La energía es un pilar básico del desarrollo y Europa sigue precisando una energía que, pese a los cambios de modelo que se están realizando requerirá todavía durante algún tiempo de la llegada de hidrocarburos, especialmente gas

Europa, Mediterráneo y energía: ¿una nueva alternativa del diablo?

REUTERS/MAXIM SHEMETOV - El logotipo del proyecto de gasoducto Nord Stream 2 se ve en una tubería en la planta de laminación de tubos de ChelPipe Group en Chelyabinsk, Rusia

La importancia de la energía constituye un elemento recurrente en cualquier análisis que se realice con un cierto grado de profundidad en los aspectos económico, social, político o militar; el acceso a fuentes de energía ha constituido una de las causas polemológicas de la historia, y la geopolítica del siglo XX está profundamente imbricada con la geopolítica de la energía, en gran medida con la del petróleo y de manera creciente con el gas, los dos grandes hidrocarburos que han sido las piedras angulares del desarrollo —y de los conflictos— en el siglo pasado.

De hecho, la pobreza energética, término acuñado en el año 2010, tiene un poderoso impacto en la falta de desarrollo económico y social; los países más pobres suelen presentar los peores servicios de energía, lo que redunda y contribuye a la malnutrición, a unas condiciones de vida por debajo de unos estándares de salud mínimos y a un acceso limitado a la educación y al empleo1. Sin energía no hay desarrollo y, sin un desarrollo adecuado, es compleja la existencia de un grado de estabilidad adecuado.
El acceso a la energía es clave; pero ello requiere tanto la existencia del recurso energético como su puesta en valor haciéndolo llegar a destino, al consumidor. Por ello, las infraestructuras de transporte también son críticas.

Haciendo referencia a los hidrocarburos, cuestión sobre la que versará el presente Documento —y sin ánimo de realizar un análisis profundo, más bien una reflexión al respecto—, los oleoductos y gasoductos, las infraestructuras de transporte de estos, solo son críticas por su importancia, sino y también porque, en determinadas condiciones, resultan susceptibles de ser atacadas con gran facilidad: cientos de kilómetros de tuberías resultan un objetivo muy tentador para ser atacado por parte de cualquier grupo, sin requerir para dicho acto hostil un alto grado de especialización: Y también lo son los centros de control de bombeo y de gestión de dichas infraestructuras, y por muy diferentes medios, incluyendo, y de manera creciente, la posibilidad de sufrir ciberataques, como recientemente ha ocurrido sobre un oleoducto sito en suelo de los Estados Unidos2 —y que transporta el 45 % del combustible de la costa este del país—, acto que, aparentemente, ha llevado al pago de un rescate3 para poder restablecer el flujo de hidrocarburos con normalidad.

Con una cada vez mayor conciencia ambiental y frente al cambio climático, el propósito de lograr emisiones cero de carbono requiere del cambio de modelo energético, especialmente del abandono en primera instancia de las energías más contaminantes — como es el caso del carbón— y su sustitución por energías «verdes», especialmente las renovables; pero no es un proceso sencillo ni está exento de dificultades. Y si bien el abandono de los hidrocarburos se va produciendo de manera paulatina, lo cierto es que el gas tiene un papel vital en la transición energética4, pues —con sus luces y sus sombras— el gas natural puede acelerar el cambio de uso de biomasa y carbón, el gas natural parece se conforma, en cierta medida, como el combustible de transición.

Las renovables van paulatinamente ganando peso en el conglomerado de generación de energía, pero en muchos casos sobre la base de grandes subvenciones —lo que genera grandes disputas y acusaciones cruzadas sobre el coste real de dicha energía— y todavía sin capacidad real de atender plenamente la demanda, así como las dudas existentes relativas a la capacidad de atender de manera adecuada a los grandes picos de energía requerida que se dan en ciertos momentos. Y, esa disputa, se encuentra también la energía nuclear, que tiene sus grandes detractores y grandes defensores, tanto por la potencial peligrosidad de instalaciones y residuos los primeros como por la no emisión de CO2 y la capacidad de atender de manera inmediata a los picos de demanda los segundos, entre otros muchos argumentos en ambos bandos.

Y más allá de la narrativa de hidrocarburos frente a renovables —además de la existente relativa a la energía nuclear—, y sin ahondar en dicho aspecto, simplemente señalar que parte de la tecnología relativa a energías alternativas puede generar la dependencia de determinados materiales y recursos, como el litio, lo cual podría implicar que las disputas y diferendos geopolíticos no desaparecieran por el hecho de dejar atrás los hidrocarburos, sino que simplemente se desplazaran5 hacia otros elementos y aspectos.

La energía —su obtención, almacenamiento, distribución, etc.— resulta una piedra angular para el desarrollo y sostenibilidad de cualquier sociedad. Por lo tanto, es también un elemento geopolítico de primer orden ¿también para Europa?

Europa, ¿Unión Europea?

Durante el siglo XX, Europa ha sido deficitaria en energía, especialmente en hidrocarburos, de los que solo se habían localizado yacimientos y reservas en el mar del Norte. La dependencia del flujo de petróleo y los intentos de asegurar —o controlar— dicho flujo articularon una parte importante de la geopolítica de la Guerra Fría.

La Unión Europea no solo nace con la vocación de ser un «mercado común», un entramado económico, un proceso de integración simplemente económica, sino que pretende —o pretendía— superar esa etapa y avanzar hacia un proceso de creciente integración política que permitiera tener una voz y visión única en muchos aspectos, incluyéndose en estos, como no, en los esenciales, en los que constituyen los pilares de la seguridad; y la energía es, sin duda, uno de ellos. Por ello, se señala, si los intentos de avanzar y progresar en esa visión de Unión fracasan, Europa se estaría suicidando6 una tercera vez.

Pese a la dependencia energética, Europa pretende la búsqueda de la «autonomía estratégica», la capacidad de ser un actor internacional pleno, cuestión que tiene uno de sus principales escollos en una situación que, en un artículo titulado Ilusiones de autonomía se denomina como «cacofonía estratégica»7, la falta de voz —y de visión estratégica— única. Esa visión estratégica única es la que realmente permitiría planear, diseñar y ejecutar proyectos a medio y largo plazo, frente a lo cual existe una seria divergencia en temas y materias claves que afectan al desarrollo, a la vida y a la propia seguridad de Europa.

Con relación al aspecto de la energía, y de nuevo empleando unos someros ejemplos, Alemania, con un gran conglomerado industrial en torno al carbón —de hecho, se tienen previstas ayudas de miles de millones de euros para las zonas afectadas por la minoración o cese de la actividad—, se ha marcado como objetivo dejar de producir energía de centrales térmicas que utilicen dicho combustible en el año 20388. Y ha decidido tener cerradas todas sus centrales nucleares para el año 2022 —en el año 2020 producían el 11,4 % de la energía del país—9, mientras diferentes naciones de Europa van cerrando sus centrales nucleares, otras nunca han tenido dichas instalaciones en su suelo —lo cual no implica que no hayan consumido, vía interconexiones, energía de dicha procedencia— y otras no solo no renuncian, sino que están construyendo más reactores nucleares. Como adalid de la producción energética nuclear en Europa, Francia, respecto a esta cuestión, si bien inicialmente había indicado en el año 2014 que tenía la intención de reducir de un 75 % a un 50 % la energía generada en su suelo por medios nucleares10, en cualquier caso, ha señalado recientemente que Francia no prescindirá11 de la energía nuclear.

Y no solo esa «cacofonía estratégica» se denota en estas cuestiones: a la hora de abordar una estrategia europea frente a China, ante la expansión de la segunda potencia económica global y que extiende, paulatinamente, su presencia e influencia por todo el planeta, o ante el reforzamiento o no del vínculo transatlántico, la percepción sentida se define, en ocasiones, como «dinámica caleidoscópica»12 relativa a las relaciones entre la Unión, Estados Unidos y China; y mientras los Estados Unidos han retornado a la gran estrategia clásica frente a China, la Unión Europea, en un esfuerzo por definir una estrategia propia frente a Pekín, definía a China, y de manera simultánea, como un socio de cooperación, un competidor económico y un rival sistémico.

Si no es factible unificar criterios para la producción y uso de energía (del tipo de energía) en la Unión, si no es posible unificar criterios sobre relaciones exteriores en ese mundo en plena reconfiguración… ¿se estará en disposición de emplear la capacidad de compra de flujos energéticos —especialmente gas— como una herramienta geopolítica o se estará a merced del suministrador?

El este: ¿seguridad del suministro vs. rivalidad creciente?

Europa, o un parte importante de esta, tiene una fuerte dependencia del gas ruso, pues cerca de un 40 % del que se consume en Europa procede de Rusia13. Una parte de él, en enlace directo, a través del Nordstream I que discurre por el fondo del Báltico, circunvalando a Estonia, Lituania y Letonia, infraestructura de trasporte construida en el año 2011 y cuya pretensión era y es evitar y obviar el abono de los derechos de paso a naciones no alienadas con Moscú; y otra parte, más de la mitad de ese total, si bien procedente de Rusia, tiene entrada en suelo europeo14 vía Bielorrusia y, sobre todo, Ucrania.

La infraestructura Yamal atraviesa Bielorrusia y Polonia, y llega hasta Alemania, si bien Ucrania es el auténtico nudo de comunicaciones de gasoductos y oleoductos de la antigua Unión Soviética, pues acoge en su suelo no solo un ramal del Yamal, sino otras dos líneas —Soyuz y Druzkha—, a través de las cuales fluyen los hidrocarburos obtenidos tanto en Siberia como en Asia Central.

Rusia, como antaño la Unión Soviética, es un suministrador fiable —la mayor parte de sus exportaciones son productos energéticos, y Europa ha sido y es una buena cliente— y nunca han dejado de bombear gas hacia Europa, a Alemania a través del gasoducto Yamal, desde Siberia vía Ucrania. De hecho, el único corte del suministro aconteció en el marco de las llamadas «guerras del gas» en los años 2005-2006 y 2008-2009, cuando las disputas entre Ucrania y Rusia subieron muchos enteros y Kiev extrajo más gas de la cuota que tenía concedida, lo que redundó en una minoración del que llegó a Europa.

La creciente disputa con Ucrania no solo generó las llamadas «guerras del gas», sino que, desde la aparente orientación de Kiev hacia Occidente —con los efectos colaterales de la anexión por parte de Rusia de Crimea y el conflicto del Donbass en el año 2014—, la relación entre ambas naciones es muy compleja; y Moscú no desea que gran parte de su capacidad de puesta en el mercado de una de sus principales fuentes de riqueza, la venta de hidrocarburos, beneficie, por el pago de derechos de tránsito, a su reciente rival; incluso en el afán europeo de pasar al hidrógeno como una de las fuentes alternativas de energía, Ucrania continuaría siendo, en caso de no poder ser circunvalada, un punto de paso obligado del mismo, por lo que miles de millones de euros seguirían fluyendo a las arcas de Kiev. Y esta cuestión es de suma importancia tanto para rusos como para ucranianos15, intentando los primeros evitarla y los segundos mantenerla.

En aras de no depender de ningún país de su vecindario próximo como punto de paso de sus infraestructuras de transporte energético, entre Rusia y Alemania se está tendiendo el denominado Nord Stream 216, iniciado en 2018, y que duplicará la capacidad de transporte entre Rusia y Alemania; frente a este, las visiones al respecto son dispares, pues si bien para unos supone una necesaria estabilidad energética para Europa, para otros supone una entrega a Rusia. Sin ir más lejos, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, en unas declaraciones señalaba expresamente que este nuevo proyecto «[…] es un proyecto geopolítico ruso que pretende dividir Europa y debilitar su seguridad energética»17, además de indicar que era un mal negocio para Alemania, para Ucrania y para sus aliados y socios de Europa central y del este.

Igualmente, se señala que los impedimentos para el desarrollo del Nordstream 2 van contra la capacidad de la transición energética, especialmente para Alemania18, pues el cierre de las nucleares y de las plantas de carbón implica la necesidad de buscar una alternativa viable, a corto plazo y que permita evitar la carencia de generación de energía. Y frente a ese razonamiento, Washington lleva tiempo presionando19 para que Europa compre gas natural licuado (LNG), pues desde el desarrollo exponencial del fracking en su territorio, los Estados Unidos se han vuelto a convertir en exportadores netos del mismo; argumentos sobre la volatilidad de los precios, seguridad y regularidad en el flujo de suministro y otros aspectos, siendo importantes, no dejan de esconder una realidad geopolítica, como es la (mutua) dependencia del país receptor respecto al emisor, en este caso de los Estados Unidos o de Rusia. Y en el marco de la creciente disputa entre ambas potencias, este aspecto no resulta, en absoluto, baladí.

Y no lo es ni para una nación ni para la Unión en su conjunto; en el marco de un complejo y debilitado vínculo trasatlántico, vínculo que aparentemente se intenta recomponer en cierta medida, las amenazas de sanciones por parte de los Estados Unidos a las empresas que construyen el gasoducto —ya finalizado en un 95 %— constituyen serias advertencias.
Rusia, desde hace tiempo, continúa intentando obviar el tránsito de su riqueza en hidrocarburos a través de naciones no afines; y uno de esos intentos de circunvalación de Ucrania fue el proyecto Southstream20 que, desde tierras rusas y a través del mar Negro, daría un punto de paso a los flujos energéticos a Europa a través de Bulgaria; pero una combinación de factores —desde las sanciones aplicadas a Moscú por la anexión de Ucrania al coste del proyecto, pasando por cuestiones geopolíticas tales como no contribuir al incremento de la influencia rusa en Balcanes— llevaron en el año 2014 a que Putin desestimara, finalmente, el proyecto.

Igualmente, intenta evitar, a su vez, ser circunvalada, u obviada, y perder la fuente de riqueza —y poder— que supone tener a la Unión como cliente; así, y por mor de su expansión por el Mediterráneo, en su búsqueda de aguas abiertas oceánicas y de recuperar parte de la esfera de influencia del pasado, ha ido dando pasos en ese sentido, hacia el sur y por la cuenca mediterránea. Las intervenciones en la última década en Siria y Libia —país rico en hidrocarburos—, así como la fuerte relación con Argelia —el otro gran productor en el norte de África— son algunos de los aspectos que ponen, negro sobre blanco, dicho afán e intenciones.

Además de otras consideraciones geopolíticas, el control de los flujos energéticos hacia Europa —su control o fragmentación— constituye una de las joyas de la corona de un mundo en plena reconfiguración; y ese control de los flujos energéticos no solo tiene una vertiente —y poderosa— económica, sino también una —y tan poderosa o más— geopolítica21, relacionada con la capacidad de influencia y de intervención en los asuntos internos de otras naciones o coaliciones, bien directamente bien a través de empresas y corporaciones.

Que las disputas con Moscú son crecientes no es ningún secreto, pues basta ver los titulares de cada día: así, desde la retirada mutua de diplomáticos y las acusaciones de injerencia de Moscú en Europa22 hasta la cumbre de la Unión23 en mayo de 2021, ante el nivel de relaciones mutuas más bajo en mucho tiempo y con Bruselas revisando su percepción de la amenaza, la situación se va complicando por momentos.

Por ello, y solo observando una de las potenciales vías de llegada de recursos energéticos por medio de gasoductos y oleoductos, cabe preguntarse si en el marco de una rivalidad creciente con un suministrador fiable… ¿parece adecuado proporcionar argumentos —dejar de adquirir productos energéticos a Moscú— para fomentar dicha rivalidad? o ¿ es posible mantener la demanda —y los réditos asociados para Moscú— en contrapartida a un acercamiento, en mayor medida, a la Unión?
Y, además, existen otras alternativas y otras vías. Y también requieren de decisiones.

El sureste: ¿vía alternativa vs. nueva potencia expansiva?

La posición de Turquía —puente terrestre entre Asia, África y Europa— es, o puede ser, capital para la llegada de flujos energéticos —vía oleoductos y gasoductos— a este último continente.

No solo Turquía, con una fuerte dependencia energética, busca el modo de incrementar su capacidad de autosuficiencia y de abaratar el coste de las compras de hidrocarburos, sino también Rusia precisa de puntos de paso alternativos a Ucrania, Bielorrusia y los países Bálticos —las naciones que a modo de cinturón se encuentran entre Rusia y el resto de Europa— para minorar la dependencia de estas ante la senda no coincidente con la visión de Moscú adoptada por algunas de estas naciones y seguir vendiendo hidrocarburos a Europa. Y Turquía ocupa una posición centrada en un espacio clave del planeta, en ese anillo de tierra24 que circunvala la inmensa masa terrestre —la sexta parte de las tierras emergidas— rusa.

Por otra parte, desde los yacimientos de Asia Central y desde los del Cáucaso sur, las opciones soviéticas implicaban el envío del combustible por el sistema radial y, una vez en el interior, ya Moscú canalizaba hacia Europa o hacia donde considerase adecuado. Pero tras la caída de la Unión Soviética, las antiguas repúblicas, si bien todavía bajo la égida del Kremlin, van intentando otras alternativas para dar salida a sus hidrocarburos; y el camino terrestre que no pasa por Rusia y llega hasta Europa pasa por el Cáucaso sur y por Turquía. Incluso Irán plantea la posibilidad de incorporarse a esos flujos y por esas vías; y así, nombres como Nabuco (la infraestructura persa), Cáucaso sur, Gasoducto Tabriz (ciudad iraní), Ankara (ciudad turca)25, Trans Caspio, TANAP (Trans ANAtolian Pipeline)26… infraestructuras en diferentes grados de desarrollo, como realidades o como proyectos, van haciendo su aparición. Y el denominador común de todos ellos es que Turquía se constituye como puente terrestre hacia Europa, por lo que los derechos de paso y los flujos de energía que concurren constituyen unas razones de yacimientos importantes de hidrocarburos y dificultando así el potencial tendido de un gasoducto (Eastmed32) entre los yacimientos del Mediterráneo Oriental y Grecia e Italia. De esta forma, Ankara pretende mantener el control y ser un actor principal en la región.

Y para alcanzar sus objetivos no duda en enfrentarse directamente con propios y extraños: pese a ser miembro de la OTAN, no ha tenido problema en adquirir sistemas antiaéreos y antimisiles de Rusia33 —con las derivadas de pérdida de confianza y seguridad que eso conlleva—, en apuntar con sus armas a un buque de guerra francés34 que se encontraba cumpliendo una misión ordenada por la comunidad internacional, en chocar —físicamente— con buques de guerra griegos35 o incluso se apunta que, pese a los convenios internacionales suscritos, pudiera estar desarrollando en secreto un programa de armas nucleares36. Tanto es así que se señala que estas acciones han contribuido a convertir el Mediterráneo Oriental en el centro de una tormenta geopolítica37, y la comunidad internacional está empleando mecanismos para realizar una desescalada de la situación, si bien la línea roja puede estar en los intereses neotomanos turcos.

Por ello, cabe preguntarse si en el marco de unos poderosos afanes expansivos…

¿parece adecuado proporcionar argumentos —dejar de adquirir productos energéticos recibidos a través de Turquía— para fomentar dicha expansión? o ¿es posible mantener la demanda —y los réditos asociados para Ankara— en contrapartida al desarrollo de unas políticas menos expansivas?

Y existe otra alternativa y otra vía. Y también requiere de decisiones.

El sur: ¿suministro complejo vs. estabilización y desarrollo?

África es un continente pleno de riquezas, cada vez más poblado y, en ciertas áreas, como es la zona saheliana —entre otras— cada vez más inseguro e inestable.

La necesidad de combatir el terrorismo —una de sus mayores lacras y que actúa a modo de activador de muchos de los diferendos existentes— así como a las demás formas de inseguridad, requiere de una aproximación holística, de estrategias abarcadoras que en la totalidad del espectro del ciclo de estabilización (seguridad-gobernanza-desarrollo económico y social) permitan que la combinación de una mejoría en estos aspectos —y si bien la seguridad es la base y el elemento primigenio, la estabilización requiere del resto de pilares para ser real y sostenible— tracen el camino de sociedades y países hacia una mejora sustancial de la situación.

Para facilitar dicha estabilización, la posibilidad de acceso a fuentes de energía posibilita y favorece, sin duda, las capacidades de desarrollo, tanto a partir de las opciones locales como de la inversión exterior. La existencia de una abundante mano de obra —el mejor dividendo demográfico del planeta38, es decir, la proporción de personas en edad laboral respecto al total de la población, lo presenta África en su conjunto— dota de muchas oportunidades a la inversión y al desarrollo, al existir abundancia de uno de los factores de producción.

Además, es necesario señalar que el crecimiento urbano se produce de una manera acelerada39; y las ciudades de África, en ese crecimiento desaforado, requieren de una cantidad creciente de energía. Y la oferta de una cantidad adecuada de energía a unos precios razonables ha constituido siempre, a lo largo de la historia, uno de los motores del desarrollo; por ello, un flujo adecuado de hidrocarburos —pues, de nuevo, las opciones de emplear exclusivamente energía verde y la autosuficiencia, si bien son las condiciones deseables, se pueden plantear en el continente, cuanto menos, con un horizonte de medio plazo— puede servir de elemento que contribuya, en una proporción adecuada, a la estabilización y al desarrollo más ordenado de las áreas urbanas, minorando a su vez la conflictividad y posibilidades de disturbios40.

En el intento de satisfacer dicha demanda, a nivel local se incluye el carbón, una de las opciones más contaminantes y menos limpias que existen, en un entorno de transición energética y en un continente, sobre todo en la zona mediterránea y saheliana, profundamente afectada por el cambio climático. Y África extrae cantidades crecientes de carbón41 para atender a sus necesidades; de hecho, el Africa Energy Chamber42, organización que agrupa a la mayor parte de las empresas privadas del sector de la energía del continente, solicita un mayor grado de inversiones43, a efectos alcanzar un mayor grado de eficiencia.

Sin embargo, desde el sur del Mediterráneo fluyen hidrocarburos desde varias infraestructuras hacia Europa, a través del mare Nostrum: desde Argelia a España —y un ramal que va de Argelia a Marruecos también continúa hasta España—, así como otra discurre de Libia hasta Italia. Y los yacimientos y reservas van creciendo en el continente, en el Sahel y en el África subsahariana, donde, por ejemplo, el golfo de Guinea presenta una gran riqueza en hidrocarburos; y la reciente creación del AfCTA (African Continental Free Trade Area), del «mercado común africano» pese a las dificultades existentes, aumenta las posibilidades económicas, y permite incrementar las posibilidades de que determinados proyectos se lleven a efecto, como el gasoducto transahariano44, que uniría el golfo de Guinea con el Mediterráneo, multiplicando la capacidad del flujo de hidrocarburos por gran parte del continente y hacia Europa. Podría, por tanto, aumentarse la proporción de flujos de hidrocarburos recibidos en la Unión desde el sur del Mediterráneo, tanto desde el norte de África como del resto de regiones, si bien la complejidad y la inseguridad son mayores que en otras regiones, sin duda.

Por otra parte, también sería adecuado ir, paulatinamente, incrementando el mallado en las áreas más pobladas y activas económicamente del continente, para ir extendiendo el alcance de la red de distribución hacia otras zonas. Los beneficios obtenidos permitirían dar un impulso al ciclo de estabilización, siempre que también se actúe sobre los pilares de seguridad y gobernanza. Y la constatación de que los beneficios repercuten en el conjunto de la sociedad sería un acicate para lograr unas sociedades más justas y estables; y, como derivada, más seguras, lo que redundaría en una facilidad de distribución y abaratamiento de los costes de la energía, motivando que el ciclo gire en el sentido adecuado.

Ya existen fuertes inversiones en el continente y en la región; frente a la relativa retirada de los Estados Unidos de hace unos años, la acción de nuevos actores y potencias, como Rusia y China, es creciente45, esta última centrada en gran medida en la construcción de infraestructuras de todo tipo, lo cual, además de los lógicos beneficios de retorno por la inversión, permiten incrementar en grado sumo el nivel de influencia de Pekín en estas naciones. Esto, junto con otras cuestiones, permite generar una narrativa cuyo efecto más inmediato es el aumento de las autocracias en el continente y en el mundo; y que las infraestructuras nacionales y regionales estén, literalmente, en manos de una gran potencia foránea presenta un potencial riesgo46 para dichos países y para la región en su conjunto, máxime si se considera que las grandes empresas chinas que participan en esas actividades relacionadas con infraestructuras críticas —en su construcción, desarrollo, gestión, etc.— son, en todo o en gran parte, de capital estatal, y muy opacas al escrutinio internacional.

Frente a eso, la Unión Europea señala la necesidad de hacer frente a los desafíos de la pobreza, de la mala gobernanza, del acceso a los servicios básicos, etc., así como indica que es preciso promover el desarrollo económico y social, la inversión y la creación de empleo, especialmente para la gente joven47. Un entorno seguro, estable y justo constituye una necesidad imperiosa para el desarrollo y la prosperidad, por lo que se manifiesta la determinación de incrementar el apoyo en la región del Sahel donde, además, la escala alcanzada por la crisis y las consecuencias humanitarias de la misma implican la necesidad de respuestas basadas en un enfoque integral que vinculen tanto el corto como el largo plazo48. Las estrategias, además de abarcadoras, han de mirar a largo plazo. Si no, no son estrategias.

Pero también es necesario la realización de inversiones y proyectos que sean rentables, que sean sostenibles, y que permitan un despegue real de las sociedades del continente, del área. Así, frente a la política de «cheques en blanco», es preciso marcar objetivos definidos, decisivos y alcanzables, objetivos que posibiliten medir el progreso en función del grado de cumplimiento de los programas seleccionados y de la mejora que los mismos suponen para las poblaciones y las naciones donde se desarrollan. Y todo ello no solo ha de hacerse por simple altruismo —si bien es una condición necesaria e importante—, pues, como señala el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, el señor Borrell49, «la seguridad del continente no comienza en la orilla del Mediterráneo, sino a 4700 km más lejos», así como que  deben establecerse «objetivos de resultados verificables». La inversión, pese a los riesgos existentes, no ha de ser entendida «a fondo perdido».

De hecho, y recientemente, en relación con la Estrategia de la Unión Europea para el Sahel50, se citaba la necesidad de afrontar varios de esos desafíos estructurales desde 

una respuesta local, nacional, regional e internacional, y con un compromiso de largo plazo; y que dicha relación privilegiada entre la Unión y el Sahel ofrece oportunidad estratégicas mutuas, así como que las poblaciones de la Unión y de un Sahel estable pueden beneficiarse, en una lógica de «todos ganan», de las oportunidades económicas que se generen.
Por ello, cabe preguntarse si en el marco de la imperiosa necesidad de estabilizar y desarrollar el sur de Europa… ¿parece adecuado asumir una mayor complejidad en el suministro? o ¿es posible mantener e incrementar la demanda —y los réditos asociados para la región y el continente— en contrapartida a una minoración de los riesgos y amenazas que desde el sur del Mediterráneo alcanzarán de manera creciente a Europa?

Y, además, puede que existan, además de las expuestas, otras alternativas y otras vías… pero también requieren de decisiones. ¿O no?

A modo de reflexión: ¿decidir?

Un proceso de construcción requiere, entre otras muchas cuestiones, de la toma de decisiones. En ocasiones, las opciones sobre las que se han de tomar dichas decisiones no han, no tienen por qué ser, mutuamente excluyentes al cien por cien; pero, para un proyecto común, resulta imprescindible la toma de decisiones para alcanzar ese bien común. Y las decisiones relativas a seguridad, seguridad en sentido pleno, son siempre importantes, son piedras angulares sobre las que hay que tomar decisiones.
Cualquier decisión tiene pros y contras, ventajas e inconvenientes, elementos de fortaleza y vulnerabilidades. Por eso existen las «alternativas del diablo», las elecciones en las cuales ninguna opción es plenamente satisfactoria, y por eso decidir es difícil, por eso, a veces, y aparentemente, es más fácil no decidir… aunque esa omisión de la necesidad de decisión constituya, en sí misma, una decisión. Y cuando existe un vacío, algo o alguien lo llena siempre, y lo hará atendiendo a su propio interés, no al bien común del proyecto compartido.

Nadie dijo que fuera fácil. Nunca lo es. La pandemia —que seguimos sufriendo— ha puesto de manifiesto muchas cosas, entre ellas, debilidades y vulnerabilidades estructurales de la Unión. Quizá sea el momento de hacer algo, de hacer algo más. 

Quizá sea el momento de apostar por una visión de futuro, en lugar de por la inmediatez. Los beneficios —y, sobre todo, la minoración de enormes riesgos futuros cuyos prolegómenos estamos empezando a sentir— pueden ser muy elevados.
O quizá siga siendo el momento de no hacer nada, desear que nadie más haga nada, y esperar que el deseo se cumpla. Y a ver si esta vez se cumple. A ver…

Pedro Sánchez Herráez, COL.ET.INF.DEM. Doctor en Paz y Seguridad Internacional y Analista del IEEE

Referencias Bibliográficas 
  1. “Energy powerty: effects on development, society and environment”, HABITAT.ORG. Disponible en: https://www.habitat.org/emea/about/what-we-do/residential-energy-efficiency-households/energy-poverty NOTA: Todos los vínculos de internet del presente Documento se encuentran activos a fecha 25 de mayo de 2021.
  2. “Ciberataque atribuido a hackers rusos deja sin combustible a buena parte del este de EEUU”, ABC, 11 de mayo de 021. Disponible en: https://www.abc.es/internacional/abci-ciberataque-atribuido-hackers- rusos-deja-sin-combustible-buena-parte-este-eeuu-202105101921_noticia.html
  3. 3 “Colonial pagó un rescate de 4,13 millones de euros a los hackers que sabotearon su oleoducto”, CINCO
  4. DÍAS,    14    de    mayo    de    2021.    Disponible    en: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/05/14/companias/1620977479_241828.html
  5. 4 ROCA, José A., “El gas natural tiene un papel vital en la transición energética”, El periódico de la energía, 2 de marzo de 2021. Disponible en: https://elperiodicodelaenergia.com/el-gas-natural-tiene-un-papel-vital- en-la-transicion-energetica/
  6. 5 En este sentido PARDO, Pablo. “La geopolítica de las renovables: los amos del litio sustituyen a los señores del petróleo”, El Mundo, 27 de abril de 2021. Disponible en: https://www.elmundo.es/ciencia-y- salud/medio-ambiente/2021/04/27/6086ffc421efa0fb7f8b4626.html
  7. 6 PIQUÉ, Josep, “Evitar el tercer suicidio de Europa”, Política Exterior, 15 de abril de 2021. Disponible en: https://www.politicaexterior.com/evitar-el-tercer-suicidio-de-europa/
  8. 7 MEIJER, Hugo y BROOKS, Stephen G. “Illusions of autonomy”, International Security, volumen 45, número 4, primavera 2021, pp. 7-43, página 9.
  9. GESLEY, Jenny. “Germany: law on phasing-out coal-powered energy by 2038 enters into force”, Library of Congress, 31 de agosto de 2020. Disponible en: https://www.loc.gov/law/foreign-news/article/germany- law-on-phasing-out-coal-powered-energy-by-2038-enters-into- force/#:~:text=The%20Coal%20Phase%2DOut%20Act,start%20operating%20after%20August%2014%2 C
  10. 9 APPUN, Kerstine. “The history behind Germany’s nuclear phase-out”, Clean Energy Wire, 9 de marzo de 2021. Disponible en https://www.cleanenergywire.org/factsheets/history-behind-germanys-nuclear-phase- out#:~:text=However%2C%20in%20the%20wake%20of,the%20Bundestag%20(federal%20parliament). 10 WORLD NUCLEAR NEWS, New French energy policy to limit nuclear, 18 de junio de 2014. Disponible en https://www.world-nuclear-news.org/NP-New-French-energy-policy-to-limit-nuclear-1806144.html
  11. 11 ALVES, José. “Macron, a contracorriente: las renovables nunca sustituirán a las nucleares en Francia”, CapitalMadrid, 6 de mayo de 2021. Disponible en: https://www.capitalmadrid.com/2021/5/6/59486/macron- a-contracorriente-las-renovables-nunca-sustituiran-a-las-nucleares-en-francia.html
  12. 12 TOOZE, Adam. “La fragilidad de la estrategia europea frente a China”, Política Exterior
  13. FISHMAN, Edward. “Sanctions won’t stop Nord Stream 2. Diplomacy Will”, Foreign Policy, 9 de abril de 2021. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2021/04/09/sanctions-wont-stop-nord-stream-2-diplomacy- will/?utm_source=PostUp&utm_medium=email&utm_campaig%E2%80%A6
  14. 14    EUROPEAN    COMMISION,    Energy    Data,    Eurostat.
  15. PROKIP, Andrian. "A new era of gas wars between Ukraine and Russia?”, Wilson Center, 23 de noviembre de 2020. Disponible en: https://www.wilsoncenter.org/blog-post/new-era-gas-wars-between- ukraine-and-russia
  16. 16 Web oficial disponible en: https://www.nord-stream2.com/
  17. 17 “Nord Stream 2 and potential sanctionable activity”, US DEPARTMENT OF STATE, Press Statement,
  18. 18 de marzo de 2021. Disponible en: https://www.state.gov/nord-stream-2-and-potential-sanctionable- activity/
  19. 18 G. GROSS, Stephen. “Want a green future? Let Nord Stream go”, Foreign Policy, 6 de mayo de 2021. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2021/05/06/nord-stream-biden-united-states-germany-russia-
  20. US LNG price up to 40% higher than Russian gas: Novak”, AA ENERGY, 27 de mayo de 2018. Disponible en: https://www.aa.com.tr/en/energy/energy-diplomacy/us-lng-price-up-to-40-higher-than- russian-gas-novak/20225
  21. 20    “South Stream Pipeline Project, Europe”, HYDROCARBONS TECHNOLOGY.
  22. En este sentido MACKINNON, Amy. “Putin’s shadow warriors stake claim to Syria’s oil”, Foreign Policy, 17 de mayo de 2021. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2021/05/17/putin-shadow-warriors-stake- claim-syria-oil-energy-wagner-prigozhin-libya-middle-east/
  23. 22 “Espías, sobornos, asesinatos y corrupción: a que se enfrenta la UE con la injerencia rusa”, La Vanguardia,    12    de    mayo    de    2021.    Disponible    en: https://www.lavanguardia.com/internacional/20210512/7443783/espias-sobornos-asesinatos-corrupcion- ue-injerencia-rusa.html
  24. 23 “Outlook for the special European Council meeting of 24-25 may 2021”, EUROPEAN PARLIAMENT
  25. SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro. Siglo XXI: ¿el retorno a la lucha por el Rimland?, Documento de Análisis 12/2021, Instituto Español de Estudios Estratégicos, 17 de marzo de 2021. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2021/DIEEEA12_2021_PEDSAN_Rimland.pdf
  26. 25 “Tabriz-Ankara Pipeline”, GLOBAL ENERGY MONITOR. Disponible en: https://www.gem.wiki/Tabriz- Ankara_Pipeline
  27. 26 TANAP, Trans Anatolian Natural Gas Pipeline Project. Disponible en: https://www.tanap.com/tanap-
  28. Una recopilación de artículos y opiniones al respecto del Turkish Stream pueden encontrarse en EURACTIV, About: Turkish Stream. Disponible en: https://www.euractiv.com/topics/turkish-stream/
  29. 28 SATANAKIS, Sofía María y SÜSS, Katrin. “The shift in Turkey’s foreign policy”, AIES, Focus 3/2021. Disponible en: https://www.aies.at/download/2021/AIES-Fokus-2021-03.pdf
  30. 29 ÖNIS, Ziya. “Turkey and the Arab revolutions: boundaries of regional power influence in a turbulent Middle East”, Research Gate, Mediterranean Politics, volume 19 número 2, 2014, p. 206. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/263703954_Turkey_and_the_Arab_Revolutions_Boundaries_of
  31. _Regional_Power_Influence_in_a_Turbulent_Middle_East/link/56bb1d2a08ae6d700a68f32a/download
  32. 30 “Turkey’s new ‘Strategic Depth’”, The Jerusalem Post, 4 de septiembre de 2012. Disponible en: https://www.jpost.com/opinion/op-ed-contributors/turkeys-new-strategic-depth
  33. 31 FRANTZMAN, Seth. “Turkey is trying to take over the Mediterranean”, Middle East Forum
  34. “East Med Gas Pipeline”, Global Energy Monitor. Disponible en: https://www.gem.wiki/East_Med_Gas_Pipeline
  35. 33 “Why there is no easy solution to the US Turkey dispute over the S-400”, World Politics Review, 29 de diciembre de 2020. Disponible en: https://www.worldpoliticsreview.com/articles/29319/for-nato-turkey-s- 400-crisis-has-no-easy-solutions
  36. 34 “France-Turkey tensions mount after NATO naval incident”, Reuters, 7 de julio de 2020. Disponible en: https://www.reuters.com/article/us-nato-france-turkey-analysis-idUSKBN2481K5
  37. 35 “Greek, Turkish warships in “mini collision” Ankara calls provocative”, Reuters, 14 de agosto de 2020. Disponible en: https://www.reuters.com/article/us-greece-turkey-warships-idUSKCN25A161
  38. 36 J., Jacob. “Is Turkey running a secret nuclear weapons program with the help of Pakistan?”, International Bussines Times, 3 de enero de 2021. Disponible en: https://www.ibtimes.sg/turkey-running-secret-nuclear- weapons-program-help-pakistan-54609
  39. 37 TANCHUM, Michaël. “How did the Mediterranean become the eye of a geopolitical storm?”, Foreign Policy, 18 de agosto de 2020. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2020/08/18/eastern-mediterranean- greece-turkey-warship-geopolitical-showdown/
  40. MORA TEBAS, Juan A. Sahel: un tsunami humano… ¿reversible?, Documento de Análisis 03/2018, Instituto    Español    de    Estudios    Estratégicos,    17    de    enero    de    2018.    Disponible    en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2018/DIEEEA03-2018_Sahel- Tsunami_demografico_reversible_JAMT.pdf
  41. 39 SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro. África en la “era urbana”: hacia el desarrollo o al desorden?, Documento de Análisis 14/2019, Instituto Español de Estudios Estratégicos, 24 de abril de 2019. Disponible en: http://www.ieee.es/en/Galerias/fichero/docs_analisis/2019/DIEEEA14_2019PEDSAN-ciudadesAfrica.pdf
  42. 40 Baste pensar como la perenne falta de flujo eléctrico en el Líbano, país que hace años fuera llamado “La Suiza de Oriente”, constituye un motivo de queja social y desordenes permanentes y que, realimentado con otros problemas y diferendos sociales, genera auténticas revueltas; la falta de energía como elemento significativo en la crisis libanesa se incluye en “Lebanon’s economic collapse in numbers”, The Daily Star,
  43. 17 de marzo de 2021. Disponible en: https://www.dailystar.com.lb/News/Lebanon-News/2021/Mar- 17/518513-lebanons-economic-collapse-in-numbers.ashx; y la amenaza de un colapso total energético se apunta en “Le Liban risque de être plongé dans le “noir total”, avertit un ministre”, La Presse, 15 de mayo de 2021. Disponible en: https://www.lapresse.ca/international/moyen-orient/2021-03-11/le-liban-risque-d- etre-plonge-dans-le-noir-total-avertit-un-ministre.php
  44. 41 “Africa digs for coal to meet energy demands amid climate concerns”, DWI, 2 de abril de 2021. Disponible en:    https://www.dw.com/en/africa-digs-for-coal-to-meet-energy-demands-amid-climate-concerns/a- 57086116
  45. 42 Web official disponible en: https://energychamber.org/
  46. 43 “African Energy Chamber calls for more US-Africa energy investments with series about unjustified risk perceptions    on    Africa”,    African    Energy    Chamber,    11    de    mayo    de    2021.    Disponible    en: https://energychamber.org/2021/05/11/african-energy-chamber-calls-for-more-us-africa-energy- investments-with-series-about-unjustified-risk-perceptions-on-africa/
  47. 44 “African Energy Outlook”, African Energy Chamber, 2020, p. 15.
  48. 45 SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro. Los “nuevos “actores en el Sahel, en VVAA., El Sahel y G5: desafíos y oportunidades, Cuaderno de Estrategia 202, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Madrid, 2019, pp. 183-234.    Disponible    en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_202_El_sahel_y_g5_desafios_y_oportunidades.pdf; SÁNCHEZ HERRÁEZ, Pedro. El Mediterráneo: ¿nueva zona en liza en la disputa global? en VVAA., El Mediterráneo, Cuaderno de Estrategia 209, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Madrid, 2021 (Pendiente de publicación).
  49. 46 DE MAIZIÈRE, Thomas y WESS MITCHELL, A. “NATO needs to deal with China head-on”, Foreign Policy, 23 de febrero de 2021. Disponible en: https://foreignpolicy.com/2021/02/23/nato-china-brussels- summit-biden-europe- alliance/?utm_source=PostUp&utm_medium=email&utm_campaign=30550&utm_term=Editors%20Picks
  50. %20OC&?tpcc=30550
  51. 47 “Joint declaration of the members of the European Council with the Member States of the G5 Sahel”, European    Council,    28    de    abril    de    2020,    párrafo    14.    Disponible    en https://www.consilium.europa.eu/en/press/press-releases/2020/04/28/joint-declaration-of-the-members- of-the-european-council-with-the-member-states-of-the-g5-sahel/
  52. 48 “Joint declaration of the members of the European Council with the Member States of the G5 Sahel”, European    Council,    28    de    abril    de    2020,    párrafo    14.    Disponible    en https://www.consilium.europa.eu/en/press/press-releases/2020/04/28/joint-declaration-of-the-members- of-the-european-council-with-the-member-states-of-the-g5-sahel/
  53. 49 "Josep Borrell, ‘Au Sahel nous avons peut-être signé trop de chèques en blanc’”, LE MONDE, 28 de abril de 2021. Disponible en: https://www.lemonde.fr/afrique/article/2021/04/28/josep-borrell-au-sahel-nous- avons-peut-etre-signe-trop-de-cheques-en-blanc_6078353_3212.html
  54. 50 “Stratégie intégrée de l´Union Européenne au Sahel, Conclusions du Conseil”, CONSEIL DE L’UNION EUROPÉENNE, 16 de abril de 2021. Disponible en: https://www.consilium.europa.eu/media/49278/st- 7723-2021-init.pdf