Sentido común

Javier Fernández Arribas

En el mundo actual se produce mucho ruido que es aprovechado por aquellos que pretenden pescar en río revuelto sin tener nada realmente relevante que ofrecer. Este problema del populismo recorre Europa con una influencia muy negativa para los intereses de la gran mayoría. Utilizan el impacto de los medios de comunicación y de las redes sociales para crear un ambiente de opinión que parece ser el de la gran mayoría. La realidad es que esa gran mayoría silenciosa, que no sale en televisión y que no utiliza twitter tiene sus propios intereses que están relacionados con unos principios y valores que conforman desde hace años el trabajo diario por construir una sociedad democrática, lo más justa y libre. Los resultados del referéndum para la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha provocado una reacción inmediata de más de cuatro millones de británicos que piden una nueva consulta porque consideran que muchos han votado sin pensar bien las consecuencias del Brexit. Hay situaciones que exigen más de una reflexión. No es suficiente un titular en una tertulia de televisión o una frase con 140 caracteres. Hay quien opina que esa reacción en el Reino Unido, con fractura de la sociedad entre padres e hijos, zonas urbanas y rurales y división profunda entre Escocia e Irlanda del Norte con Inglaterra y Gales han tenido una cierta influencia en las elecciones generales en España. Habrá que esperar para comprobar si buena parte de los posibles votantes de las nuevas formaciones políticas que ofrecían soluciones a todos los males con un presupuesto indeterminado y unos impuestos disparados se lo han pensado mejor y han valorado adecuadamente lo que tiene España en estos momentos, lo que ha costado conseguirlo y  la opción de seguir trabajando con estabilidad para reconducir la situación hacia un mayor crecimiento y creación de empleo. Eso sí, el sentido común exige que se zanjen ya las lacras que sufre España con una corrupción inaceptable instalada en ciertos sectores de los grandes partidos que deben erradicarlo de manera tajante y contundente. En este mundo no hay duros a peseta que decían las abuelas, pero la confianza que los españoles han vuelto a depositar en el bipartidismo debe verse correspondida con unos acuerdos políticos que permitan las reformas que necesita España en estos momentos. Tanto la situación en Europa como en España requiere de categoría política y sentido de Estado, nacional y europeo.