Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un balance positivo

Por Alexandra Dumitrascu
 

En septiembre de 2000, 189 Estados Miembros de Naciones Unidas, se reunieron en la sede de la ONU en Nueva York, para firmar la Declaración del Milenio, una alianza mundial para el desarrollo y la erradicación de la pobreza en todo el mundo hasta 2015.

De esta manera, se establecieron ocho objetivos principales incluidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que los Estados miembros, en colaboración con el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil, se comprometieron a lograr mediante la adopción de una serie de políticas y medidas, adaptadas a las necesidades de los países en desarrollo y de las economías en transición, y con la participación efectiva de los actores de esos países.

Para garantizar el logro de esos objetivos, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido la encargada de supervisar a lo largo de todo este tiempo los progresos conseguidos, y el Secretario General la persona bajo cuya responsabilidad recayó la elaboración de informes periódicos que sirvieron de base para la adopción de medidas posteriores.

Uno de los principales objetivos fijados por los ODM fue el de reducir a la mitad el porcentaje de personas cuyos ingresos fueran inferiores a un dólar al día. A falta de un año para el balance global, este objetivo se ha logrado, al rebajarse de 47% a 22 % la tasa de pobreza de los países en desarrollo, y de 36% a 18 % en todo el mundo. Sin embargo, todavía hay algunas regiones como África Subsahariana o Asia Meridional, donde este objetivo está lejos de alcanzarse. 

El resto de los objetivos fueron el compromiso con una educación universal, la igualdad de género, la salud infantil y materna, detener y combatir la propagación del VIH/SIDA, la sostenibilidad del medio ambiente y, por último, fomentar una alianza mundial para el desarrollo.

Valor añadido a la ayuda exterior

Una de las aportaciones más significativas de esta iniciativa a la ayuda extranjera para el desarrollo ha sido la forma en la que se ha reconfigurado el debate sobre el desarrollo que se alejó de cuánto se debería gastar en el desarrollo a qué es lo que se está logrando y cuánto. Esto fue posible gracias a una supervisión continua de los avances hechos cada año, y para ello, un total de 60 indicadores fueron tomados en consideración para medir aquello que se había conseguido. La elaboración de informes, por otra parte, sirvió como guía para mejorar año tras año las políticas a ser adoptadas en el futuro.

Otra contribución de gran calado a la ayuda exterior fue conseguir una asociación mundial que hizo posible reunir a gobiernos, ONGs y organizaciones civiles en el marco de un compromiso para con el desarrollo y la erradicación de las injusticias globales. La labor de las ONGs y de las organizaciones civiles, tales como UNICEF, Oxfam, Cruz Roja, Human Rights Watch, entre otras, ha sido fundamental a la hora de sensibilizar a la población mundial de las necesidades de los países en desarrollado, y de trasladar a ésta los programas que se iban a adoptar para la consecución de los objetivos. La presión ejercida sobre los gobiernos, fue crucial también.

Balance

Si nos atenemos a la efectividad de los ODM, la declaración de 2010 del Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, criticó duramente el enfoque de las ayudas aportadas hasta ese momento por los actores anteriormente mencionados, y consideraba que estas servían únicamente para hacer frente a los síntomas de la pobreza, tales como la desnutrición infantil, la mortalidad materna o las enfermedades, pero que, sin embargo, ignoraban las causas profundas del subdesarrollo y del hambre, como la deuda de los países en desarrollo, la desigualdad social o los paraísos fiscales. Conscientes de la necesidad de introducir nuevas formas de ayuda al desarrollo, los gobiernos de los países desarrollados han pasado del altruismo a una asociación real con los países en desarrollo, al fomentar un comercio más abierto y equitativo y un sistema financiero a través de la eliminación de los aranceles y el alivio de la deuda para los países más pobres.

Y así queda reflejado en el último informe de 2014. Gracias de estas acciones, el 80 % de las importaciones de los países en desarrollo ingresó en 2012 en los países desarrollados libre de aranceles. Asimismo, las importaciones libres de aranceles de los países menos adelantados a los países desarrollados han aumentado hasta el 84 %. La carga de la deuda de los países en desarrollo se redujo de 12 % en 2000 al 3%, y aunque en los últimos años no ha registrado ninguna reducción, se ha mantenido estable desde 2010.

A pesar de estos positivos avances, se necesita un mayor compromiso de los Estados para lograr todas las metas fijadas por los ODM. La reducción de la mortalidad materna o la consecución de un entorno más sostenible, son dos objetivos que no han sido alcanzados y donde se necesita más esfuerzo.

Por otra parte, si bien es cierto que los fondos destinados a la asistencia oficial al desarrollo han alcanzado un récord en 2013, 134.800 millones de dólares, de acuerdo con la ONU, la disparidad entre los gobiernos respecto de la meta del 0,7 % del PIB es notable. Sólo cinco países cumplieron este objetivo en 2013, e incluso lo han superado, Noruega, Suecia, Luxemburgo, Dinamarca y Reino Unido. La ayuda oficial al desarrollo de España ascendió únicamente hasta el 0,16 % de su PIB, una cifra que se ha mantenido estable en 2013, pero que desde 2008 ha registrado un descenso de 75%.