Oportunidad perdida

Javier Fernández Arribas
La paz suele tener un coste demasiado alto, en demasiadas ocasiones y no siempre todos están dispuestos a aceptarlo. La mitad de los colombianos que fueron a votar, no llegaron al 40% los que decidieron participar en un plebiscito crucial para el presente y el futuro de Colombia, mostraron su rechazo a las condiciones del acuerdo de paz formado por el presidente, Juan Manuel Santos, y el líder de las FARC, Timochenko. Ganó el NO por 60.000 votos que desequilibraron la balanza entre los más de 6 millones de un lado y otro. Poca diferencia, pero suficiente por las condiciones que rigen este tipo de consultas. Sin duda, estas cuestiones tan trascendentes para la vida de los ciudadanos de un país deberían exigir dos tercios de los votos para que su decisión fuera vinculante, aunque en este caso no se trata de un referéndum, sino de un plebiscito, y eso representaría tomar partido por una de las partes, según se formulara la pregunta.
De cualquier manera, a donde quiero ir a parar es que los gobernantes deben asumir sus responsabilidades y sus compromisos y tomar decisiones con todas sus consecuencias y dejarse de actitudes populistas que suponen una dejación de responsabilidades. A nadie se le ocurre hacer una pregunta sobre los impuestos, por ejemplo; y son esenciales para el normal desarrollo de la convivencia y el funcionamiento de las administraciones que deben prestar con la mayor eficacia posible los servicios de necesita la comunidad correspondiente. Si el gobernante correspondiente está seguro de lo que está haciendo y tiene el respaldo de una mayoría cualificada en el Parlamento y entre los poderes del Estado dentro de un sistema democrático donde prevalece el imperio de la Ley, el recurso a la consulta es un acto populista que suele tener resultados imprevistos. En el Brexit ocurrió algo parecido, la actitud irresponsable y personalista del Sr. Cameron ha colocado a británicos y europeos en una situación muy complicada y perjudicial. ç
En Colombia, la politización de la consulta, con un objetivo electoralistas por parte del presidente Santos, ha contaminado la decisión de buena parte de unos ciudadanos que, además, no estaban dispuestos a conceder los privilegios previstos en la llamada Justicia transicional o impunidad para los guerrilleros que al pedir perdón eludían la cárcel y recibían una paga, igual o superior a lo que cobran las víctimas del terrorismo de las FARC. Las consultas las carga el diablo. Hay que renegociar el acuerdo de paz.