de apoyo y amistad a Juan Carlos I, después de que el jefe del Estado español anunciara su abdicación. El Gabinete Real marroquí tardó en reaccionar, porque el monarca se encontraba de viaje oficial en Túnez. Pero tras varias horas de silencio, Mohamed VI, en una entrevista telefónica con Juan Carlos I, rindió un homenaje a su homólogo español por el papel fundamental que desempeñó en la transición democrática, y expresó sus felicitaciones y deseos de éxito al príncipe de Asturias, según informó el Gabinete Real en un comunicado. El monarca alauí quiso de esta forma dejar claro que nada va a cambiar entre los dos países tras la llegada al trono de Felipe de Borbón. Algunos medios marroquíes no son tan optimistas. Según señala el portal ‘Yabiladi.com’, “Juan Carlos ha abdicado y deja a su hijo una monarquía que ha perdido popularidad por culpa de los escándalos económico-financieros y extraconyugales de algunos miembros de la familia real”. Por su parte, el periódico digital de información, análisis y opinión ‘Alifpost.com’ asegura que “con la abdicación del rey Juan Carlos, España pierde el mejor interlocutor económico y diplomático con las monarquías árabes”. Según este medio dirigido por el periodista Husein Majdubi, “resulta llamativo que desde el verano pasado, casi todos los viajes del rey al extranjero fueron efectuados a los países árabes, desde Marruecos en julio pasado hasta Arabia Saudí hace pocas semanas. Y tenía un viaje programado para Catar en las próximas semanas. A parte de Marruecos, que diplomáticamente es un caso especial para España, el rey Juan Carlos era una pieza clave en el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas de España con las monarquías del Golfo Pérsico, porque estas monarquías siempre han preferido tratar con las realezas y no con los gobiernos democráticos. En consecuencia, los sucesivos gobiernos han dejado en manos del monarca las relaciones diplomáticas con estas monarquías”. ¿Qué podría pasar a partir de ahora?
Según el citado periódico digital, “el futuro rey, Felipe VI, no mantiene una relación fluida con las monarquías árabes, y no se sabe si logrará o no mantener la relación afectuosa y cordial que mantiene su padre con estos regímenes”.
Visión negativa
En el caso de Marruecos, según un analista político local, “Felipe necesitará durante los primeros meses de su reinado, demostrar al ala derecha de La Zarzuela, el Ejército y los servicios secretos, que es un rey intransigente que no cede ante las reivindicaciones territoriales marroquíes sobre Ceuta y Melilla”. Dicho analista ignora que en España las Fuerzas Armadas y los servicios secretos no son poderes autónomos del Estado, como ocurre en muchas autocracias y dictaduras, sino instituciones que están bajo control directo del presidente del Gobierno. Otro observador político marroquí lamenta que “Felipe, como su padre, tenga las manos atadas, porque la política exterior española la dicta el Gobierno”, y recuerda que durante su segundo mandato, José María Aznar desató una “política hostil” hacia Marruecos que “sólo en parte” fue enmendada por su sucesor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. El mensaje oficial de Marruecos está muy alejado de la visión pesimista sobre el futuro de las relaciones hispanomarroquíes, que en bastantes casos es defendida por medios y analistas muy vinculados a intereses franceses y abiertamente hostiles a España. La otra cara de la misma moneda se encuentra en España, entre los partidarios del conflicto permanente con Marruecos. Son periodistas, profesionales, políticos conservadores y de izquierda radical, intelectuales y miembros de algunas ONG que ven a Marruecos como un problema y acusan al Gobierno español de debilidad frente al vecino del sur.