Abre sus puertas al público en Senegal la mayor mezquita de África Occidental

Dakar cuenta con un nuevo y majestuoso espacio de oración. Ha sido inaugurada la mezquita de Massalikoul Djinane en la gran ciudad senegalesa, la mayor de toda África occidental. El espacio central da cabida hasta a 30.000 fieles. La mezquita, diseñada por el arquitecto local Meïssa Diodio Touré, ha sido promovida por la cofradía muridí. Esta corriente religiosa, que comprende casi un tercio de la población nacional, es cercana al sufismo y disfruta de múltiples conexiones con las altas esferas.
No se ha reparado en gastos para llevar a cabo el proyecto. La mezquita, erigida a lo largo de los últimos siete años, ocupa una superficie equivalente a seis hectáreas. El edificio en sí tiene una superficie de 10.000 metros cuadrados y consta de cinco grandes minaretes. El más alto de todos alcanza una altura de 78 metros Los mármoles italianos y españoles recubren la mayor parte de la estructura. Brillan, asimismo, las pequeñas cúpulas doradas que rematan los alminares, así como la gran cúpula central. A lo largo de estos meses, la construcción en sí del lugar de culto ha movilizado un gran volumen de mano de obra. Se calcula que 800 albañiles han tomado parte en una u otra fase de desarrollo del proyecto. Asimismo, se ha echado mano de numerosos voluntarios para culminar con éxito la misión.
El espacio principal de la mezquita es su gran sala de oración, reservada a los hombres. Caben allí 7.000 personas; en el espacio reservado a las mujeres, se puede recibir a otras 3.000. Según el diario senegalés Le Quotidien, a estos 10.000 fieles pueden añadirse 20.000 más que ocuparían una explanada adyacente en fechas señaladas en el calendario musulmán. La nueva mezquita no es solamente un lugar para la oración; también contiene un centro de estudios islámicos con capacidad para acoger a quinientos asistentes.

Se trata, por tanto, de un proyecto bastante lujoso que ha sido descrito con frecuencia como “faraónico”. No sale gratis, desde luego. En total, el coste de levantar la mezquita se ha situado en unos treinta millones de euros. La mayor parte de los gastos han sido cubiertos por los propios fieles, tanto residentes en Senegal como pertenecientes a la diáspora. Sin embargo, los poderes públicos de Senegal han tenido que desembolsar, asimismo, cerca de diez millones para llevar a cabo las tareas de acondicionamiento y saneamiento del terreno.
Su inauguración fue toda una demostración de poder del movimiento muridí, bien relacionado con altos cargos de la Administración y el ámbito empresarial. La ceremonia de apertura se convirtió en un acontecimiento nacional. Además de miles de personas procedentes de diversos puntos de todo el país, asistieron al acto el presidente Macky Sall y su predecesor Abdoulaye Wade, perteneciente él mismo a la cofradía. 1.600 agentes de Policía organizaron un despliegue para asegurar que todo el acto se desarrollase sin problemas. Algunos de los espectadores, procedentes de poblaciones senegalesas más periféricas, hicieron noche ante la puerta de la mezquita para asegurarse un lugar en el interior cuando comenzase el rezo.
Massalikoul Djinane supera con creces a todos los centros religiosos edificados hasta la fecha en Dakar. Representa adecuadamente el crecimiento registrado por la cofradía muridí. Esta corriente religiosa, próxima a los postulados sufíes y enraizada en la cultura wolof, fue fundada a finales del siglo XIX por el jeque Ahmadou Bamba. Relegados al exilio durante las décadas de Administración colonial francesa, su influencia en asuntos políticos, económicos y sociales creció notablemente a partir de la independencia del país. La máxima autoridad de la cofradía reside en la figura del Califa, que es descendiente directo de Bamba.

“Trabaja como si no fueses a morir nunca y reza como si fueses a morir mañana”, es el lema del grupo, con el que se identifica uno de cada tres senegaleses. La recién inaugurada mezquita ha sido su proyecto más relevante desde que se erigió la mezquita de la ciudad santa de Touba -en los años 30-, donde se conmemora el destierro de su fundador. Entre los donantes más destacados, apunta The Africa Report, se encuentran el expresidente Wade, el exalcalde de Dakar Pope Diop y el exministro de Justicia Sadické Niang.
Según el sociólogo de la Universidad de Estrasburgo Cheikh Gueye, el hecho de que Massalikoul Djinane se encuentre en la capital “es una forma de reclamar la ciudad”, ha explicado en declaraciones a The Africa Report. Dakar fue designada capital colonial por el poder francés, eminentemente laico. “Es una especie de venganza que nos cobramos al destino”, ha expresado al mismo medio el investigador Abdou Aziz Mbacke Majalis, miembro de la cofradía.