El legado de al-Ándalus en forma de metal

Celia López
La espada del mismísimo Boabdil, cuyo verdadero nombre era Muhammed XII, se encuentra en Madrid y para verla solo hace falta acercase al Museo Arqueológico Nacional (MAN). El último rey nazarí perdió su estoque en 1492, el mismo año que tuvo que abandonar el reino de Granada, último reducto de poder musulmán en la península ibérica, tras la conquista por parte de los Reyes Católicos. Esta y otras 261 piezas en metal de artesanía musulmana medieval, que se encuentran en 30 museos diferentes del mundo, están a disposición del público hasta el próximo 26 de abril en la exposición 'Las artes del metal en al-Ándalus' organizada por el MAN.
Lo excepcional de esta exposición es que por primera vez se reúnen en un mismo espacio las principales obras maestras de la metalistería de al-Ándalus y se da a conocer el alto grado de desarrollo tecnológico, el saber científico y el gran refinamiento artístico alcanzado por esta civilización medieval. “Las exposiciones sobre al-Ándalus siempre suelen estar centradas en ciudades o yacimientos concretos. Es difícil ver trabajos sobre otras cuestiones, como la orfebrería en este caso”, asegura el comisario de la exposición e historiador del arte Sergio Vidal.
Durante el recorrido se pueden observar los restos materiales de las principales fases históricas de al-Ándalus, desde la etapa emiral y esplendor del Califato de Córdoba, la disgregación del poder en los Reinos de Taifas y el periodo de las invasiones africanas de los pueblos almorávide y almohade, hasta llegar al último período de la historia musulmana en la península ibérica, en el que se muestran las principales piezas de las artes del metal durante el reino nazarí de Granada.

Reunir los objetos para la muestra no ha sido fácil. El metal es un material fácil de fundir y reutilizar, por lo que pocos útiles o elementos decorativos han llegado hasta nuestros días. “Algunas piezas las hemos pedido con más de un año de antelación a otras instituciones, pero no ha sido posible traerlas al final”, afirma Vidal. Las piezas que se presentan en el MAN provienen del Museo Arqueológico de Córdoba, el Museo de la Alhambra, el Museo dell’Opera de Duomo de Pisa (Italia) o el Museo Islámico de Kunst de Berlín.
La orfebrería en oro y plata en al-Ándalus fue de las más avanzadas de la época gracias a las influencias que llegaban desde oriente, como las técnicas del damasquinado y el nielado. Las musulmanas eran grandes amantes de la joyería y siempre iban muy engalanadas, según cuentan las crónicas de la época. Lamentablemente, pocas de estas alhajas han llegado hasta nuestros días, ya que estaban hechas de un material muy fácil de fundir. “La mayoría de las piezas que se conservan son fruto de ocultaciones que se realizaron en épocas de inestabilidad política. Muchos objetos pasaron a manos cristianas como botín de guerra y fueron reutilizadas para sus iglesias”, explica Vidal.

La muestra reúne piezas tanto de uso cotidiano, como candelabros o utensilios de cocina, hasta espadas o elementos decorativos. “Tras su irrupción en la península ibérica en el 711, los árabes adoptaron parte de la tradición milenaria que había en la zona y también incluyeron avances técnicos que habían tenido lugar en la península arábica entre los siglos VI y IX”, explica el comisario de la exposición.
Por ese motivo, la primera parte de la exposición está dedicada a tratar los precedentes de la orfebrería que hubo en la península ibérica antes de la llegada de los musulmanes. “Nos planteamos tratar el metal desde la mina, desde los primeros procesos, qué se hace con él y algunos de sus usos más importantes, como la moneda”, explica Vidal.

La segunda parte de la exposición está dedicada a aquellos útiles de uso personal y cotidiano, como candelabros, cuencos o instrumentos de medida. Entre estas piezas, destaca el conjunto de bronces de Denia, que han sido cedidos para esta muestra por parte del Museo Arqueológico Provincial de Alicante. “Son unas piezas excepcionales y extraordinarias porque representan el mayor conjunto de bronces fatimíes conocidos en todo el Mediterráneo”, explica Rafael Azuar, conservador del Museo Arqueológico Provincial de Alicante y arqueólogo medieval en un vídeo promocional de la exposición realizado por el Museo Arqueológico Nacional. Las piezas fueron encontradas en la localidad alicantina de Denia en el siglo XX en el interior de una vasija con 90 objetos metálicos entre candelabros, incensarios, braseros, pesos, lámparas…
Estos materiales llegaron en el siglo XI a la taifa de Denia. Habían sido realizados en los talleres del Imperio Fatimí, que en aquella época se encontraba en el otro extremo del Mediterráneo. Probablemente fueron saqueados de alguna mezquita por parte de los selyuquíes cuando entran en Jerusalén. También los cristianos saquearon la ciudad unos años más adelante. Su alto porcentaje de estaño les daba un valor especial, ya que se trataba de un metal que escaseaba en la península ibérica. “Fueron traídos como cargamento por parte de comerciantes judíos y acabaron en el puerto de Denia, seguramente para ser fundidos o para su refundición y reutilización para hacer armas para la guerra o la construcción de barcos”, aclara en un vídeo promocional de la exposición el arqueólogo medieval Rafael Azuar.
Las siguientes vitrinas muestran las monedas acuñadas por los diferentes soberanos y mandatarios andalusíes durante su gobierno y también objetos que se utilizaron en el ámbito de la ciencia de la época. La Biblioteca Nacional de Francia ha prestado un globo de latón que representa la bóveda celeste y que incluye 47 de las 48 constelaciones ptolemaicas y que fue realizado en Valencia. También se puede observar un astrolabio árabe, del fondo del Museo Arqueológico Nacional.

Las últimas vitrinas del recorrido principal terminan con los útiles de trabajo en metal que eran utilizados para la agricultura y con espadas jinetas de la época nazarí. “Apenas se conservan 12 de ellas en todo el mundo y hemos conseguido reunir tres en esta muestra, aunque ha sido bastante complicado hacerse con ellas”, asegura el comisario de la exposición Sergio Vidal. Estas piezas proceden del Museo del Ejército, del Museo San Telmo y del propio MAN. También se ha incluido una daga, atribuida a Boabdil, y que le fue arrebatada en Lucena en 1483 por las tropas de los Reyes Católicos. La hoja y la empuñadura están fabricadas con acero, marfil, madera, latón, plata, cuero y seda.
La parte central del recorrido rompe con la tónica del resto de la exposición. Una sala rodeada por una cortina metálica dorada recoge las piezas más icónicas de la muestra. Se trata de un conjunto de bronces zoomorfos. “Son piezas excepcionales. Están elaboradas en bronce y tienen forma animal. Se realizaron siguiendo la técnica de la cera perdida y después se utilizaba el cincelado para acabar los detalles”, explica el conservador Sergio Vidal.
Aunque la cultura islámica se caracteriza por su aniconismo, la representación de animales en las artes plásticas fue habitual. La producción de bronces zoomorfos en el islam se dio en toda su geografía durante el período medieval producto de una herencia de las tradiciones romano-bizantina y sasánida. La mayor parte de los bronces que se conservan son de pequeño y mediano formato, tenían un uso cotidiano, y estaban reservadas para las clases altas.
“Se trata de objetos de lujo y no se fabricaron muchos. Los que nos han llegado son excepcionales, ya que el bronce es un material muy fácil de fundir”, asegura Vidal. El conservador del arqueológico afirma que esta parte de la exposición es el pretexto perfecto para mostrar la iconografía animal y hacer hincapié en que el islam no prohíbe todo tipo de representaciones, tan solo aquellas relacionadas con aspectos de la religión.
De forma muy excepcional, se conservan algunos bronces zoomorfos relacionados con el ornato palaciego, como los surtidores de fuente, que ha sido incluidos en la muestra. Uno de los más sorprendentes de la exposición es el grifo de la catedral de Pisa, cuya ejecución se suele atribuir a los talleres andalusíes, y que es considerada la mayor escultura de bronce conocida procedente del Mediterráneo islámico medieval.

Además, Sergio Vidal explica que han conseguido tener en la exposición dos bronces de cervatillos que fueron utilizados como fuentes. “Solo existen tres en el mundo”, asegura. Una de estas figuras procede de la ciudad cordobesa de Medina Azahara y la otra forma parte de la colección del Museo Arqueológico Nacional.
La exposición está apoyada por recursos audiovisuales en los que se muestra la trayectoria histórica de al-Ándalus. La organización también ha preparado visitas guiadas, con un aforo máximo de 20 personas, todos los miércoles y viernes a las 17:30 y los sábados a las 11:00. También se ha preparado un ciclo de conferencias que se están celebrando en el Salón de Actos del Museo con una capacidad para 180 personas. En el programa se han incluido hasta ocho intervenciones, de una duración aproximada de una hora. Todavía quedan cinco sesiones en las que se abordarán temas sobre numismática, conservación, minería o arte.