Europa en peligro

Javier Fernández Arribas
Dice el refrán que se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. Cuando hace meses llamábamos la atención sobre el peligro que se cernía sobre Alemania por el crecimiento del populismo de extrema derecha con Alternativa por Alemania, la respuesta fue ignorar la apreciación. Normal porque ocurrió lo mismo en Francia cuando comenzó el fenómeno del Frente Nacional de Le Pen; en Italia primero con la descomposición de los partidos tradicionales por el esperpento de Berlusconi y ahora del cómico Beppe Grillo; en el Reino ¡Unido con el UKIP que ha degenerado en el Brexit; en Grecia con Tsipras; en Holanda con la extrema derecha; en Noruega con un asesino de jóvenes socialistas y en la Europa del Este con gobiernos ultras en Polonia y Hungría y otros simpatizantes como los de Eslovaquia, República Checa, Eslovenia, Austria o Serbia.
En todos estos países, además de la crisis económica, el factor determinante que ha dado alas a los populistas de diverso signo ha sido en grave problema de los refugiados. Por no olvidarnos de España, los seres humanos que huyen de la muerte y destrucción en Siria o en Irak no son los responsables de la inestabilidad política. La falta de soluciones al paro y la corrupción son las razones principales. Ahora, los intereses personales de algún dirigente político bloquean la formación de un nuevo Gobierno en un momento de enorme tensión internacional como se ha demostrado en la cumbre del G-20 donde Estados Unidos y Rusia mantienen una atmósfera de guerra fría sin acuerdo para el fin de la guerra en Siria porque lo que realmente provoca su enfrentamiento es la situación en Ucrania.
Si a eso unimos el final de los tipos bajos de interés y las dudas sobre el crecimiento económico mundial, con China reconociendo la necesidad de recortes, afrontamos un momento realmente preocupante a nivel general y, en particular, en Europa y España sin Gobierno. ¡Qué despropósito! En toda Europa va calando el mensaje de rechazo a los refugiados porque muchos temen perder su empleo porque ellos trabajen por menos dinero y en peores condiciones, otros porque advierten de una invasión de musulmanes y, en el fondo, lo que subyace es un enorme malestar y desafección con una clase política que no es capaz de tomar las medidas necesarias para superar, de una vez, una crisis económica que ha supuesto a muchos una reducción de más del 35% de su salario.