La Cabilia argelina se enfrenta al terrorismo con prudencia, pero sin miedo

Por Ahmed Brahim
Foto: Tropas militares en la Cabilia argelina.
La Cabilia argelina, una región berberófona situada al este de Argel, todavía no ha superado el trauma que significó hace menos de una semana el vil asesinato del turista francés Hervé Gourdel, cometido por un grupo yihadista que se escindió de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) y juró lealtad al Estado Islámico (EI). Hace unos años, la Cabilia era una región en ebullición política y social permanente. El movimiento amazigh cabila, que agrupa a sectores autonomistas e independentistas, reclamaba, y lo sigue haciendo, un amplio autogobierno para esta región rebelde y reivindicaciones económicas, sociales y culturales para mejorar el nivel de vida de la población y proteger la lengua y la cultura locales. El movimiento berberista sigue existiendo, pero ha perdido fuelle, y los grupos yihadistas utilizan las zonas más recónditas de la Cabilia como bases para su actividad terrorista. Una parte importante de la población cabila recela del poder de Argel, pero detesta mucho más a los yihadistas. Hocine Haroun, presidente de la APW (Parlamento regional) de Tizi Ouzou –capital de la Gran Cabilia-, en declaraciones a un medio, negó que los terroristas tengan apoyos en la población local. Haroun, que también lidera el opositor Frente de Fuerzas Socialistas (FFS), consideró que “mientras el problema del terrorismo no se haya resuelto, hay que estar muy al tanto de lo que ocurra”. “Hablar de Tizi Ouzou, es hablar de una zona montañosa como el Djurdura. Los grupos terroristas han conseguido esconderse en esta zona, y por eso sobreviven, porque se esconden en zonas donde a ningún civil se le ocurriría llegar”, explicó el presidente de la APW y dirigente político de la izquierda laica y socialdemócrata. “No se equivoquen, los terroristas también están en Jijel y en Batna, están en toda Argelia”, agregó Haroun. El presidente del Parlamento de Tizi Ouzou aseguró que la Cabilia se enfrenta al problema del terrorismo con prudencia, pero sin miedo. “Aquí vienen turistas, Hay empresarios que trabajan aquí. No hay miedo visceral ni ninguna fobia. Vivimos de una manera normal, aunque de vez en cuando nos enteremos de que ha habido un secuestro o un atentado”, destacó Haroun.
Una región hostil al islamismo
El asesinato de Hervé Gourdel movilizó a varios miles de militares, policías y gendarmes en la Cablia y una parte de estos efectivos siguen buscando a los autores del crimen y tratan de localizar el cuerpo del infortunado turistas francés. Sólo unos cuantos centenares de personas protestaron en Tizi Ouzou contra el crimen yihadista, pero eso no significa que “la población sea pasiva y no se oponga al terrorismo. La Cabilia es una región bereber y laica y el terrorismo nunca ha sido bien visto en esta tierra que lleva muchos años oponiéndose al poder autoritario y nacionalista árabe que utiliza el islam como un instrumento de embrutecimiento de los argelinos”, manifestó a Atalayar un miembro del Movimiento para la Autonomía de la Cabilia (MAK). En la misma línea, Fatima Saadi, militante del movimiento berberista y laico Agrupación para la Cultura y la Democracia (RCD) de Argel, recalcó que “la inmensa mayoría de los cabilas odian el islamismo y el terrorismo, porque aman la libertad”. Por otra parte, un grupo de expatriados franceses, españoles y de otros países europeos residentes en Argel decidieron hacer un vídeo para contar su vida diaria en la capital del país y las medidas de seguridad que toman para evitar problemas. El español Daniel, por ejemplo, que trabaja en una ONG humanitaria y llegó a Argel hace dos meses, explica en el vídeo que no piensa hacer turismo fuera de la capital. Así las cosas, un general que fue jefe de la lucha antiterrorista, Athmane Tartag, fue nombrado consejero del presidente Abdelaziz Buteflika. Según un medio de comunicación, este nombramiento se llevó a cabo en “plena guerra de clanes” por la sucesión en la jefatura del Estado. Buteflika, que está muy enfermo, prácticamente ha desaparecido de la vida pública y su actividad como primer mandatario del país está bajo mínimos. El general Tartad fue jefe de la lucha contra el terrorismo en la década de los 90, cunado los enfrentamientos entre los grupos armados salafistas y los aparatos coercitivos del Estado provocaron la muerte de unas 200.000 personas, según ONGs defensoras de los derechos humanos y partidos opositores como el FFS. Además de los muertos, miles de personas fueron detenidas y en muchos casos torturadas y algunas desaparecieron para siempre. Hoy en día, varios colectivos siguen reclamando al Estado el paradero de los desaparecidos y que se esclarezcan los episodios más turbios de la ‘década negra’ de los 90.
Un militar del ala dura
El general Athmane Tartag tiene fama de hombre duro. Fue apartado del poder en la década del 2000 y reintegrado en la primera línea del combate contra el terrorismo después de unos sangrientos atentados en 2007. Entonces fue nombrado jefe del contraespionaje, y fue el mando que dirigió las operaciones contra el asalto yihadista a la planta de gas de In Amena, en el Sáhara argelino, en enero de 2013. El Ejercito asaltó la planta, y en esa operación murieron 34 secuestrados y 15 yihadistas. El general Tartag se jubiló en enero de este año en plena reorganización de los servicios secretos. En este contexto de lucha por el poder en la cúpula del Estado, las autoridades argelinas decidieron desplegar unos 3.000 soldados en las instalaciones de petróleo y gas del país para evitar atentados terroristas, después del asesinato de Hervé Gourdel. Los soldados se desplegaron en torno a las bases de las wilayas (provincias) de Adrar, Ourgala, Tamnrasset e Ilizi, en el sur del país, y también en Laghouat y Skikda. Muchas empresas extranjeras instaladas en Argelia temen que el sur del país vuelva a vivir acontecimientos violentos como en In Amenas. Argelia se enfrenta a peligrosos grupos terroristas como AQMI y los Soldados del Califato en Tierra de Argelia, la rama local del EI, y tiene que mantener a raya a movimientos yihadistas, islamistas y mafiosos de países vecinos como Ansar al Sharía de Túnez, Ansar Eddine y el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO) de Malí, y Al Mouratbitoun de Mokhtar Belmokhtar.