Guerra política en Brasil

Javier Fernández Arribas
La presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, se enfrenta a un proceso de destitución acusada de maquillar las cuentas públicas para esconder el déficit con créditos millonarios. En realiada no se trata de un caso de corrupción personal donde se hubiera beneficiado personalmente de su cargo, se trata de un engaño prolongado que le puede costar la presidencia. El Congreso ha comenzado tres días de debates que culminarán el domingo con una votación sobre el envío o no del caso al Senado que tendrá la última palabra. Mientras tanto, Dilma Rousseff será apartada de la presidencia. Entre los instigadores del proceso, el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, tiene serias acusaciones de tener cuentas en Suiza con dinero procedente de sobornos de la empresa nacional de petróleo, Petrobras, que es el centro de la mayor corrupción en el Brasil. El anterior aliado de la líder del Partido de los Trabajadores, el vicepresidente Michel Temer, se presenta como el más beneficiado al encargarse de la presidencia en caso de que el proceso continúe su rumbo. Ya está negociando un nuevo gobierno. Esta grave crisis política empeora una crisis económica que está afectando a millones de brasileños y a inversores extranjeros, entre ellos los españoles.
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