Venezuela celebra sus elecciones en medio de una fuerte crisis social, económica y política

Alexandra Dumitrascu
Píe de foto: Una protestante sostiene el cartel con el lema SOS Venezuela durante una de las manifestaciones en contra del Gobierno de Maduro
El próximo domingo Venezuela va a celebrar elecciones legislativas, pero nada apunta a que el cambio que se ha hecho realidad en Argentina va a desencadenar un efecto dominó en la región de América Latina, y mucho menos en este país. Aunque la mayor parte de las encuestas apuntan hacía una presunta victoria de la oposición, el presidente Nicolás Maduro va a defender a cualquier coste su mayoría en la Asamblea Nacional, dominada por el bloque oficialista del Gran Polo Patriótico (GPP) con 100 escaños de un total de 165. Por lo menos es lo que, desde hace meses, el presidente bolivariano trata de transmitir en todas sus comparecencias públicas emitidas a través de la televisión pública.
La propaganda del miedo del oficialismo es constante –las referencias al enemigo externo son incesantes-, a la vez que las amenazas a sus competidores directos a los que denomina “oligarcas de la derecha”. Durante un evento de campaña a principios de noviembre, ante el temor de la derrota, Maduro ha llamado hacia la unidad para defender lo que llama Revolución, y evitar que el Imperialismo tome el control del país. “Tenemos que prepararnos para ganar las elecciones del 6 de diciembre de este año 2015 como sea. Ganar como sea”, ha proclamado el presidente bolivariano. En estos mismos términos se ha referido durante un acto de masas en el Estado Portuguesa, a pocas horas conocerse el asesinato a tiros del opositor de Acción Democrática, Luís Manuel Díaz.
Preguntado a finales de octubre durante una entrevista en la cadena nacional por si estaba listo para gobernar con una mayoría opositora en la Asamblea, Madura ha asegurado que si se diera este escenario, Venezuela entraría en “una de la más turbia y conmovedora etapa política”, aseverando que con ello se pasaría a una “nueva etapa de la revolución”, en donde, si haría falta, gobernaría con la fuerza militar. “Ustedes oligarcas de la derecha póngase a rezar para que triunfen las elecciones del 6 de diciembre, para que haya paz y tranquilidad, y ustedes se quiten eso de encima. Porque si no, nos vamos a la calle”, ha amenazado Maduro desde su Palacio de Miraflores, el 18 de noviembre.
Oposición débil
La inminente posibilidad de que gane la oposición en las próximas elecciones, ha hecho que el país viva un aumento desproporcionado de la violencia que el Gobierno se empeña de tachar como “casos aislados”. Aunque fuentes oficiales aseguran que la muerte del opositor Manuel Díaz está vinculada con un supuesto vínculo de éste con bandas mafiosas, algunos, como Lilian Tintori, opinan que éste fue asesinado por el entono de Maduro. La propia Tintori, mujer del opositor encarcelado Leopoldo López ha denunciada en ocasiones ser víctima de escraches y de intentos de asesinato.
Las esperanzadoras encuestas del país, no constituyen además ninguna fuente de júbilo, dado que la oposición teme que, si llegado el caso de ganar, se vaya a dar un golpe de Estado técnico, que implicaría la invalidez de los resultados. En este sentido, el secretario ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática, Jesús Torrealba, ha manifestado que, aunque se llegue a tal golpe, hará falta “un capital político que Maduro ya no tiente”, apuntando hacía el desgaste del presidente.
No obstante, a pesar de que la oposición quiere dar muestras de fuerza y unidad, lo cierto es que, según asegura a este medio Victoria, una abogada venezolana radicada en Argentina, ésta se encuentra muy “desarticulada” por los constantes conflictos de intereses dentro de la Mesa de Unidad Democrática. La falta de liderazgo en el seno de la oposición y los numerosos fracasos de la misma ha llevado a que, de acuerdo con sus declaraciones, el pueblo esté desmoralizado. “La oposición, básicamente vive negociando con el gobierno […] Ésta va a ganar unos cuantos puestos pactados en la Asamblea, pero ¿qué cambio sustancial tendrá esto o qué repercusión real habrá en el país?”, se pregunta ésta joven que lamenta la ceguera de la Sociedad Internacional ante los abusos en todos los planos del Gobierno de Maduro.
Inflación y crisis alimentaria
De acuerdo con encuestas del país, las mayores preocupaciones de la población son la inflación y la crisis de productos básicos. El Banco Central venezolano, el que se encargaba de proporcionar los datos acerca de la inflación, ha dejado de ofrecer información acerca del índice. El Instituto Nacional de Estadística (INE), otra fuente adicional que mide la tasa de inflación, asegura en una nota de prensa, datada en el mes de marzo, que 2014 cerró con una inflación de 68.5%; una tasa inferior, garantiza, a la que se daba cuando gobernaba “la derecha”, en los años 90, cuando ésta alcanzó el 103%. A fecha de hoy no hay datos oficiales actualizados en este sentido, aunque el presidente Maduro ha asegurado que tiene constancia del INE de que la inflación actual ronde el 80%. Asimismo, culpa por la alta inflación a los comerciantes que elevan los precios debido a que se enmarcaría dentro de una “guerra económica en contra de Venezuela y el socialismo”.
A nivel internacional, el Banco Mundial (BM) proporciona cifras parecidas a las ofrecidas por el Gobierno venezolano, y sitúa la tasa de inflación de 2014 en 62.2%. No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI), apunta en su último informe sobre perspectivas económicas que la inflación de Venezuela se va a situar este año en 159.1%, y en 2016 prevé que ésta escale hasta el 204.1%. Este pronóstico convertiría a Venezuela en el país con la mayor tasa de inflación del mundo.
Una causa directa de la alta inflación sería el gasto público desorbitado del Gobierno, lo que a su vez lleva a un déficit público insostenible que en 2014 se situó en 22.283 millones de euros, de acuerdo con Globalmacronomics. Asimismo, la inyección de liquidez, mecanismo al que el Gobierno acude con frecuencia, sería otra causa de la alta tasa de inflación.
El desabastecimiento de productos básicos es el otro problema del país y un drama para aquellos que lo sufren. Horas de colas interminables son una realidad en el país, donde ya hay cartillas de racionamiento para determinados productos, como el pollo, y en donde ha florecido un mercado negro que ofrece productos, en ocasiones, 10 veces superiores.
El poder de compra de los venezolanos lo determina en parte la capacidad de ahorro en dólares, dado que el país tiene una fuerte dependencia con respecto de la divisa estadounidense. En la actualidad, en el país hay cuatro cambios distintos. Aunque el tipo de cambio sufre fluctuaciones a diario, dependiendo de qué cambio, un dólar puede suponer 6 bolívares o 199. En función de esto, Venezuela puede ser el país más caro o más barato del mundo, en función del tipo que cambio que se emplee. A modo de ejemplo, un Big Mac de McDonald´s puede costar 7 euros o, por el contrario, sólo 0,53 céntimos de euros.
Para paliar la elevada tasa de inflación, el gobierno recurre a subidas periódicas del salario. El último incremento se ha producido en el mes de octubre, cuando Maduro ha anunciado una subida del 30% que, sumado a los demás incrementos anuales, supondría un ascenso total de 137% en los que va de año, según ha anunciado el presidente. Así, el salario medio de un venezolano, se sitúa en la actualidad en 9.649 bolívares (unos 1.600, dólares aproximadamente, o 48, en función del cambio empleado).
Crisis económica
De acuerdo con FMI, Venezuela ha pasado a ser la séptima economía de América Latina, con un PIB de 131.860 millones de dólares, un tercio de lo que tenía en 2012. Esta cifra supone 50% menos que el PIB de Colombia, y, por primera vez, inferior al de Perú que se sitúa en 179.000 dólares. El organismo prevé para 2015 una caída del PIB de 10%, y para 2016 vaticina un descenso de 6%.
Venezuela es uno de los países con las mayores reservas del petróleo del mundo. De acuerdo con la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), las reservas de Venezuela son de 298.350 millones de barriles, por delante de las de Arabia Saudí y de Estados Unidos. La fuerte dependencia del petróleo deja al país con muy pocas alternativas productivas. Uno de los retos a largo plazo del Gobierno es diversificar su economía para poder afrontar la escalada de la tasa de paro que se estima en 14% para 2015 y en 18% para 2016, de una población que apenas supera los 30 millones de habitantes.
El panorama interno es oscuro. No obstante, más desesperanzadora resulta la poca alternativa que el futuro depara. Sin una oposición fuerte, que lidere un proceso de cambio al estilo de Argentina, poco optimismo puede caber en este país latinoamericano.