Retos y perspectivas de las finanzas islámicas

Carmen Chato
Las finanzas islámicas han ido introduciéndose poco a poco en los sistemas financieros de países occidentales. Con un volumen total de activos cuya cifra ronda los 1.8 billones, se estima que solo está explotado un 20% del potencial. Una forma distinta de hacer finanzas que se enfrenta a partes iguales al desconocimiento y a la expectación de nuevos inversores.
En Europa, estas finanzas han generado un interés creciente en los últimos años. Es Reino Unido, con Londres como centro financiero, el país que se ha puesto a la cabeza en la materia con seis bancos completamente islámicos (Sharia-compliant) y veinte bancos internacionales con actividad en el campo de las finanzas islámicas; de la misma forma, son variados los campos de inversión por los que apuestan desde la financiación de infraestructuras y proyectos hasta el comercio pasando por los mercados hipotecarios. Además, industrias como la del petróleo en el Golfo Pérsico y el turismo en el Magreb, en aquellos países que todavía tienen una estabilidad interna que permite su desarrollo, se muestran como sectores con buenas posibilidades en la inversión.
Sin embargo, y a pesar de este horizonte prometedor, las finanzas islámicas se enfrentan a diversos retos, tal y como se puso de manifiesto en Casa Árabe durante la conferencia internacional Financial islamic institutions in arab transitions. Possible avenues for financial development, una jornada que reunió a expertos de ambas orillas del Mediterráneo que analizaron los fundamentos de las finanzas islámicas, el presente de la economía en los países musulmanes y las posibilidades que ofrecen las nuevas circunstancias que viven estos países tras los cambios producidos en 2011.
Una nueva forma de invertir
Las finanzas islámicas no son un invento reciente pero sí que en la actual coyuntura global ofrecen posibilidades de inversión en principio distintas a las de la banca occidental. Estas finanzas se basan en la Sharia, preceptos con una base religiosa musulmana, que también impregnan códigos legales, comportamientos sociales y normas de protocolo. En su aplicación a las finanzas, existen tres prohibiciones básicas para que se pueda considerar islámico un negocio o una inversión. Por una parte, el cobro de interés o riba, el embarcarse en riesgos excesivos o gharar y el financiar actividades pecaminosas o maysir. Además, se persigue siempre que detrás de toda operación haya un activo real.
Las finanzas islámicas buscan sobre todo con estos principios el desarrollo económico real y por ello prohíbe el que se invierta en productos financieros por mera especulación, una inversión que no genera ganancia a la sociedad en su conjunto sino a aquel que se beneficia económicamente de la operación. Eliminar la desigualdad entre el prestatario y el prestamista y deshacerse de toda incertidumbre en los movimientos de activos son otros de sus objetivos.
Pero tal y como se trató en Casa Árabe, es cuestionable el hecho de que estas finanzas se guíen sólo por estos preceptos morales. En la teoría más purista, sería la Sharía el camino correcto para las transacciones comerciales pero la práctica implica actores múltiples cuyos objetivos e importancia se superponen. Además de la ética o la religión se encuentran también las políticas públicas, la práctica socio-económica y los mercados globales y globalizados.
Las finanzas islámicas tras el 2011
Además de estos conceptos de base, las operaciones financieras islámicas y los bancos que las llevan a cabo se enfrentan en una coyuntura cambiante de las sociedades árabes. Con las revueltas de 2011 se muestra evidente que la realidad socioeconómica de la región cambió. Algunos análisis apuntan a que los estados fallaron a la hora de responder a las demandas de las sociedades civiles, tanto de emancipación ciudadana como de otorgar un mayor poder a los miembros de estas sociedades.
Una falta de respuesta y pocas soluciones desde los gobiernos, que tras cinco años, pocos países han podido resolver. Por ello, las finanzas islámicas se pueden ver como opción de respuesta a las expectativas del gran público aunque no fuera esto lo que demandase en un primer momento las olas de revueltas que recorrieron buena parte de la región hace cinco años.