Maniobras occidentales para debilitar la Unidad Africana

Pedro Canales
Pie de foto: Reunión de dirigentes de la Unión Africana (UA) en Addis Abeba en 2014.
La demanda efectuada por el rey de Marruecos, Mohamed VI, para volver al seno de la Unidad Africana – hoy Unión Africana (UA), heredera de la Organización de la Unidad Africana (OUA) – ha puesto a la orden del día la discusión sobre el papel de la entidad panafricana y los turbios movimientos político-diplomáticos inspirados desde las capitales occidentales con el ánimo de debilitarla. París, Londres, Lisboa, Roma y Berlín, nunca vieron con buenos ojos la existencia de una organización cuya finalidad primera era “descolonizar el continente”. En sus inicios en 1963, la OUA estaba dividida en dos campos: el de quienes querían federar el continente buscando el mayor grado de unidad posible, y quienes apostaban por una comunidad de Estados. El ghaneano Kwame Nkrumah era partidario de la primera opción; mientras que el senegalés Leopoldo Sedar Shengor abogaba por la segunda. Ninguna de las dos opciones gustaba a las metrópolis europeas. Tres de los pilares fundamentales de la organización panafricana, Egipto, Argelia y Marruecos, permitieron que los “movimientos de liberación” que luchaban por descolonizar África encontrasen apoyo, entrenamiento, armamento y respaldo diplomático. A pesar de las innumerables maniobras de las metrópolis, el colonialismo francés, británico, italiano y portugués – en menor medida el español con sus posesiones en Marruecos, el Sáhara y Guinea Ecuatorial – vieron perder sus colonias.
Maniobras metropolitanas
En medio de la euforia libertadora, la OUA y su Comité de descolonización admitieron como “movimiento de liberación” a todo el que quisiese iniciar su lucha “contra el colonialismo y el imperialismo”, sin preocuparse en demasía de la legitimidad de la lucha, ni de la validez de sus pretensiones. Sin embargo, a las oscuras maniobras metropolitanas, se unió la Guerra fría que hizo de África un nuevo terreno de enfrentamiento, y que en muchos casos retrasó la liberación del continente introduciendo el germen de guerras civiles internas en muchos países. En sus 40 años de existencia (1963-2002) la OUA, como organización de Estados, obtuvo éxitos indiscutibles. La Unión Africana que le sucedió, comenzó a aparecer más como una entidad tendiente a la unificación del continente, siguiendo las veleidades de uno de sus padrinos más activos y generoso, el coronel libio Muamar Gadafi. Francia y el Reino Unido, los dos países que más han perdido con la descolonización del continente, han tratado de anular todas las iniciativas que la OUA primero y la UA después, pusieron en marcha. Una serie de organizaciones llamadas “Comnunidad de Estados de…” surgieron en África Occidental, en África Oriental y en el cono sur del continente, para torpedear los intentos de coordinación de los planes económicos, de explotación de materias primas, de edificación de infraestructuras.
Bloqueo de París y Londres
Paris y Londres bloqueaban todo intento de emancipación económica, monetaria, aduanera. Más recientemente, la lucha contra la proliferación terrorista en el continente, de la que la UA ha hecho un objetivo mayor, también se ha visto trabada por las iniciativas francesa y británica para crear Comités de coordinación antiterrorista con los países más afectados. De tal manera que dos de las conquistas más importantes en esta materia, que son la experiencia militar de Argelia y la experiencia religiosa de Marruecos, encuentran enormes dificultades para concretarse en el terreno, por las constantes intromisiones de Paris y Londres. La vuelta de Marruecos a la unidad africana, abre un nuevo capítulo muy beneficioso para el continente si se sabe utilizar bien, eludiendo la trampa de “la cuestión saharaui” que podría ser azuzada por quienes en Europa no quieren que la Unidad africana triunfe.