El destino de los terroristas

Javier Fernández Arribas
El destino de cualquier terrorista debe ser la cárcel. Nada de corredores de salida. Cuanto antes y el mayor tiempo posible. Todo bajo el estricto control del estado de derecho para no caer a un nivel parecido al de unos criminales que no respetan ni la dignidad, ni la vida de cualquier ser humano. Quizá sea demasiado pronto para plantearnos qué va a ser de los indeseables terroristas del Daesh que han estado durante más de dos años torturando, extorsionando, asesinando a miles de personas en la región de Mosul, en el norte de Irak. Dentro de poco tiempo ocurrirá lo mismo con los que están en Siria, su localidad de referencia es Raqqa. Quizá sea demasiado tarde porque algunos de los mercenarios criminales han huido y han podido lograr su vuelta a su país de origen. Sí, mercenarios, porque, en buena parte, es el dinero el que mueve la voluntad de jóvenes europeos, árabes o de otros lugares del mundo para haberse enrolado en las filas terroristas del Daesh. Lo comentaba en un desayuno organizado por The Diplomat este lunes en Casa Árabe, el embajador de Túnez en España, Wacef Chiha, “hay muchos tunecinos en las filas del Daesh por su necesidad de dinero”.
Esa es una grave amenaza para todos, que hayan regresado a cada país unos cuantos terroristas con el objetivo de seguir las órdenes de sus jefes, si siguen cobrando, claro. Habrá que intensificar la prevención en la lucha contra estos terroristas en países europeos, en el norte de África, en Estados Unidos, en cualquier lugar donde puedan hacer daño y sembrar el terror para seguir sobreviviendo. La ofensiva en Mosul va más rápida de lo que se pensaba. Los ‘valientes’ terroristas han dejado trampeadas y minadas las casas y las calles y huyen como ratas. La Justicia debe caer sin piedad sobre aquellos asesinos que han martirizado a miles de personas en Irak, en Siria, en Libia, en el Sahel, en Somalia, en Nigeria, allá donde hayan causado daño, terror y destrucción. La cárcel es su destino inevitable, pero, seguro, que antes aplicarán su política de tierra quemada antes de rendirse. El presidente ruso, Vladimir Putin, tiene menos contemplaciones y aboga por liquidar en el terreno a los dos mil chechenos enrolados en el Daesh para que no vuelvan y puedan hacer daño. No es nuestro deseo porque luchamos por que se cumplan las leyes que garantizan la convivencia, pero sin buenismos, no se equivoquen.