Planteado el posible aplazamiento de los Juegos de Tokio
Los dirigentes del movimiento olímpico empiezan a dar marcha atrás respecto a su inflexible postura de mantener la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en las fechas previstas, entre el 24 de julio y el 9 de agosto, debido a las presiones recibidas ante la alerta sanitaria mundial provocada por la pandemia del coronavirus, que sigue dejando unos aterradores números de afectados: más de 3.200 muertes y más de 340.000 contagios en hasta 178 países.
De esta forma, tras una reunión virtual de urgencia de la Comisión Ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (COI), ya se ha empezado a evaluar una posible suspensión temporal o aplazamiento de los Juegos. Se ha tomado la determinación de conceder ahora un plazo de cuatro semanas para llegar a tomar una decisión sobre el futuro de la próxima cita olímpica en la capital japonesa; todo ello tras una fuerte presión internacional que abogaba por una posposición. Tras este espacio de tiempo para deliberar, se decidirá si se pueden seguir fijando las fechas previstas inicialmente para la disputa de los Juegos Olímpicos o, en caso contrario, establecer cuándo podrían celebrarse.
La presión impuesta por deportistas de todo el planeta y diversas federaciones deportivas nacionales provocó el citado cónclave telemático para analizar diversas posibilidades de cara a retrasar la cita olímpica. En sus conclusiones finales, el COI indicó que analizará la reprogramación de las competiciones previstas. “El COI, en absoluta coordinación con el Comité Organizador de Tokio 2020, las autoridades japonesas y el Gobierno Metropolitano de Tokio, iniciará las discusiones para evaluar la situación sanitaria mundial actual y su impacto en los Juegos Olímpicos, incluyendo la opción del aplazamiento”, remarcó el máximo organismo olímpico en nota oficial. Así, durante un mes, las autoridades olímpicas y niponas y responsables de la salud mundial debatirán sobre cuál es la mejor opción teniendo en cuenta a los atletas y la propia planificación de los Juegos.
Thomas Bach, presidente del COI, aseguró que aunque es prematuro tomar una decisión, la institución ya se está planteando cómo reaccionará ante diversos escenarios; eso sí, descartando absolutamente una cancelación total de los Juegos. Por lo que la opción del aplazamiento se valora ya seriamente.
Tomando el ejemplo de otros importantísimos eventos deportivos que han sido suspendidos o aplazados en disciplinas como el fútbol o el baloncesto (caso de la Champions League en Europa o la NBA en Estados Unidos), desde varios sectores se había exigido el aplazamiento de los JJ.OO. por el peligro que supone su cercanía en el tiempo en relación con la actual situación que se vive de alerta sanitaria mundial ante la afectación por el coronavirus. Incluso desde el Comité Olímpico Español (COE), su presidente, Alejandro Blanco, había mostrado dudas por el riesgo sanitario existente y por el perjuicio a la preparación de los deportistas españoles, que no pueden entrenar con normalidad debido al confinamiento domiciliario decretado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez tras el establecimiento del estado de alarma en todo el territorio ante el elevado número de afectados por el COVID-19.
En esta línea, Canadá y Australia se han mostrado tajantes también y han anunciado su renuncia a los JJ.OO. para evitar así riesgos de cara a la salud de sus delegaciones nacionales, ofreciendo todo su apoyo y colaboración si la cita olímpica se llega a posponer, al menos, un año (solución que se ha acordado en otras citas deportivas de relieve como la Eurocopa de fútbol de 2020, que se disputará finalmente en 2021).
"El Comité Olímpico Canadiense (COC, por sus siglas en inglés) y el Comité Paralímpico Canadiense (CPC, por sus siglas en inglés), respaldados por sus Comisiones de Atletas, Organizaciones Deportivas Nacionales y el Gobierno de Canadá, han tomado la difícil decisión de no enviar equipos canadienses a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en el verano de 2020", según el comunicado oficial emitido por las autoridades canadienses, en el que se insta también “urgentemente” al COI a posponer los juegos un año; y en el que, además, se ofrece toda la colaboración para acomodar en el calendario los JJ.OO.
Por su parte, el Comité Olímpico Australiano (AOC, por sus siglas en inglés) también ha expresado de manera oficial que “los deportistas ahora necesitan priorizar su propia salud y la de quienes los rodean”.
Desde Atalayar ya se había informado en fechas previas que las máximas autoridades olímpicas estaban empeñadas en mantener tal y como estaba prevista la materialización de las Olimpiadas en la capital japonesa, como había manifestado, entre otros, Thomas Bach, presidente del COI, quien explicó la semana pasada que se estaban tomando “todas las medidas para salvaguardar la seguridad y los intereses de los deportistas, entrenadores y equipos de apoyo”.
Incluso el propio Shinzo Abe, primer ministro de Japón, aseguró que no se atrasaría el calendario previsto para los JJ.OO., a pesar de que se veía desde varios sectores como muy próximo en el tiempo teniendo en cuenta la situación actual en muchos países azotados por la propagación del virus del COVID-19, con una desbordante sucesión de víctimas mortales y afectados y una sanidad prácticamente colapsada en la lucha contra la pandemia. El jefe de Gobierno del país organizador explicó que su nación estaba preparada para llevar a cabo la cita olímpica sin necesidad de retrasarla o de tomar medidas especiales para su desarrollo.
Así, desde la Administración nipona y desde la cúpula del COI se entendía que, teniendo todavía cuatro meses por delante para la celebración de los Juegos, existía un amplio margen de maniobra para seguir con los preparativos mientras se minimizaba el problema de la propagación del coronavirus.
De esta manera, proseguían los preparativos de organización de los Juegos en la capital nipona, teniendo en cuenta, además, que este evento implica unos compromisos económicos fuertes. Y es que Japón ha invertido unos 35.000 millones de euros en la preparación de los JJ.OO., que reportarían al propio COI unos 2.700 millones en beneficios procedentes de los derechos televisivos.