La violencia y la baja participación enturbian las elecciones legislativas en Libia

Por Mohamed Sahli 
Foto: Salwa Bughagis, militante feminista, fue asesinada por unos terroristas el día de las elecciones. 
 
El clima de inseguridad y la violencia terrorista frenaron notablemente la participación electoral en las elecciones legislativas del pasado 25 de junio en Libia. El escrutinio era crucial para el futuro de la transición democrática en este país norteafricano dividido en lo político, social, tribal y territorial. Desde la caída del régimen dictatorial de Muamar Gadafi, en 2011, Libia no ha conseguido levantar cabeza. Los dirigentes de Trípoli, los países del Magreb y la comunidad internacional esperaban mucho de estas elecciones, pero más de la mitad de los ciudadanos libios decidieron no acudir a las urnas. Unos porque no pudieron, otros porque no quisieron. Sólo fueron a votar 630.000 electores de los 1,5 millones que se habían inscrito, es decir el 42% del censo, según datos de la Alta Comisión Electoral (HNEC). La violencia hizo acto de presencia en muchos lugares del atormentado país norteafricano. En Bengasi, la segunda ciudad de Libia, situada en el noreste del país, y en su región los combates entre las topas del general sublevado Khalifa Hafter y las milicias yihadistas son constantes y se han cobrado muchas vidas. Y los atentados terroristas se suceden casi a diario. Salwa Bughagis, militante feminista y activista de la revolución popular que derrocó a Gadafi en 2011, después de ir a votar, fue asesinada a tiros en su casa de Bengasi por cinco  terroristas encapuchados y vestidos con uniformes militares. Los pistoleros también dispararon contra un vigilante, y el marido de la víctima, Esam Al-Ghariani, desapareció y la Policía no descarta que haya sido secuestrado. El asesinato de la activista provocó una profunda conmoción. Bughagis y su hermana Iman pertenecieron al Consejo Nacional de Transición, el organismo político que tomó las riendas de Libia tras la caída del régimen de Gadafi. Las dos activistas siempre defendieron los derechos de las mujeres y la unidad entre las fuerzas políticas para construir una verdadera democracia en su país, y se enfrentaron sin miedo al movimiento islamista de los Hermanos Musulmanes y a los grupos yihadistas partidarios de la violencia y el terrorismo. 
 
Enfrentamientos con yihadistas 
En Bengasi, que fue la cuna de la rebelión contra Gadafi, siete soldados murieron y 50 resultaron heridos en un enfrentamiento con un grupo yihadista en el sur de la ciudad el día de las elecciones, según informó el portavoz local de los servicios de seguridad, Ibrahim al-Charaa. En el oeste del país, la HNEC tuvo que suspender el voto en la ciudad de Al-Jemil, porque unos desconocidos robaron las urnas. En Derna (este de Libia) no hubo votación, porque la ciudad está en manos de los yihadistas. A pesar de estos incidentes, según la HNEC, el escrutinio pudo llevarse a cabo en el 98% de los colegidos electorales. En las zonas donde no se pudieron llevar a cabo las elecciones, las autoridades tienen previsto volver a organizarlas. Los libios fueron llamados a elegir a 200 miembros del futuro Congreso General Nacional (CGN, Parlamento). La Cámara baja es una institución dividida, rechazada por una parte importante de la población y prácticamente paralizada. Si la situación política y social de Liba es caótica, la económica no es mejor. El país dejó de producir 1,5 millones de barriles de petróleo al día y en la actualidad apenas llega a los 200.000. Muchos puertos están bloqueados y bajo el control de milicias armadas. Libia tiene que importar gasolina del exterior y el nivel de vida de la población, que hace 20 años era uno de los más altos del norte de África, ha caído en picado.