Túnez sólo quiere ser un “país de tránsito” para los extranjeros que huyen de Libia

Por Mohamed Sahli
Foto: Un campo de refugiados libios en Túnez.
Las autoridades tunecinas hicieron saber el pasado fin de semana que quieren que Túnez sea simplemente un “país de tránsito” y no de destino para los extranjeros que huyen del caos político y de la violencia en Libia. Los dirigentes tunecinos quieren evitar a toda costa que se produzca una avalancha de refugiados, ya sean éstos ciudadanos de Libia o extranjeros residentes en ese país, como ocurrió en el año 2011, cuando una revuelta popular acabó con el régimen dictatorial de Muamar Gadafi y con la vida del propio déspota. Desde el pasado 30 de julio, según datos oficiales tunecinos, unas 26.000 personas han cruzado el puesto fronterizo de Ras Jedir. Los egipcios huyen en masa de Libia. El pasado fin de semana, miles de ciudadanos de esta nacionalidad intentaron cruzar la frontera con Túnez. Muchos lo consiguieron y fueron trasladados en autobuses del puesto fronterizo de Ras Jedir hasta el aeropuerto de Djerba y desde allí viajaron en avión hacia Egipto. Según el ministro egipcio de Aviación Civil, Mohamed Hossam El-Dine, varios miles de egipcios fueron trasladados por las autoridades tunecinas hasta Djerba. El pasado sábado por la noche, unos 6.000 egipcios esperaban poder viajar en avión hacia su país. “La situación humanitaria es critica, muchos llevan cinco o seis días sin comer”, aseguró a la AFP un representante regional de la Media Luna Roja. Marine Casalis y Hamdi Tili, dos corresponsales del canal de televisión francés ‘France 24’ en Túnez, fueron retenidos por la Policía en el puesto fronterizo de Ras Jedir durante cinco horas, y pudieron constatar la brutalidad con la que se comportan los soldados y policías tunecinos con las personas que huyen de Libia.
Preocupación por el terrorismo
En privado y en público, el primer ministro tunecino, Mehdi Jomâa, y el ministro del Interior, Lotfi Ben Jeddu, suelen mostrarse contrarios a que Túnez vuelva a ser un lugar de destino para decenas de miles de refugiados procedentes de Libia, porque el país no tiene suficiente capacidad para hacer frente a una catástrofe humanitaria de grandes dimensiones. Los dirigentes tunecinos también temen que junto al fenómeno de los refugiados se produzca una entrada masiva de terroristas yihadistas. El terrorismo ya es un grave problema para Túnez y sus dirigentes no quieren que empeore la situación. El pasado domingo, unos combates entre grupos yihadistas y el Ejército tunecino en una base militar, en Sbeitla (centro del país), acabaron con la vida de un soldado. “Un grupo de terroristas armados intentó asaltar la base militar, pero unidades del Ejército y de las fuerzas de seguridad les hicieron frente”, informó el Ministerio de Defensa en un comunicado. La comisaría de la localidad también fue atacada por los yihadistas. Desde el pasado mes de abril, el Ejército ha desplegado importantes efectivos en la región del monte Chaâmbi, cerca de la frontera con Argelia, donde actúan varios grupos terroristas. Hace poco, 15 militares tunecinos murieron en un ataque terrorista en esta región. Los terroristas suelen pertenecer al grupo Ansar al-Sharia.
Libia se desangra
Por otra parte, en Libia, más de 20 personas murieron el pasado fin de semana en combates entre milicias salafistas y anti-islamistas en el aeropuerto internacional de Trípoli. “Los hospitales de Trípoli recibieron 22 cuerpos y 72 personas resultaron heridas”, indicó el Gobierno libio en un comunicado. Los combates duran ya más de dos semanas y han causado decenas de muertos y heridos y la destrucción de gran parte de la infraestructura aeroportuaria. También han resultado dañados numerosos edificios e instalaciones para combustibles cercanos al aeropuerto. Los protagonistas de los enfrentamientos armados por el control del aeropuerto son las milicias salafistas de la ciudad de Misrata y las brigadas anti-islamistas de Zintan, que controlan la infraestructura desde la caída y muerte de Gadafi. Los graves combates en el aeropuerto de Trípoli y en Bengasi, la gran urbe del este, entre militares y grupos yihadistas e islamistas han hundido a Libia en el caos. Numerosos países han cerrado sus embajadas en Trípoli y repatriado a sus nacionales. Y mientras Libia se desangra sin control en una guerra cruel y absurda, el Gobierno, el nuevo Parlamento y el Ejército libios son incapaces de controlar la situación.