Serbia y Kosovo: tierras por paz

Aquel que sea serbio y serbio de nacimiento.
Y de sangre y antepasados serbios.
Y no venga a la batalla de Kosovo.
Nunca tendrá los descendientes que desee.
Ni hijos ni hijas!
Nada crecerá donde toquen sus manos.
¡Ni vino oscuro, ni trigo blanco!
¡Y será maldito por los siglos de los siglos!
Así reza la maldición de Kosovo inscrita en el monumento de Gazimestán que conmemora la derrota de la nación serbia ante los otomanos y que dio pie al nacimiento del nacionalismo serbio y de la nación serbia.
Durante estos meses finales de este año 2019, estamos asistiendo a un resurgir de los Balcanes dentro del complicado entramado que es el tablero político mundial.
El fracaso en las conversaciones para la adhesión de los Balcanes occidentales a la UE ha puesto en primera línea, conflictos que creíamos terminados, o que, simplemente habíamos olvidado, pero que siempre han estado ahí. Latentes, esperando su momento. Las luchas de poder dentro de la UE, el abandono de la política mediterránea de los EEUU y la expansión de las esferas de influencia de Rusia y China, sin olvidarnos de Turquía, que quiere recuperar posiciones en sus antiguos territorios son algunos de los factores que han catapultado de nuevo a los Balcanes a la actualidad política y estratégica europea.
El conflicto no resuelto entre Serbia y su antiguo territorio autónomo, Kosovo, es uno de los conflictos que han vuelto a salir a la luz al respecto de la negativa de Bruselas a integrar, de momento, a los Balcanes occidentales dentro de la UE. Para la UE es vital lograr un acuerdo entre ambas partes enfrentadas antes de iniciar las conversaciones para la integración. Un acuerdo que no se antoja fácil después de cinco años de conversaciones intrascendentes, avaladas por la UE, entre Serbia y el territorio autónomo de Kosovo, para lograr una solución negociada. Una de las iniciativas que se encuentran encima de la mesa en este momento, contempladas tanto por Serbia como por Kosovo, es la iniciativa de mediados de 2018, de corrección de fronteras entre Belgrado y su territorio autónomo, por el que se integrarían a Kosovo las zonas del sur de Serbia de mayoría albanesa, el valle del Presevo, Bujanovac y la región de Medvedja en el distrito de Jablanica, a cambio de integrar a Serbia, las zonas de mayoría serbia al norte del río Ibar, que divide Mitrovica en dos zonas. El valle del Presevo es una de las zonas más pobres de Serbia, con una tasa de paro del 70% según estimaciones del gobierno serbio, ya que la autoridad de Belgrado en esta región completamente desindustrializada y poblada por un 90% de albaneses, es solo nominal. En Bujanovac el 60% de la población son albaneses, esta región presenta un condicionante estratégico importante, el establecimiento en 2009 de la moderna base militar de Cepotina. Los datos para Medvedja son difíciles de cotejar, la tasa de población albanesa rondaría el 30% pero se antoja complicado estimar cifras ya que la minoría albanesa boicotea, como en el valle de Presevo, sistemáticamente el censo serbio. En las zonas de mayoría albanesa dentro de Serbia, y que se verían afectadas por un posible acuerdo de rectificación fronteriza consideran que Belgrado no respeta sus derechos como albaneses. Se niegan sus derechos culturales, el albanés está excluido como idioma administrativo, y aunque aseguran que no hay educación en albanés, lo cierto es que a nivel local hay escuelas en albanés, de peor calidad y con menos dotaciones que las serbias. A nivel universitario desde 2013 se imparten clases en albanés, en Bujanovac la facultad de economía, dependiente de la Universidad de Novi Sad ofrece clases para cerca de 300 alumnos, según datos del organismo serbio para las municipalidades de Presevo, Bujanovac y Medvedja. Caso similar al valle de Presevo ocurre en la zona norte de la ciudad de Mitrovica. Desindustrializada y carente de servicios como escuelas, apenas queda población albanesa en la zona llamada Mitrovica norte.
De momento, esta propuesta de dialogo sobre una corrección de fronteras de acuerdo con la composición étnica, realizada en 2018 no ha pasado de eso, de ser una propuesta. No existe un plan formal, solamente una voluntad expresada en foros internacionales, que en los últimos meses ha encontrado eco y apoyos, con la esperanza de llegar a un plan y a un acuerdo formal que precipite el establecimiento de la paz y la plena integración de Kosovo en la comunidad internacional.
Tanto Aleksandar Vučić como Hasim Thaçi ven con buenos ojos este acuerdo, que significaría el reconocimiento por parte de Serbia de Kosovo y le abriría, teóricamente las puertas de Bruselas. A finales de septiembre del pasado año, Estados Unidos se declaró favorable a un acuerdo de este tipo. Sin embargo tanto en Serbia como en Kosovo la opinión de la clase política está divida Dentro de Serbia la oposición al presidente Aleksandar Vučić se opone al acuerdo
En Kosovo, Ramush Haradinaj, líder del AAK (Alianza para el Futuro de Kosovo) el dimitido primer ministro tras ser acusado de crímenes contra la humanidad y limpieza étnica por el TPIY, se opone al acuerdo alegando que si bien es necesario un entendimiento con urgencia entre Serbia y Kosovo, este tipo de acuerdo generaría durante un tiempo indeterminado más inestabilidad en la región, riesgos en materia de seguridad y poniendo en serias dificultades un acuerdo de paz duradero para los Balcanes. Precisamente durante el mandato de Haradinaj, a comienzos de este años 2019, el gobierno de Kosovo solicitó a la UE la apertura de una conferencia internacional sobre Kosovo, como paso previo a cualquier tipo de negociación con Serbia. Advirtiendo tanto a EEUU como a la UE que de no producirse esta conferencia, que condujese al desbloqueo del estatus de Kosovo en las Naciones Unidas, mantendrían indefinidamente los aranceles a los productos serbios. Serbia exige para desbloquear la situación y abrir una nueva ronda de negociaciones, que se levanten los aranceles a sus productos en el territorio autónomo, así como el respeto a los derechos humanos en otras zonas de Kosovo donde permanezcan minorías serbias. Los kosovares de momento no han realizado concesiones, manteniendo los discutidos aranceles del 100% a los productos de origen serbio y bosnio. Esta es la principal razón por la cual Kosovo también se mantiene a la expectativa con respecto al llamado Mini Schengen balcánico. Si no es reconocido como estado por sus vecinos, no se sumará al plan. El presidente del territorio autónomo, Hasim Thaçi se ha negado a participar en las negociaciones con Albania, Macedonia del Norte y Serbia celebradas en Orhrid el pasado 10 de noviembre. Thaçi apela a las relaciones de buena vecindad y sostiene que cualquier acuerdo con el gobierno de Prístina pasa por un reconocimiento de todos sus vecinos del territorio autónomo como estado independiente de Serbia. En un guiño a EEUU, Pristina, reconoce que prioriza un acuerdo con los países del eje euroatlántico antes que un acuerdo regional. Los nacionalistas del LVV (Vetëvendosje), ganadores de las elecciones parlamentarias de octubre de este año, exigen al gobierno albanés que elimine cualquier barrera entre ambos países y que la unión aduanera balcánica empiece entre Albania y Kosovo. Isa Mustafá líder del LDK (Liga Democrática de Kosovo), el partido fundado por Ibrahim Rugova, considera que este Mini Schengen es otro intento de una unión paneslavista similar a Yugoslavia, pero integrando a Albania y sin Eslovenia y Croacia. Unión a la que se oponen en bloque gobierno y oposición en el parlamento de Prístina. Así mismo, los líderes kosovares alegan que Serbia tiene, para Bruselas, prioridad en la adhesión a la UE por cuestiones estratégicas, como restar influencia a Rusia y en menor medida a EEUU en la región, por encima del propio Kosovo o de países como Albania, que cumplen los criterios de adhesión pero han sido rechazados. Dentro de la UE Alemania no quiere oír ni hablar de un acuerdo de este tipo, chocando de nuevo con de Francia, principal patrocinador serbio ante la UE.
De progresar el acuerdo supondría un replanteamiento de las posiciones de España, que no reconoce junto con Eslovaquia, Grecia, Rumanía y Chipre, dentro de la UE, la independencia de Kosovo de Serbia. Igualmente Rusia habría de replantear su posición de acuerdo con los nuevos intereses de su aliado balcánico. La nueva situación desbloquearía el acceso de Kosovo a organismo internacionales como las Naciones Unidas y la OTAN.
Serbia es el tercer estado sobre el que se sustentan las esperanzas de los Balcanes occidentales de ingresar en la UE, junto a Macedonia y Albania. Está lastrada por el doloroso pasado que suponen las guerras yugoslavas, de las que a ojos de la comunidad internacional es culpable y por las traumáticas amputaciones territoriales derivadas de estos conflictos. Serbia solicita formalmente la integración en la UE en 2009, concediéndose la condición de país candidato en 2013. El reconocimiento de Kosovo como estado es el último paso, como ya hemos visto que la UE exige a Belgrado, como requisito previo a la apertura de negociaciones para la adhesión. Voces discordantes dentro de la sociedad serbia, como el ex presidente Boris Tadic, quien considera que la UE solo tiene un asunto en mente cuando se trata de abordar la cuestión serbia: Kosovo. Y pasan de puntillas por aspectos sociopolíticos clave en Serbia en este momento, como el descenso en libertades y calidad democrática que se está dando en los últimos años, y que desde 2018 ha provocado protestas por todo el país. La oposición al gobierno de Aleksandar Vučić ha llamado al boicot de los próximos comicios a celebrar entre en marzo y abril de 2020. El ultranacionalista Vučić es presidente desde 2017 cuando ganó las elecciones con casi un 50% de apoyo, presentándose como un europeísta convencido. Discípulo político de Vojislav Seselj, fue una prominente figura en el último gobierno Milosevic, ocupando la cartera ministerial de información. En 2007 encabezó una manifestación de la extrema derecha serbia por el boulevard Zoran Djindjić, que terminó con un cambio simbólico del nombre de esta céntrica calle de Belgrado por el boulevard Ratko Mladic. Pero el antiguo protegido de Vojislav Seselj, a pesar de presentarse como un nacionalista arrepentido mutado en europeísta de primer ahora, se ha revelado como un autócrata nacionalista a la antigua usanza, interviniendo los medios de comunicación o influyendo en el sistema judicial. A pesar de esto Vučić se presentó ante Europa, a finales de 2018 desde Mitrovica, con un discurso europeísta de marcado carácter conciliador, interpretado por los europeístas como un discurso cobarde y vacío de contenido y por los nacionalistas serbios como una claudicación ante Bruselas.
A nivel extracomunitario Rusia continúa siendo el socio mas fiable de Serbia en la región. A nivel militar las recientes maniobras militares, Escudo Eslavo, realizadas entre ambos ejércitos, son un ejemplo de la cooperación en asuntos militares entre Moscú y Belgrado. Además Rusia continúa siendo el principal proveedor de armamento de Serbia. A nivel político Rusia, no reconoce a Kosovo y es el principal apoyo serbio con respecto a sus reivindicaciones sobre el territorio autónomo. A cambio Belgrado apoya incondicionalmente a su aliado, manteniéndose fuera de la estructura e influencia de la OTAN y rechazando las sanciones contra Moscú por el conflicto en Ucrania, algo que resulta paradójico en un firme candidato a ingresar en la UE. Serbia ha cumplido todas las directrices marcadas por la UE relacionadas con las guerras de Yugoslavia, como la entrega al TPIY (Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia) de todos los ciudadanos serbios acusados de crímenes de guerra, como Mladic, Karadzic y Milosevic, como paso previo al inicio de las conversaciones para la adhesión. Con respecto a este punto, la UE y EEUU discrepan una vez más, ya que si bien la UE considera que Serbia cumple con la entrega de criminales de guerra al TPIY, los EEUU consideran que no lo hace. A finales de octubre, una resolución de la cámara de representantes de EEUU insta a Serbia a entregar a los autores de la muerte de tres combatientes del UÇK de nacionalidad norteamericana y etnia albanesa, muertos en combate durante el conflicto. El segundo requisito exigido por la UE, la solución al conflicto en la antigua provincia de Kosovo y Metohija se antoja más complicado. Las guerras que desintegraron Yugoslavia, de Eslovenia a Kosovo, son un lastre muy pesado para Belgrado, sobre toda esta última, muy reciente aún en la memoria europea. Kosovo posee en la mitología nacionalista serbia una enorme carga cultural y simbólica. Dos son los acontecimientos que marcan esa simbología para la nación Serbia. La batalla de Kosovo Polje en 1389, donde el ejército del Príncipe Lazar es derrotado por los otomanos de Murad I. Abriéndose así los Balcanes al dominio. El segundo acontecimiento, fundamental para comprender la historia reciente de los Balcanes, es el discurso en el campo de Gazimestán de 1989, pronunciado por Slobodan Milosevic, conmemorando en el sitio donde tuvo lugar los 600 años de la batalla de Kosovo Polje. La interpretación que se ha dado de este discurso es que la dialéctica integradora predominante durante los años de gobierno socialista en Yugoslavia, se transforma en una reivindicación del pueblo serbio ante Europa y ante la historia. Este discurso es históricamente considerado el punto de partida de las guerras de Yugoslavia.
Kosovo representa, históricamente, para Albania la amputación de un territorio clave para comprender su historia. Fue en Kosovo donde las ligas de Pec y Prizren se organizaron para dar forma a las reivindicaciones políticas que conducirían a la independencia del Imperio otomano a comienzos del XX. Fue Kosovo también la provincia que más colaboró con la ocupación italiana durante la Segunda Guerra mundial, pero también fue donde el PPSH (Partido del Trabajo de Albania) surgió y se organizó hasta articular el principal grupo de resistencia a la ocupación de las potencias del Eje. En 1946 Kosovo era una región autónoma dentro de la República de Serbia, en la praxis las autoridades kosovares tenían control directo de su desarrollo económico y cultural. No es hasta el 68 cuando Kosovo adquiere el estatus de comunidad sociopolítica el mismo que las repúblicas de la Federación.
Al finales de 1968 se organizan movimientos de protesta albaneses en toda Yugoslavia, Tito otorga el estatuto de provincia autónoma a Kosovo. La administración de Kosovo pasa a la Liga de los Comunistas en Kosovo, de mayoría albanesa. La Constitución de 1974 crea los territorios autónomos de Kosovo y la Vojvodina, con rango federal a pesar de estar dentro de Serbia. Kosovo dispone de asamblea legislativa, sistema bancario, policía, sistema judicial y educativo.
La guerra de Kosovo es el último gran conflicto que sacude Europa a finales de los 90. Es el conflicto que marca el final de las guerras de desintegración de Yugoslavia. Durante una década sacuden una Europa que durante 45 años había disfrutado de la paz de la guerra fría. 1989 es un año clave en la historia de Kosovo. Las revueltas producidas en todo el territorio tras el famoso discurso de Gazimestán, considerado el detonante del conflicto que desintegrará Yugoslavia, conducen primero a una supresión de la autonomía de Kosovo y posteriormente a la declaración de la ley marcial en todo el territorio autónomo. Desde la supresión de la autonomía, la resistencia a la autoridad serbia es liderada Ibrahim Rugova, escritor y profesor de la Universidad de Pristina. Rugova, defensor acérrimo de la no violencia, abogaba por la creación de estructuras paralelas de poder que crearan de facto las condiciones para una autonomía política de Belgrado que condujese finalmente a la independencia de Kosovo. Esta determinación de Rugova por negar argumentos que diesen pie a la intervención del ejército yugoslavo, en la práctica serbio, le llevó a chocar hasta los últimos días de su vida con el UÇK y Hasim Thaçi, líder de la guerrilla y actual presidente del territorio autónomo. A pesar de la supresión de la autonomía, de la mano de Rugova se crean las estructuras de poder paralelas en Kosovo, legitimadas por un referéndum de autodeterminación en 1990, aprobado con un 98% de los sufragios y la elección de Rugova presidente de la República de Kosovo en 1992. Este referéndum no cuenta con ningún apoyo internacional ni es supervisado por ningún organismo. Es boicoteado por la minoría serbia. Con la atención puesta en los conflictos en Croacia y Bosnia, Kosovo se mantiene en relativa calma, firmando incluso algunos acuerdos educativos con Belgrado, durante la mayor parte del desarrollo de la guerra. Tras los acuerdos de Dayton, es el momento volver la vista a Kosovo. El UÇK comienza su actividad durante 1996, pero su presentación ante el mundo se produce a finales de 1997, instando a la sociedad de Kosovo y partidos políticos a abandonar el método de Rugova, abogando por un levantamiento armado. Se forma en Suiza en los años previos a la guerra por exiliados kosovares, entre los que se encuentra Hasim Thaçi, actual presidente de Kosovo. La crisis de Albania de 1997 facilita mucho las operaciones del UÇK, porosidad de fronteras y tolerancia desde Tirana a la creación de santuarios donde refugiarse dentro de sus fronteras. El UÇK operaba forzando a las fuerzas yugoslavas a intervenir, con campañas de ataques indiscriminados y atentados contra ejercito y policía. En Belgrado subestiman la capacidad operativa del UÇK, a pesar de considerarlos un grupo terrorista de no más de 100 miembros.
1998 fue el año en que las esperanzas de una solución negociada en Kosovo se esfumaron. A principios de año el UÇK proclama la unidad con Albania, pero sin Albania. La situación política a principios del 98 es crítica en Tirana, para el gobierno albanés la UÇK es un problema, pero tampoco, pese al desastroso estado de su ejército, va a consentir que Serbia actúe impunemente contra los albaneses de Kosovo. Albania durante todo el conflicto se enfrenta a una crisis de refugiados inasumible por un estado en plena recomposición tras la crisis bancaria del 97.
Así da comienzo la última de las guerras en Yugoslavia. Las protestas se multiplican por todo el territorio. Mientras paramilitares serbios actúan en las zonas de Kosovo de mayor apoyo popular al UÇK. A mediados de marzo, coincidiendo con una nueva convocatoria electoral, boicoteadas por el UÇK y en las que Rugova es de nuevo único candidato, comienza la intervención del ejército serbio. Rugova trata de mediar con Belgrado, y mientras el gobierno yugoslavo responde que Kosovo es parte inseparable de lo que queda de Yugoslavia. El UÇK y gran parte de la sociedad de Kosovo le acusan de rendirse a Milosevic y los serbios. A pesar de todo a finales de año se logra un precario alto el fuego roto unilateralmente por el UÇK a comienzos de 1999. Al mismo tiempo la UE y la OTAN escenifican el enésimo desencuentro con respecto a Yugoslavia. La UE trata de actuar con cautela y mediar para alcanzar un acuerdo entre las partes enfrentadas, mientras que la OTAN se prepara para actuar. Se plantea una campaña de ataques aéreos sobre objetivos militares serbios en Kosovo y sobre la capital del propio país, Belgrado. A esta intervención solamente se opone uno de los aliados, Grecia, a la que le unen solidas relaciones históricas, culturales y políticas con Serbia. A finales de marzo la OTAN interviene unilateralmente, el casus belli, las acciones de los paramilitares serbios en el distrito de Pec. La operación Herradura, es una excusa, y las ahora tan de moda fake news, tienen sus bautismo de fuego en los Balcanes en la década de los 90. Unidades del ejército yugoeslavo responden a los ataques de unidades del UÇK comandadas por Ramush Haradinaj en el distrito de Pec, que durante semanas habían hostigado a civiles serbios, gitanos y albaneses contrarios a los métodos del UÇK. Según cuenta el periodista Rafael Poch de Feliu, Observadores de la OSCE fotografiaron a miembros de UÇK muertos en los combates, fotografías que posteriormente tratadas y filtradas sirvieron para ilustrar en medios de todo el mundo como los paramilitares serbios asesinaban impunemente a civiles desarmados. Una vez desatada la operación Herradura, la OTAN declara que no va a cesar sus ataques sobre Belgrado y el territorio autónomo hasta que las tropas enviadas por Belgrado no se retiren del territorio autónomo. Rugova es retenido por las autoridades serbias bajo el pretexto de estar protegiéndole de los ataques del UÇK de Thaçi. Evacuado por la fuerza aérea italiana, se exilia en Alemania. Hasim Thaçi forma un gobierno alternativo al electo de Rugova. La colaboración ente el UÇK y la OTAN es plena a todos los niveles, incluyendo según declararían posteriormente miembros de la guerrilla la integración de oficiales de la Alianza como enlaces. El 9 de junio de 1999 ante la evidencia de que la OTAN no cesaría en sus ataques a posiciones serbias en Kosovo y en Belgrado, Slobodan Milosevic sella el alto el fuego con la Alianza Atlántica en Macedonia. Al día siguiente Naciones Unidas emite la Resolución 1244 de 10 de junio de 1999 por la que ordena la retirada del ejército yugoslavo de Kosovo, el desarme el UÇK y el envío de una fuerza de pacificación, la KFOR y una misión de Naciones Unidas, la UNMIK. El conflicto de Kosovo aún se dejó sentir en la región durante algunos años más, en 2001 Macedonia que había servido como base a las fuerzas de la OTAN durante la guerra, es atacada por el UÇK. El avance del UÇK hacia Skopje, ocupando los suburbios de la capital. Los enfrentamientos entre el ejército macedonio y el UÇK se vieron reflejados en estallidos sociales y pogromos anti albaneses por todo el país. Los acuerdos de paz de Orhrid pusieron fin a este episodio residual del conflicto en Kosovo. Durante el 2001 también dio los últimos coletazos el UCPMB (Ejército de Liberación de Presevo, Medvedja y Bujanovac), en la zona sur de Serbia, obligado a desmovilizarse presionados por la OTAN, y quedando la zona bajo control de la ONU como zona desmilitarizada. El último episodio importante de la guerra se produce en marzo de 2004 en Mitrovica. Grupos de albaneses atacan propiedades de serbios, provocando un nuevo episodio de limpieza étnica. Los ataques a civiles aumentan rápidamente y se extienden por todo el territorio autónomo. Según datos de la ONU mueren 28 civiles serbios y alrededor 4000 personas, entre serbios y gitanos, son obligados a abandonar Kosovo.
Tras el conflicto, la UNMIK se hace cargo de la administración en Kosovo, con el encargo de articular las estructuras de gobierno necesarias para organizar una administración para el territorio. En esta estructura se integran los partidos políticos de Kosovo liderados en ese momento por el LDK de Rugova, que con el paso a la política de los líderes del UÇK, comienza a perder peso. Tras unos primeros años marcados por las dificultades de la UNMIK para mantener el control político frente a la UÇK y sus ramificaciones políticas, y la crisis de Macedonia, en mayo de 2001 la UNMIK considera que se dan las condiciones para ceder parte del gobierno a las autoridades políticas kosovares. Apoyándose en la resolución 1244 del consejo de seguridad se organizan las instituciones de autogobierno, con una Asamblea, un Presidente, Primer Ministro y un gobierno para el territorio. La asamblea está formada por 120 representantes. La Constitución establece un sistema de cuotas por etnias, 10 representantes serbios y 10 entre el resto, cuatro representantes gitanos, tres bosniacos, dos turcos y uno gorani. Un representante de Naciones Unidas se reserva las competencias de seguridad, política exterior, fronteras y economía.
En 2008 Kosovo, con el consentimiento, pero no con el apoyo de la UE y de EEUU declara unilateralmente su independencia. El posterior reconocimiento de Kosovo como estado por parte de la mayor parte de países de la UE, provocó la oposición de varios países miembros, encabezados por España que no reconocieron, ni reconocen hoy en día esta independencia unilateral. Fuera de la UE, como hemos visto Rusia es el principal país que no reconoce la independencia de Kosovo.
Si Rusia es el principal sostén internacional de Serbia, EEUU lo es de Kosovo. Durante el conflicto fue el principal impulsor en la OTAN de la campaña aérea, y tras el conflicto, EEUU es uno de los primeros países en reconocer la independencia de Kosovo. De nuevo es Ramush Haradinaj la principal voz de EEUU en el Parlamento de Pristina, donde este antiguo líder del UÇK, reconvertido en un atlantista convencido, es uno de los principales opositores al papel que Rusia juega con respeto a Serbia.
Varios analistas albaneses consideran que el plan serbio de paz por territorios no es mas que la continuidad histórica de meter la tijera en los Balcanes recortando territorios, con la aquiescencia en este caso de Edi Rama y Hasim Thaçi. Igualmente consideran que de aprobarse este plan, significaría que tanto los EEUU, principal sostén de Kosovo, como la UE, estarían claudicando ante Serbia. Por otra parte, de llegar a un acuerdo entre Serbia y Kosovo y modificar los trazados de las fronteras de acuerdo porcentajes de población, de nuevo Serbia vería un recorte de sus fronteras y probablemente asistiremos de nuevo a movimientos forzados de población similares a los ocurridos durante los años 90. El movimiento de alrededor de 150000 personas podría suponer un efecto devastador para la región, sobre todo en Macedonia del Norte, con una importante minoría albanesa deseosa de integrarse de nuevo en Albania o Kosovo. Incluso los serbios de Bosnia podrían aprovechar para tensar la situación y lograr un acuerdo en términos similares. La opción de cesión de territorios para conseguir un acuerdo de paz y un reconocimiento completo del territorio autónomo de Kosovo efectivamente sigue la línea marcada por precedentes negociaciones, como los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia. Reparto de territorios entre las partes en conflicto, determinado por porcentajes de población, y redefinición de fronteras.
¿Estamos ante la última oportunidad de una solución negociada? Es posible. Kosovo mira al otro lado del Atlántico, como así han reconocido algunos de sus líderes, y de reojo a la UE. Una hipotética admisión en el club de Bruselas sería el espaldarazo definitivo a la imperiosa necesidad de reconocimiento internacional, pero al mismo tiempo sabe que en este momento no se dan las condiciones. No solo a nivel de estabilidad política y social, si no que entre los países de la UE se encuentran algunos de los estados mas beligerantes al respecto de un reconocimiento como estado del territorio autónomo. Kosovo es hoy uno de los países más pobres de Europa, con un PIB según el Banco Mundial de algo más de 7000 millones de euros anuales, y una tasa de desempleo alrededor de un 30%, con un algo más del 50% de paro juvenil. Las aún débiles estructuras de gobierno y la carencia de infraestructuras industriales ralentizan el crecimiento económico de una región que al igual que Albania, se ve aliviada por las remesas de la diáspora y por un potente mercado negro alimentado por la corrupción.
Kosovo sabe que el tiempo juega a su favor, pero también sabe que una solución negociada es el camino mas rápido para estabilizar el territorio. Por el contrario Serbia tiene el tiempo en contra. Una dilación en la solución al conflicto con el territorio autónomo equivaldría, como ya de hecho ocurre, a una independencia de facto. La solución a la controversia de Kosovo es condición sine qua non para lograr el acceso a la UE. Sin embargo Serbia, que allana las condiciones para lograr un entendimiento con sus vecinos, incluyendo Bosnia Herzegovina y Kosovo, no desoye los cantos de sirena de su histórico aliado, Rusia. Hay un factor, sin embargo que juega a favor de Serbia en todo este conflicto, y es el hecho que, el reconocimiento de Kosovo pudiese generar un efecto dominó en otras regiones sensibles del continente. Esta es la principal razón por la que España no ha reconocido aún la secesión del territorio autónomo de Serbia. Como declaró el primer ministro ruso Dimitri Medvedev el 19 de octubre en el parlamento de Belgrado, el apoyo al pueblo serbio es incondicional y Rusia hará lo necesario para mantener la integridad territorial y soberanía en los territorios de Serbia. Y Serbia, a priori, nunca reconocerá a Kosovo como nación independiente, porque para los serbios, Kosovo es el corazón de Serbia.