El escenario de protestas se complica para Iván Duque: tres policías muertos por un atentado en Colombia

Varias personas todavía sin identificar atentaron contra una comisaría en el municipio colombiano de Santander de Quilichao, en el departamento del Cauca (uno de los más conflictivos en el territorio colombiano), mediante la detonación de explosivos dejando tres policías muertos y siete heridos. El ataque ha sucedido en el marco de la situación de tensión social que se vive en Colombia por las protestas desatadas en los últimos días contra la política económica del Gobierno dirigido por el presidente Iván Duque.
"A las 21:10 horas se presentó un impacto explosivo contra la estación de Policía del municipio de Santander. El reporte es tres policías muertos y siete policías heridos", según señaló a los medios de comunicación Jaime Asprilla, secretario del Gobierno del Cauca. Las autoridades confirmaron la identidad de las víctimas mortales: los agentes Ever Danilo Canacuan Cuaical, Roy Gallyadi Fernández y Jesús Norbey Muelas Ipia.
Asprilla explicó que para llevar a cabo la ofensiva se “dispararon unos cilindros que segaron la vida de estos policías”, mediante el uso de una rampa por la cual se deslizaron los mismos, que contenían material explosivo. En un primer momento se llegó a informar sobre la detonación de un coche-bomba, pero finalmente se llegó a aclarar que se utilizó una plataforma para lanzar una especie de ‘cohetes’ explosivos de fabricación artesanal.
Este ataque llega en el escenario de protestas generalizadas en Colombia contra la gestión del Ejecutivo liderado por Iván Duque. Unas manifestaciones que comenzaron siendo pacíficas y que han derivado en disturbios callejeros y vandalismo, los cuales han ido subiendo de nivel hasta llegar al hecho luctuoso del atentado cometido contra la estación de la Policía en Santander de Quilichao.

El desencanto popular manifestado contra las políticas económicas y sociales de Duque ya había degenerado en actos violentos en las calles de las principales ciudades colombianas, hasta el punto de que se había decretado el toque de queda en las urbes de Cali y Bogotá (capital colombiana). Unas medidas de excepción que no se aplicaban en el país sudamericano desde 1977, debido a la exaltación popular acaecida en las últimas horas que ha llegado a congregar en las vías públicas hasta a 250.000 personas.
Y es que incluso el jueves se convocó una huelga general en Colombia, en una jornada en la que se llegaron a producir tres muertes por las protestas generadas, además de la detención de 98 personas, según datos aportados por Carlos Holmes Trujillo, ministro colombiano de Defensa.
A estas manifestaciones públicas violentas contra la labor gubernamental se ha sumado que en el territorio del atentado sucedido en el Cauca, al suroeste de Colombia, existe de por sí una violencia instalada, que se vincula a los enfrentamientos locales protagonizados por distintos grupos delictivos y criminales, como algunas escisiones de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), milicia insurgente y terrorista de extrema izquierda, comandos del Ejército de Liberación Nacional (ELN), guerrilla también de orientación izquierdista marxista-leninista, y grupos vinculados a los cárteles mexicanos de la droga. Estas formaciones pugnan por el dominio de la zona del Cauca de cara al tráfico de drogas; dentro de un área que registra 17.177 hectáreas sembradas de coca, según cifras del centro de investigación del crimen organizado InSight Crime.

Es tal la violencia en el valle del Cauca que, por ejemplo, el ELN llegó a cometer en enero pasado un atentado con coche-bomba en Bogotá contra una escuela de cadetes de la Policía que dejó 22 muertos y 67 heridos.
A pesar de los toques de queda decretados y de que la Administración Duque sacó al Ejército a la calle para controlar la situación general, se han venido reproduciendo las protestas, incluso con ‘caceroladas’ y concentraciones ciudadanas ante la mismísima residencia del presidente colombiano. Las Fuerzas Armadas han tenido que utilizar medidas de dispersión como el uso de la fuerza o de gases lacrimógenos debido también a graves momentos de descontrol callejero con episodios como los registrados en la capital Bogotá, con saqueo de supermercados, establecimiento de barricadas, cortes de vías o lanzamiento de objetos contundentes contra estaciones de tren y autobuses.
La desaprobación social contra la gestión del presidente Iván Duque crece por momentos. Desde que asumiese el poder, en agosto de 2018, el desempleo ha crecido en Colombia del 9,2 al 10,8% de la población activa, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) de Colombia. El propio Duque llegó a reconocer a principios de este mes que “el reto del empleo es el más grande que tenemos”. “Pero aquí estamos para hacerle frente”, indicó el dirigente cafetero.

De esta forma, la popularidad del mandatario sudamericano ha caído y el 69% de la ciudadanía no aprueba la gestión de Iván Duque, según el último sondeo realizado por la agencia Gallup.
En cualquier caso, el presidente Duque promete diálogo y mejoras. Así, anunció que la próxima semana iniciará rondas de contactos con todos los sectores políticos y sociales de cara a mejorar su Gobierno tras la ola de violencia que azota el país.
"A partir de la próxima semana daré inicio a una conversación nacional que fortalezca la agenda vigente de política social; trabajando así, de manera unida, en una visión de mediano y largo plazo, que nos permita cerrar las brechas sociales", indicó el jefe de Estado en un discurso emitido por televisión.

Esa "conversación" se llevará a cabo con todos los agentes políticos y sociales en todas las regiones, mediante el uso de medios electrónicos y "mecanismos participativos para todos los colombianos". Se "buscará tener un cronograma claro para que todos podamos edificar un camino significativo de reformas", resaltó Duque.