Los partidarios de Gadafi vuelven a la política activa en Libia

Por Mohamed Sahli
Foto: Muamar Gadafi en sus tiempos de líder de la Yamahiriya, el sistema tiránico que puso en práctica en Libia.
 
Tres años después de la muerte de Muamar Gadafi, una parte de sus partidarios vuelven a la política activa. Los nostálgicos de la Yamahiriya (el sistema político tiránico y kafkiano puesto en práctica por Gadafi) levantan  poco a poco la cabeza y toman la palabra más o menos abiertamente. Sostienen que Libia vive una situación peor que en tiempos de Gadafi, porque es un país dividido, caótico, violento y controlado por las potencias extranjeras. Y utilizan la lucha contra el terrorismo yihadista para defender sus posiciones políticas. Vienen a decir que la revolución que derrocó a Gadafi sólo ha traído desgracias y desolación y piden orden y seguridad. Muchos libios, aunque no añoren a Gadafi, comparten las posiciones de quienes aseguran que la situación del país es catastrófica desde todos los puntos de vista. Estos libios descontentos por el desorden actual y asustados por la violencia y el terrorismo son el caldo de cultivo en el que se alimentan las ideas de los nostálgicos del antiguo régimen. Algunos partidarios de Gadafi están exiliados en Egipto, en Túnez y en otros países, pero no todos. En Libia, son cada vez menos discretos, se atreven a decir en voz alta lo que piensan, aunque no nombren a Gadafi ni defiendan abiertamente su poder tiránico. 
 
Argumentos nacionalistas
Además de la lucha antiterrorista y de su radical oposición al islamismo político,  utilizan argumentos nacionalistas para conseguir apoyos en los sectores de la población descontentos con la actual situación del país norteafricano. Aseguran que son los dignos herederos de Omar el-Mokhtar, héroe de la resistencia libia contra el colonialismo italiano. Esta estrategia inteligente permite a muchos partidarios más o menos declarados de la Yamahiriya de presentarse ante la opinión pública como patriotas sinceros que quieren   la soberanía de Libia. Sus ideas están calando en un segmento de la población. Los ‘azlem’ (apelación peyorativa de los partidarios del antiguo régimen) ya no son unos apestados. Algunos de estos nostálgicos de Gadafi son jefes y cuadros de la Policía y de las Fuerzas Armadas  que combaten a los yihadistas y hacen parte del frente anti-terrorista en el que también se encuentran muchos opositores al ‘gadafismo’. Hace tan sólo tres años, revolucionarios e islamista radicales compartían las mismas trincheras contra la tiranía. Ahora están en bandos opuestos y los nacionalistas del régimen anterior y una parte de los antiguos opositores están en el mismo lado. 
 
¿Alianza circunstancial?
¿Es una alianza circunstancial en el tiempo o tendrá efectos duraderos? Nadie lo sabe, pero la capacidad camaleónica de los exseguidores de Gadafi no tiene límites. En este marco, la cruzada anti-yihadista que los nostálgicos del régimen de Gadafi llevan a cabo en el frente político-militar defensor de las autoridades gubernamentales y legislativas ubicadas en la ciudad de Tobrouk, está dando sus frutos. “Una parte de los ‘gadafistas’ ya no actúan en la clandestinidad, han perdido el miedo a decir lo que piensan en público, ganan adeptos, porque se aprovechan del descontento de mucha gente que lo único que quiere es paz, tranquilidad y bienestar”,  explica a Atalayar un exopositor a Gadafi. “El tirano dio a los libios un cierto bienestar económico y  tranquilidad social a cambio de tener que soportar un régimen terrorífico. Mucha gente de buena fe, cuando ve lo que está pasando en el país en estos momentos, olvida los aspectos más brutales del régimen de Gadafi y acaba añorando el pasado”, recalca el antiguo opositor. Los ‘gadafistas’ están en los aparatos coercitivos del Estado, en el Parlamento que surgió de las elecciones legislativas del pasado mes de junio y en otros estamentos del Estado que tienen el apoyo de la comunidad internacional. 
 
Los hijos del tirano
En Sirte, la ciudad natal de Gadafi, sus partidarios son muchos y no lo ocultan. Dos hijos del tirano, Moatassim y Khamis, murieron y otros dos, Seif el-Islam y  Saadi, están encarcelados en Zintan y Trípoli, respectivamente. En el exilio egipcio, Ahmed Kadhaf Eddam, primo de Gadafi, ya puede disponer como le dé la gana de todos sus bienes económicos, y tiene buenos  amigos en Europa. Algunos nostálgicos de Gadafi no se fían de él, pero el primo del tirano no ha dicho su última palabra. En declaraciones a la emisora británica BBC, se mostró convencido de que “el mundo se acordará durante mucho tiempo de Gadafi y los libios se darán cuenta que se equivocaron sobre él”. Aïcha, la hija de Gadafi, que se encuentra en el sultanato de Omán, también defiende a través de las redes sociales la figura y la obra de su padre. En Doha, la capital de Catar, Moussa Koussa, exjefe de los servicios secretos del régimen anterior, recibe muchas visitas y desde Johannesburgo (Sudáfrica), el antiguo director de Gabinete del tirano, Bechir Saleh, maniobra ante la Justicia europea para poder disfrutar libremente de su inmensa riqueza, y mantiene contactos con los responsables militares de Zintan que combaten a los yihadistas. Saleh quiere ser en un futuro inmediato un interlocutor válido para las principales cancillerías occidentales y busca la liberación de Seif el-Islam, aunque la Corte Penal Internacional (CPI) lo acuse de haber cometido “crímenes contra la humanidad” y esté encarcelado desde el 19 de noviembre de 2011. Algunos jefes de tribu siguen siendo fieles al hijo de Gadafi y a la memoria del tirano.