Túnez refuerza la seguridad y cierra 80 mezquitas salafistas mientras los turistas abandonan Susa

Atalayar/Agencias
Pie de foto: Turistas británicos abandonan la localidad tunecina de Susa
Miles de turistas han decidido acortar sus vacaciones en Túnez y volver a casa. Los vestíbulos de los hoteles de Susa, donde el viernes un yihadista asesinó a 38 veraneantes europeos, están este sábado llenos de personas a la caza de una plaza de avión. Daesh, al atribuirse la autoría de la matanza, ha querido destruir la temporada turística, motor económico de un país que avanza hacia la democracia y el Estado de derecho.
El primer ministro de Túnez, Habib Essid, intenta salvar lo que se pueda de la temporada y ha ordenado el despliegue de soldados de la reserva en los principales lugares turísticos. Asimismo, ha anunciado el cierre inmediato de unas 80 mezquitas y grupos contrarios a la Constitución.
Muchos jóvenes caen en las redes de los imames más radicales que, hasta ahora, han predicado con bastante libertad. Susa se distingue no sólo con ser uno de los destinos turísticos más populares, como Hammamet y Djerba, sino también por tener una de las redes más sólidas para el reclutamiento de yihadistas.
El asesino del viernes, que entró en el hotel Riu Imperial Merhaba disfrazado de bañista y con un kalashnikov camuflado en una sombrilla, ha sido identificado como Seifedine Rezgui, un estudiante sin antecedentes ni vinculación con los grupos extremistas.
Esta vinculación, muchas veces, no se adquiere en las mezquitas sino en internet. Muchas webs intentan captar a los jóvenes con una retórica religiosa que combina el heroísmo de pertenecer al islam más auténtico con los agravios que los musulmanes han sufrido a lo largo de los siglos a manos de los cristianos occidentales.
En el hospital de Susa, hasta donde se desplazó el presidente Beji Caid Essebsi, se recuperan los 36 heridos en el ataque del viernes. Las víctimas son europeas en su gran mayoría, turistas de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, Francia e Irlanda, además de varios empleados tunecinos del hotel.
Las conversaciones en los vestíbulos de los hoteles de Susa oscilan hoy entre la frustración, el nerviosismo y la resignación. Los clientes, con la pulsera del "todo incluido" en la muñeca, lamentan la mala suerte, incapaces de entender las causas del terrorismo de raíz islamista. "No sé por qué han de matar a personas inocentes", decía una señora inglesa, Kimberly Douglas, en la terraza del hotel Marhaba Beach. "Yo solo quería pasar unos días de descanso con mi familia, no hemos hecho daño a nadie".
Los guías turísticos, en lugar de organizar excursiones a Monastir y la mediana de Susa, buscaban ayer la forma de reembolsar a sus clientes el coste de las vacaciones y trasladarlos al aeropuerto. "Tenemos órdenes de atender todas las peticiones y devolver el dinero a los que se quieran ir", señaló uno de estos agentes que prefirió no dar su nombre porque la compañía no le ha autorizado a hablar con la prensa. "Creo que entre hoy y mañana podemos sacarlos a todos".
Túnez cerrará 80 mezquitas salafís tras la matanza en Susa
El Gobierno tunecino decidió anoche cerrar cerca de un centenar de mezquitas en manos de clérigos salafistas, horas después de que una rama afín al grupo terrorista Daesh se atribuyera la matanza de 39 personas en un hotel turístico en el sur del país
En declaraciones a los medios, el primer ministro tunecino, Habib Essid, admitió que el objetivo es recuperar el control de cerca de 80 templos en los que se incita a la violencia y hay indicios de que se promueven y financian ciertos grupos yihadistas. Horas antes, el presidente del país, Bey Caid Essebsi, ya había advertido que el Estado iba a adoptar medidas sin parangón que no se habían querido adoptar tras la matanza de El Bardo y que pondrían al "país bajo una sola bandera".
La decisión de cerrar las mezquitas, que el mandatario adelantaba con sus crípticas palabras, supone el primer recorte de las libertades que Túnez adapta desde el alzamiento contra la dictadura del huido Zine el Abedin Ben Ali. Caído el tirano, la transición supuso una recuperación de las derechos individuales y colectivos, entre ellos la libertad religiosa que grupos salafistas aprovecharon para apropiarse de los púlpitos de importantes mezquitas. A ello se unió la puesta en libertad de decenas de radicales que penaban en las cárceles bajo el puño represor de Ben Ali, muchos de los cuales partieron después a Siria e Irak para sumarse al combate del EI.
"Las cifras oficiales dicen que son unos 3.000, lo que convierte a Túnez en el principal exportador de voluntarios al EI. Pero son cifras antiguas, calculamos que son más de 5.000" explica a Efe Hedi Yahmed, autor de un reciente libro que analiza el yihadismo en este país norteafricano. "El yihadismo está implantado en Túnez desde la década de los 80, cuando empezaron los primeros emigrantes (que se unieron a lo que después sería Al Qaeda). Esa es la primera generación. Después regresaron y muchos fueron encarcelados por Ben Ali, donde contagiaron a muchos", agrega. Según Yahmed, director del diario digital en árabe Hakhakaik, la tercera generación son "los yihadistas de la revolución, esos que salieron de las prisiones con la amnistía" que siguió a la huida de Ben Ali.
Muchos de los que han regresado de Siria han sido detenidos y encarcelados, pero muchos más solo tienen la obligación de presentarse en las comisarías y apenas están controlados por unos servicios de Seguridad que también han quedado debilitados desde la revolución. Una fuente del Ministerio de Interior admitió a Efe que Saifedine Rezgui, uno de los supuestos autores de la matanza del viernes en el hotel de Susa, no estaba en la lista de yihadistas considerados peligrosos. Rezgui, estudiante de ingeniería en la ciudad de Kairauan, 23 años, se presentó pasado el mediodía en la playa del hotel y abrió fuego de forma indiscriminada contra los turistas junto a un compañero que fue después detenido. Fuerzas de Seguridad lograron matarlo cuando corría en dirección a la piscina y a la entrada del hotel Marhaba Imperial, de la cadena española RIU.
En su asalto, mató a 38 personas, en su mayoría turistas del Reino Unido, pero también alemanes, checos, polacos, belgas y franceses.
El ataque, el segundo que sufre Túnez en los últimos tres meses, se produjo al tiempo que un hombre decapitaba a su jefe en nombre del grupo terrorista Estado Islámico en Francia, los dos países que más voluntarios aportan a las filas del autoproclamado califa.
En un comunicado colgado a través de la red social twitter, el Daesh asumió la autoría de la matanza en Túnez e instó a sus seguidores a seguir con los ataques durante el mes sagrado del Ramadán. Junto a tres fotografías, la cuenta considerada afín al EI y que las autoridades investigan, identifica a uno de los terroristas como Abu Yihya al Kairauani, y asegura que su acción "mató a 40 infieles".
El atentado del Bardo también fue reivindicado por el grupo terrorista EI a través de internet, pero después las autoridades tunecinas aseguraron que fue obra del grupo yihadista local Oqba bin Nafa.