Al que Dios Ilumine

Por Antonio Gallego Roca
Foto: Ali-Bey, viajero, astrónomo, geógrafo, e intrigante espía al servicio de la Corona de España.
Marruecos te quiero como eres, basta con una semana para disfrutar de un país como este, me preguntaba un amigo; en mi opinión hacen falta más de diez años o toda una vida para empezar a conocerlo. Es muy recomendable acompañarse siempre de alguien del país para comprender la mentalidad y la forma de vivir del pueblo y es mi secreto; mezclarse con verdadero interés con sus gentes en su movida cotidiana, sea cual sea su condición o creencias, sin calcular nada y perdiendo el concepto de lo que implica la prisa. Dejarse llevar por los pequeños restaurantes junto a las ‘bab’ (puerta) de sus medinas desde Marrakech hasta Casablanca, o en las calles empinadas de Fez o Tánger. Adorables hoteles del sur, también en el recuerdo. Al volante de un coche, teniendo en la mente los planos de las ciudades conocidas o acaso por carreteras secundarias entre poblados calurosos donde la vida no es tan fácil como piensan los que creen ver un teatro de personajes en el paisaje, preguntando si se llega siempre al destino y si se puede encontrar una razón de vivir, de nuevos conocimientos y nunca aburridos. Siempre hay conversación: sobre libros, gentes, religión, política, asuntos de vida pública o el distendido cotilleo.
Marruecos y España
Marruecos es una escuela para emprender a vivir. Hoy los problemas que acucian al mundo son más evidentes en lugares donde los medios de comunicación al hablar de su rey terminan diciendo “al que Dios ilumine”. Con España, aunque la sangre te hace pariente, la lealtad no te hace familia. Y pese a las manifestaciones y movidas de jóvenes sin trabajo casi a diario en el centro de Rabat, junto al boulevard Mohamed V, su rey es respetado e intocable, lo que provoca una resignación espartana pero a la vez indulgente. La Meca es un sueño para gran parte de sus habitantes y lo consideran una obligación, hablar de este viaje es como descifrar una sura o azora del Corán. Más, recomendaría que sus principales preocupaciones sean las propias necesidades diarias de supervivencia. Ocho siglos de ocupación en la península Ibérica nos asemejan. El clima, la agricultura, el mar, la luz y mucho más lo compartimos con algunos recelos provocados por la vecindad. Influencia romana en Volubilis cercana a Fez y Mulay Idris, sultán que decidió centrar la capital en Meknes y que arrebató a los españoles las ciudades de Larache y Assilah, y a los portugueses Mogador y Mazagan. Este sultán pretendió casarse con Ana María de Borbón, hija del rey Sol, pero fue rechazada su petición por mulato (ni blanco ni negro), pese a ser bien parecido.
Los viajes de Ali-Bey
Hace unos meses y dentro de las actividades del círculo de la amistad hispano-marroquí, la editorial granadina Almed presentó en el Instituto Cervantes de Rabat su edición del gran libro ‘Los viajes de Ali-Bey’ a cargo de Roger Mimó. Este personaje enigmático, llamado también Domingo Francisco Jordi Badía Leblich, barcelonés de nacimiento y amante viajero; astrónomo, geógrafo, aficionado al vuelo aerostático y, sobre todo, intrigante, espía y conspirador para el valido de Carlos IV, don Manuel de Godoy, circuncidado caseramente para no desentonar en tierras musulmanas y que curiosamente no hablaba, en ninguno de sus dialectos, el árabe. Así fue como se presentó ante el cónsul español en Tánger allá por 1804, después de llegar a ser hasta alcalde de la andaluza ciudad de Córdoba. Sus fabulosos viajes le llevaron desde Marruecos hasta Trípoli, Grecia, Egipto, Arabia, Palestina, Siria y Turquía. Alí Bey, cerca de Fez, se aloja en casa de Haj Idris, el almocadén que se encarga de la administración de los bienes que lo fieles donan al sepulcro de Mulay Idris, donde es nombrado ‘pendulero imperial’, un trabajo aburridísimo. Alí, no hay que olvidarlo, es uno de los últimos ilustrados. Pero la ilustración no le exime de comportarse como musulmán, cuya cultura no ve con buenos ojos que un hombre de posición no tenga mujeres, y por tanto se ve forzado a aceptar una esclava negra de nariz chata. Los funcionarios de Godoy le llamaban ‘diablo’ y muchos eran los escépticos de su capacidad para conseguir su encargo, la unión de Marruecos a la corona española. Pícaro Alí Bey con las mujeres, se dice llegó a desposar a una marroquí. En cierta ocasión, tras predecir un eclipse gracias a sus conocimientos astronómicos, la multitud se agolpó ante su casa para pedirle protección. Incluso hay quienes le consideran un santo, debiendo repartir trozos de su vestimenta como si se tratara de reliquias. Tras pedir permiso al Sultán partió hacia La Meca, a la que llegó tras una peripecia de varios meses. Allí se convierte en el primer occidental que besa la piedra negra de la Kahba, símbolo sagrado del Islam.
Convivencia religiosa
Pues, además, en Viena comienza a redactar una memoria sobre la situación de los cristianos en Tierra Santa, lo que le llevará a ser nombrado Caballero de la Orden del Santo Sepulcro. ¿Contraste de tiempos muy de actualidad hoy o un gran farsante? Porque después de la contracción de la ignorancia, solo puede venir la expansión del conocimiento. Alí Bey hablaba ya en esa época de unos ideales religiosos de extrema rigidez que trataban de impedir la civilización y el adelanto social de sus pueblos. Hoy, Marruecos se enorgullece de facilitar la pervivencia conjunta y sin problemas de las tres creencias, cristiana, judía y musulmana, teniendo en cuenta que hasta su elección como primer ministro, Abdelilah Benkirane, ejercía como imán o predicador en las mezquitas. Es por esto grande la importancia de esos cuatro decretos del rey Mohamed VI de Marruecos firmados el 26 de junio pasado para separar política y religión, el paso de fijar cuáles debían de ser las obligaciones del Estado y del poder político y las necesidades de las asociaciones religiosas, en un momento en que Marruecos está en estado de máxima alerta por amenaza de células yihadistas. Desde las mezquitas no se mandaran mensajes que atenten contra la tranquilidad, serenidad, tolerancia y fraternidad, religión, política y poder real… “al que Dios ilumine”.